Lo positivo de esta lectura es haber conocido una editorial, El Desvelo ediciones. El libro, muy bien editado, obra de Sara Huete, agrupa dos novelas cortas de Charles Asselineau (1820-1874). La primera, El infierno del bibliófilo, no me ha gustado nada. El autor recurre a los trillados círculos infernales dantescos para mostrar el delirio de un bibliófilo que sufre toda clase de penalidades relativas a la adquisición de libros a un precio exorbitante, y que incluso ve como su biblioteca merma de forma alarmante-que me trae en mientes el relato La curiosa circunstancia de un taxidermista de Adolfo García Ortega- hasta que descubre que todo ha sido un sueño. Novela pueril y deslavazada.
La segunda, El infierno del músico, forma parte del conjunto de novelas cortas de La doble vida. En ella, el sufriente es un músico que compone y se descompone, al no poder mostrar a nadie el fruto de su obra, hasta que un día le sonríe la vida y alcanza el éxito y poco después la vida le saca la lengua y lo hunde en el sufrimiento y en un tormento auditivo tal que no será capaz de encontrar la paz hasta que recale en una exótica isla, donde la balsámica presencia de una mujer, que luego será su esposa, lo ponga en la senda de la felicidad. Mejora algo con respecto al infierno del bibliófilo, pero dista mucho del tormento, desgarro y bajada a los infiernos, que tan bien explicita por ejemplo Charles Baudelaire en sus Flores del mal, y cuya biografía, por cierto, escribió Asselineau.
El Desvelo Ediciones. 128 páginas. 2012. Prólogo, traducción y notas de Guillermo López Gallego.