Un plato que me encanta preparar es la Lasagna de carne. Para un resultado óptimo conviene hacer la pasta casera, aunque siempre se pueden usar esa pasta que venden en los supermercados que hay que cocer o tener unos minutos en agua caliente. Para hacer pasta casear se requiere una máquina como la de la foto, la cual curiosamente no pude comprarla en un viaje que hice por Torino, que es donde las fabrican, sino que la compré finalmente en el Corte Inglés. Primero debe hacerse la masa, con harina, sal y huevo. Se hace el volcán de harina se echa el huevo, se amasa con la mano y se añade sal.

Luego tras dejarla reposar se hacen bolitas y se van pasando por la máquina, hasta darle el grosor deseado, así como la anchura. El relleno lo hago con carne picada de lomo y ternera, zanahoria y tomate. Luego una vez hecha la masa, se van poniendo las capas. La primera capa va con tomate y bechamel y la siguiente con queso mozzarella, luego se van alternando. A pesar de no ser un milhojas, cuantas más capas mejor. La última capa llevará por encima tomate y bechamel, queso y unos copitos de mantequilla.

En las foto se ve el antes y el después del horneado. La lasaña es un plato que lleva su tiempo confeccionar, pero para los que saben apreciar las delicatessen, los elogios recibidos compensan con creces el esfuerzo. En cuanto al coste, no es nada elevado, porque hacer la pasta cuesta cuatro duros y el relleno es sólo carne picada, tomate, bechamel y queso.
Y una bandeja así para dos personas dura para un par de días, otra cosa si uno está dispuesto a tirarse unas horas entre fogones.