El cómic Café Budapest de Alfonso Zapico, publicado por Astiberri Ediciones, nos sitúa en Budapest en 1947. Ha finalizado la Segunda Guerra Mundial y tras la derrota de Hitler, en Hungría los comunistas toman el poder. Los judíos, tras haber sido víctimas de la Shoá, al ser liberados de los campos de concentración y regresar a sus lugares de origen, ven como sus casas han sido ocupadas, no son bienvenidos y algunos son asesinados. Una de las supervivientes de los campos –el de Auschwitz- es Sherintza (hay una escena terrible que explicaría su actual estado, ese estar ausente) que vive con su hijo Chaskel. Al recibir una invitación de Josef, el hermano de Sherintza para mudarse a Jerusalén, a pesar de las reticencias de Sherintza, finalmente hacen el viaje y dejan Hungría.
En 1947 la situación en Jerusalén es tranquila y árabes y judíos llevan una convivencia bastante pacífica. Poco después se sucede una escalada de violencia por unos y otros. Inglaterra, que ejerce como mediador, ve cómo la situación se la va de las manos. En 1948 tiene lugar la creación del Estado de Israel y los enfrentamientos armados entre árabes y judíos se recrudecen, como consecuencia de nacionalismos cada vez más excluyentes.
Este deterioro de las relaciones es el meollo del cómic de Zapico. Cheskel, se enamora de una mujer árabe, y ambos son testigos de cómo la situación se encarniza mientras se cometen crímenes y atentados. Josef es tentado para tomar parte en las acciones armadas de los judíos. Pero no quiere saber nada de la violencia. Los fantasmas del pasado no dejan de pasarle factura, ya que en Hungría, en la época de las revueltas obreras, el comandó una huelga y le colgaron el apodo del León de Budapest. Ni siquiera la música ofrece un bálsamo a la belicosa situación. Cheskel acude a casa de su amada Yaiza y toca su violín junto al padre de esta. Llega un momento en el que han de separarse porque las circunstancias imposibilitan una normal relación entre ellos.
Como la vida da muchas vueltas, a veces los viajes son reversibles. Buscando la simetría, acabamos en 1949 en Budapest, en el Café Palestina.
El cómic de Zapico, en blanco negro, mediante abigarradas viñetas, muy expresivas, da cuenta tanto del amor, como de la alegría o la sinrazón y echando mano de un buen número de personajes normales y corrientes, sirve como una herramienta para conocer mejor la historia del pasado siglo y asimismo nos ofrece también elementos de reflexión sobre un momento determinante de la historia, pues desde 1948, la relación entre judíos y árabes es un conflicto, alimentado por el odio mutuo, que ha devenido crónico.
Bueno.
Israel y Palestina entre 1897 y 1967: una tierra dos veces prometida. (ver vídeo)