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Parad la guerra o me pego un tiro

Parad la guerra o me pego un tiro (Jacques Vaché)

Crea un mito y échate a dormir.

Es mucho más interesante todo lo que se ha escrito sobre Vaché que lo que este libro publicado por El Nadir ediciones, con traducción de René Parra, aporta al mundo de la literatura, que es casi nada.

Hay unos poemas mediocres, unos relatos con muy poco mordiente, unas cuantas ocurrencias surrealistas y unas cartas antibélicas escritas durante la refriega de la Primera Guerra Mundial que son lo mejor del libro, lo cual tampoco es decir mucho.

El caso es que como André Bretón se obsesionó en vida con Vaché, a EVM (ando leyendo Artistas sin obra de Jean-Yves Jouannais cuyo prólogo escribe EVM pues este libro de Jean-Yves refiere EVM que le fue muy provechoso al escribir su Bartleby y compañía. El libro de Jouannais ofrece datos interesantes como la circunstancia de que de no ser por Bazlen y Montale (y habría que añadir ahí a Joyce), Svevo sería hoy un perfecto desconocido. Y lo sigue siendo aunque ahora es un desconocido famoso) le pasó otro tanto con Vaché postmortem y de aquellos polvos estos lodos. Pues eso, que ahora yo me veo leyendo a este bartleby que murió sin haber publicado nada y que lectura a lectura de su obra, la figura de Vaché se expande por mitosis.

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La familia de Pascual Duarte (Camilo José Cela)

Hace 75 años que Camilo José Cela (1916-2002) escribió este libro, cuando tenía tan solo 26. En él Cela cede la voz a un criminal de un pequeño pueblo de Castilla, allá por 1942. ¿Criminal o víctima?. Pascual se ve acosado por las circunstancias y víctima de una explosiones violentas que no es capaz de refrenar, de tal manera que no hace falta mucho para que corran ríos de sangre. Para Pascual la violencia es como un mar al que no se le pueden poner diques. Hay crimen y arrepentimiento. Un arrepentimiento que siempre llega tarde y que plasma en esta suerte de memorias. Inscrita en el género tremendista esta novela de Cela no me deja indiferente y horada, porque creo que nos permite a nosotros como lectores ir más allá del estereotipo del criminal, y ver qué se esconde detrás del mismo, cuáles son sus raíces, siempre pisando un suelo sanguinolento, cuya avidez de sangre obra en Pascual de abono y de fertilizante.

En lo que queda de año tengo muy claro que seguiré abundando en la obra de Cela, Umbral y Delibes.