Cándido o El optimismo, de Voltaire (1694-1778), publicado en 1759, es una de las novelas más divertidas y disparatadas que he leído. Voltaire, escritor, historiador, filósofo y abogado francés, pergeña aquí una simpar aventura.
Una miríada de personajes, entre ellos Pangloss, Cunegunda, Barón de Thunder-ten-tronckh, Cándido, Cacambo, La vieja o Martin, recorren el orbe mientras les suceden toda clase de aventuras y desventuras, y un sinfín de peripecias tronchantes. La premisa, siguiendo las palabras de Leibniz es que vivimos en el mejor de los mundos posibles. Eso piensa y defiende también el filósofo Pangloss. Cándido no lo tiene tan claro, y a medida que recorre el mundo ve como la injusticia campa a sus anchas; como la religión, lejos de hermanar, pasará por la hoguera, Inquisición mediante, a todo aquel que saque los pies del tiesto. Además, las catástrofes naturales asolan el territorio lisboeta, como un terremoto, por ejemplo. Las palabras dedicadas a Homero, a la obra de Milton, al pintor Rafael, son desternillantes.
A un ritmo frenético pasamos de Surinam a Burdeos, de Burdeos a París, de París a Dieppe, de Dieppe a Portsmouth, para costear Portugal y España, y atravesar todo el Mediterráneo y pasar algunos meses en Venecia, y arribar a Constatinopla. Curiosamente los personajes van desapareciendo, ahorcados, chamuscados en la hoguera, ensartados en una espada… pero luego vemos que nada es lo que parece y que todos ellos tendrán un final en recíproca compañía. Una de esas frases que van a parar a los calendarios de mesa como aforismo aparece aquí: y el trabajo nos libra de tres insufribles calamidades: el aburrimiento, el vicio y la necesidad.
Traducción de Mauro Armiño.
Austral
240 páginas
Año de publicación: 2016