Iván, un caco de poca monta trama con Gorka, camarero del bar de una universidad, asustar a la chica que le gusta a éste, una tal Susana, a la que Iván dará un susto en el aparcamiento, atracándola cuando Gorka aparecerá como salvador. La cosa se complica cuando Susana ve la cara de su agresor y tras golpearla, deciden secuestrarla, sabedores de que los padres de la chica están forrados.
Si la película no fuera española la podría haber producido perfectamente Luc Besson por su toque macarra y su inanidad, aunque Skizo es muchísimo menos espectacular que las «Bessonadas». Los personajes son marionetas malhabladas o pusilánimes que sueltan perlas por sus boquitas, en una espiral de violencia gratuita y desenfreno.
Los secuestradores y la secuestrada van a parar a un caserón en un bosque, donde vive un hombre, de profesión escultor. Ocupan su casa y enseguida Iván se lo cepilla. Oscar Jaenada, como Iván, trata de darle cierta chispa a su papel, pero es tan odioso su personaje y dice tantas majaderías y hace tantas barbaridades que resulta insufrible y exasperante, tanto como el ñoño Eloy Azorín, que en las antípodas de Iván es el pasmado, alelado e introvertido joven que le sigue la corriente sin ser capaz de poner freno al desaguisado.
Si van a parar a ese caserón perdido en el frondoso bosque no es de modo casual. En él habita Aider, un hombre aquejado de esquizofrenia, el cual se violenta cuando percibe la violencia ajena.
Mezclar el chascarrillo con la intriga y el suspense puede dar buenos frutos cuando hay un guión trabajado que permite hacernos a los personajes creíbles o al menos divertidos, pero en Skizo no se salva nadie de la quema, tampoco la guapa Bea Segura, como la sufrida Susana.
La cruel escena onírica es un desatino más en esta bufonada, aburrida, insulsa y desacertada película que ni me ha hecho reír, ni divertirme, menos aún asustarme, con un climax inexistente y unos personajes aborrecibles, hermanados en su vacuidad, donde el patético final es coherente con todo lo anteriormente visto. Lo mejor de Skizo es su escasa duración; ochenta insufribles minutos. Lo demás es mejor olvidarlo. Muy optimista e ingenuos tienen que ser los productores de esta película para pensar que el espectador va a pagar seis euros para ver una película tan mala como esta. Otro ejemplo más en el haber de aquellos que despotrican del cine español. A este título sumaría para hacer una «pira cinéfila» otros como Ouija, Somne, H6 diario de un asesino….