A sus negras entrañas
César Martín Ortiz
Baile del Sol Ediciones
Año de publicación: 2021
584 páginas
A su muerte, César Martín Ortiz dejó sin publicar tres obras conclusas: Necrosfera, De corazones y cerebros y A sus negras entrañas. Acerca de De corazones y cerebros ya hablé en su día, con apasionamiento, pues me encantó. Necrosfera la tengo pendiente de leer. A sus negras entrañas, al igual que De corazones y cerebros es una novela espléndida, compuesta por cinco libros. En total casi 600 páginas. Novela que plantea distintos escenarios, a futuro, que bien pueden convertirse en bonos basura. Sobre la mesa, la libertad. En este futuro el poder mundial, descontada una Europa espectral, reside en su casi totalidad en Quimérica (toda la novela abunda en un sinfín de aliteraciones referidas a actores, políticos, directores de cine, dictadores, empresas…) empeñada en difundir y extender la libertad quimericana por todos los rincones del orbe. Libertad en manos, o encadenada, a un sistema neoliberal y ultracapitalista en el que el horizonte humano da de sí lo que da el Crédito vital de cada individuo, en un sistema económico en el que todo tiene un precio, todo es objeto de compra y venta y en el que las transacciones no remuneradas, al albur por ejemplo de la amistad son reprobadas; sistema económico y estilo de vida, que van de la mano, cuyo framework es la televisión, en el futuro holovisión, y así sobre ese escenario a un público anestesiado y entontecido con millones de horas de televisión en sus pupilas y cerebros colapsados les van haciendo un traje a medida, un traje que les calienta y abriga y los preserva de cuanto les rodea, en unas vidas que se ajustan a pies juntillas a los personajes de las series que ven en la ubicuas pantallas.
No sale por la tele porque sea real, sino que es real porque sale por la tele. La emisión de este reportaje chapucero establece la realidad, prueba la realidad. Las interpretaciones escépticas ya no deben luchar contra otra interpretación, sino contra la realidad establecida como tal, lo que las coloca en una posición de extrema debilidad. No importa que los escépticos sean más consistentes que los oficiales-ya ocurrió con el 11 de Septiembre-, puesto que no se permite oponer argumentos a argumentos, sino argumentos a una realidad instituida como algo que se demuestra a sí mismo. Sería como oponer argumentos a una montaña, y una montaña no desaparece a base de argumentos sino a base de dinamita.
A la muerte de César, internet aún estaba despuntando, pero el escenario aquí descrito se ajustaría bastante a la omnipotencia y ubicuidad de las redes, vertiendo millones de noticias falsas, creando contenidos vacíos, con campañas de desinformación y manipulación y sirviéndose de servicios en streaming para que el consumo audiovisual ficcional sea todavía más ingente, logrando limar las aristas un globo que cada vez se presenta más uniforme en cuanto a contenidos e ideologías. En la novela, Cuba ya forma parte del imperio quimericano, y todos aquellos movimientos insurgentes, son narcoterroristas, yihadistas, comunistas…: la encarnación del mal, que todo espectador, a las primeras de cambio y gracias a su vasta cultura televisiva sabrá apreciar con apenas un par de imágenes en sus pantallas.
Para diseccionar todo el entramado televisivo el autor se sirve del profesor Linneus, experto en Semántica televisiva. Los movimientos revolucionarios en defensa de la libertad corren a cargo de El Bárbaro Bilbao, el doctor Elizondo, Maria Sorensen, la Santa y su memoria es la memoria de las víctimas de las injusticias siempre invisibilizadas, intercambiables, vidas de saldo. Vidas a secas, que en sí mismas, como apunta César en las postrimerías de una novela que uno quisiera infinita, y en parte lo es, porque lo aquí planteado no deja de ser un lucha entre el bien y el mal, valen menos que la vida laboral, pues este parece ser el único atributo válido aprovechable en un sistema capitalista esquilmador, que escanea y reconoce al ser humano bajo esta única cualidad, desechando cualquier otra no evaluable económicamente, bajo esa dualidad enfermiza de right/wrong, apto/no apto. Pensamiento único y binario.