Archivo del Autor: Francisco H. González

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Stefan Zweig

En ningún momento me sentí próximo a nadie. Por supuesto, a algunos podría haberlos conocido mejor, pero mi timidez me impedía importunarlos, una timidez que más tarde reconocería como la secreta y feliz norma de mi existencia: que yo no debía ir en busca de nada y que todo se me daría en el momento oportuno. Lo que a mí me moldeó nunca partió de mi deseo, de mi laboriosa voluntad, sino siempre de la gracia y el destino: y así también esta maravillosa persona, que de pronto entró en mi vida en el momento oportuno y que entonces se convirtió en la constelación espiritual de mi juventud.

Las tres vidas de Stefan Zweig. Oliver Matuschek. papel de liar. 2009. Traducción de Christina Sánchez

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Volverás a Región (Juan Benet)

Juan Benet (1927-1993) en sus tiempos de estudiante universitario ya barruntaba la idea de una novela. Luego en 1962, trabajando ya como ingeniero, en la construcción de la presa del Río Porma en León, con más tiempo libre, durante dos años materializará ese anhelo libresco de juventud que culminará en 1964, con la escritura de Volverás a Región: topografía imaginaria a la que Benet volverá luego en un buen número de ocasiones, pues según él se convirtió en una fuente inagotable de ideas, abundando en aquellas latitudes, y lasitudes (a la inversa). Para Benet, que vivía en Madrid y veraneaba en San Sebastián y Barcelona, aquel paisaje leonés, campestre, virgen, indómito, le resultaría muy sugerente, tanto que la primera parte de la novela es un descripción exhaustiva (geológica, climatológica, muy prolija en detalles de fauna y flora) del terreno que Benet hollaría en su largas caminatas, transubstanciando la topografía real que contemplaba y escudriñaba a diario por otra a la que llamó Región: los montes de Mantua, el Monje, San Pedro, el Torres, el Acatón, el collado de los Muertos, el río Torce, su afluente Tarrentino, etc. En ese terreno imaginario inserta Benet la guerra civil española, y buena parte de la novela es una descripción detallada de los movimientos de tropas y contiendas bélicas entre los republicanos y nacionales que acontecieron en Región. Otra parte de la novela se despliega en largos monólogos, auxiliados con alguna escasa pregunta de su interlocutor, en la que una yerma mujer, Marré Gamallo (hija de un coronel) y el Doctor Sebastián (al cuidado de un menor), abren las esclusas de la memoria para referirnos parte de sus biografías, (a)negadas por la hiel guerracivilina. Decía Benet que lo difícil era escribir una novela sin argumento. Aquí el argumento como tal es mínimo, lo que convierte a la novela y a su paraje en insondable, en sus ramificaciones sociológicas, históricas y geológicas, pero si uno decide habitar durante un tiempo esta Región, entiende la lectura como una expedición, se ata los machos, no se amilana ante los primeros repechos, barrancos, o torrentes literarios, se pertrecha de un lapicero afilado (con ínfulas de escalpelo) y un diccionario (para desvelar términos como cúfica, carquesas, balma, rabona, paradoxal, devónica, olagas, salguero, loranto, argumeno, verradilla, manigua, eretismo, conscripción, edículo, raceilla, columbros…) y va y viene por los laberínticos párrafos sintácticos las veces que sea menester hasta aprehenderlos, decantarlos, e incluso desbaratarlos (porque en algunos momentos de zozobra leer a Benet es como leer algo en una lengua que no es la tuya) al tiempo que resiste las sacudidas de la potencia huracanada -avivada por lo legendario, alegórico, mundano, simbólico (la fuerte presencia de Numa (preservador del orden natural y la estabilidad social), la barquera, el Jugador…) y lo profundamente humano (¿hay algo más humano que el odio, el rencor, la venganza, el deseo de revancha, la falta de esperanza y de amor, como sustento de este alarido fúnebre, desleído y asordinado en un presente (un sobrante de la voluntad, un saldo) que no existe, porque nunca ha llegado a suceder y en un pasado y una memoria que levantan acta de lo que no fue?) que anida entre las páginas- de la prosa mineral benetiana, sancionado todo ello a la hora de leer por las sabias palabras de Machado (Todo lo que se ignora se desprecia) y Adolfo Suárez: La vida siempre te da dos opciones: la cómoda y la difícil. Cuando dudes, elige siempre la difícil, porque así siempre estarás seguro de que no ha sido la comodidad la que ha elegido por ti, esto entonces sólo puede clausurarse con una pregunta a la gallega. ¿Volverás a Benet?
¿Por?

Miedines

Uno lee tantas cosas sobre Juan Benet, sobre la inaccesibilidad de su prosa, que si sus novelas son paredes verticales, que si patatín que si patatán.

Para disipar las dudas, los miedines y los temores hay que ir siempre a la zona cero del misterio, que aquí pasa por Volver a Región, al kilómetro cero de la narrativa benetiana.

Quizás sea porque después de haber leído obras como el Ulises de Joyce, La constatación brutal del presente de Avilés, Monsieur Teste de Valéry, Magistral de Giráldez o La broma infinita de DFW, estoy ya currado de espanto, de tal manera que más que pared vertical lo que llevo leído me parece una pista de patinaje, muy bien pulida, por cierto, en la que da gusto desplazarse (topográficamente), aunque sea en círculos, o besando la pista más tiempo que practicando la vertical, pero sobre todo gozando, mucho, con momentos librescos como el presente:

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