«24” es una serie intricada en la que los guionistas deben hacer encaje de bolillos para que la historia no resulte demasiado increible, mientras seguimos las aventuras de Jack Bauer, y lo cierto es que logran el objetivo de mantener la expectación en cada episodio.
Lo novedoso de esta serie es que nada es lo que parece, que ciertos personajes mueren, y los que sobreviven nunca sabemos que intereses o fines les mueven, quién está al otro lado de la línea telefónica controlando el cotarro, manejando los hilos, por tanto, la raya que separa a los leales de los traidores es demasiado difusa, tanto, que cuesta incluso saber que hemos de entender por lealtad, ya que en esta serie, cualquier acción por atroz que sea se justifica apelando al patriotismo, al “interés nacional”.
Las malas acciones deben ser encubiertas, para que el pueblo nunca conozca la catadura moral de los que les gobiernan. Algo que visto como está el tema hoy por hoy resulta demasiado real, pues poca o ninguna diferencia hay entre el aborrecible presidente americano de la ficción y el real. Queda patente, cuando se usa fósforo blanco contra la población civil, se organizan guerras preventivas o para buscar armas de destrucción masiva que saben que no existen, con el petroleo como argumento de peso para llevar a cabo cualquier acción, sin especial aprecio por las vidas humanas que haya que sacrificar.
Surgen también los conflictos de intereses entre los distintos cuerpos de seguridad del Estado, y los militares, la policia, los servicios secretos, los de la UAT, todos están a la gresca, prima más la rivalidad que el hermanamiento, y cada uno tira para su lado, cubriéndose las espaldas, sin dejar la oportunidad de aprovechar la ocasión de medrar a costa de quien sea necesario y sacar tajada en todo momento.
En esta temporada los protagonistas son unos terroristas rusos que quieren el gas nervioso para cometer unos atentados en su país. Como la cosa se complica, al final el gas nervioso se utilizará en suelo americano, cuando los terroristas quieren usarlo para matar al Presidente Ruso, de visita en los Estados Unidos para firmar unos acuerdos, hasta que Bauer aparece y desbarata el plan de los terroristas. Al estar el Presidente implicado en la muerte del anterior, y Bauer ir tras la “prueba” que le incrimina, éste organiza un dispositivo con el fin de darle caza “vivo o muerto”. Bauer debe por tanto recuperar la prueba y ponerse a salvo de los tentáculos letales del presidente.
La serie está tan bien hecha que resulta mucho más entretenida que buena parte de las películas que se estrenan en los cines y ya circulan rumores de que la serie se llevará a la pantalla grande. Las interpretaciones son muy buenas, y el estado de caos y desconcierto que gobierna la vida de los protagonistas durante las “24 horas” les permite mostrar su cara más vulnerable, su perfil más macarra o arrivista, o por el contrario su compañerismo, generosidad, lealtad, confianza, dedicación, entrega. Todo esto tiene cabida en este serie, que brilla con luz propia y no suena a “ya visto”. Sólo por esto bien merece darle una oportunidad