Varasek Ediciones
2014
165 páginas
A Miguel Alcázar lo conozco virtualmente por su hilarante blog literario Mike & Libros.
Miguel ha publicado hace pocos meses su primera novela, titulada Bulevar 20. La pedí en la biblioteca. La he leído y no me ha gustado nada.
Los que cuentan con veinte años en su haber, han leído poco (la mayoría) pero sí que han oído mucha música. Desde las diez de la noche hasta la alborada siguiente, los jóvenes de este libro van de bar en bar, esuchando canciones de Extremoduro, Platero y Tú, Fito, Marea, Deluxe, El canto del loco, Barricada, Reincidentes, La fuga, Iván Ferreiro, Amparanoia, Manolo Kabezabolo, Los Planetas, Pereza, las Nancys Rubias, Delinqüentes, Love of lesbian, etc.
He echado en falta algo de Héroes del Silencio, Albert Pla, Albertucho y Quique González.
Bulevar 20, que da título a la novela y es uno de los bares que forma parte del periplo etílico de estos jóvenes, transcurre en un lapso de seis horas, desde las doce de la noche, hasta las seis y pico del día siguiente. Los personajes son un rebaño formado por gente como Gabriel, Jaime, Lucas, Charly, Paula, Vero, Águeda y otros como el chico popular, la chica, una moderna, el deportista, el bakala, el estudioso, el roquero, el salido, etc. Las negritas son del autor, dando a entender así, se entiende, que esas palabras ennegrecidas son más relevantes que el resto, lo cual no es cierto, pues este rebaño humano está todo él cortado por el mismo patrón: todos ellos son jóvenes, y por la noche todos, sean de la tribu a la que pertenezcan, buscan lo mismo: consumir la noche abrevando, viendo culos, buscando lenguas, vaciando vasos, pegando botes, devorando las horas, follando, escuchando música, sudando, charlando, rumbo al amanecer.
Habiendo cumplido los veinte hace casi otros veinte, leer cosas de gente que trasnocha, narrado de una manera tan plana y pueril, me da mucho sopor. Leer a estas alturas, por ejemplo, una y otra vez cosas sobre pijos me produce somnolencia y si viene escrita en términos tan mortecinos y faltos de ingenio como los siguientes, me animo a seguir y a finiquitar el libro, no por gusto, sino más bien por mi afán por no dejar las cosas a medias.
Un pijo lleva más de una hora en su cuarto de baño. Se ha duchado, recibiendo los chorros del sistema de hidromasaje de su bañera y aplicándose gel de ducha Lactovit, champú Pantene y un acondicionador especial, hecho en farmacia, a base de camomila y extracto de uva. Después se ha secado con una toalla de Pierre Cardin, se ha extendido crema hidratante por todo el cuerpo y ha ensayado durante diez minutos miradas antes el espejo, antes de afeitarse y limpiarse la cara con productos específicos para pieles sensibles (página 19)
Hay más. Ahora en onda deportiva.
– Bueno, cuando estoy en Madrid voy al gimnasio, al Reebok del Paseo de la Castellana, pero aquí todo es una puta mierda…
-paro, y pienso en la página que leí en mundosalud la semana pasada -pues tiro de ejercicios (sentadillas, fondo de pecho, saltos de tijera, flexiones, rotaciones, pesas abdominales) un par de horas por semana -tomo aire para continuar-,aunque, como todo eso se queda en nada si uno no se alimenta bien, pues lo combino todo con un complejo vitamínico especial para el soporte de la musculatura y una dieta rica en pollo…Vamos, lo básico. (página 94)
Os preguntáreis si hay mujeres en este libro. Sí, haberlas, haylas, Paula es una de ella.
Qué mal, qué borracha voy, todo está como flotando, pero estas chicas siguen riéndose y parece que se lo están pasando bien. Es lo importante, ¿no? Es lo que más me importa: que se lo pasen bien, que todo vaya bien…!Que todo vaya bien…!Que todo vaya bien!. De qué te ríes, me preguntan y les contesto que todo va genial y ellas se ríen también, con sus sonrisas perfectas y sus caras perfectas…!Son geniales! La verdad es que me lo estoy pasando bien, ¿no?. (página 138)
¿A qué mola?. ¿A qué da mucho gusto ver que las jóvenes de este país se lo pasan tan de puta madre cuando salen por ahí?. Si este párrafo fuera en plan de coña, tendría un pase, pero darle a este monumento a la sinsorguez, un tono serio, algo tipo «retrato social generacional» me lleva a la náusea.
El libro quiere resultar actual, abarcar muchas cosas y cual cajón de sastre cabe de todo: hay alguna diatriba contra Rajoy y Rubalcaba, se menta a Bieber, hay perroflatuas surgidos del 15M, bakalas, chonis, pijos, heavys, las redes sociales:twitter, facebook, Badoo, también móviles de última generación, páginas web porno, mucho universitario, erasmus, camareras procaces, viejos verdes, mucho pagafantas, Los Serrano, Médico de familia, el Círculo de Lectores y cuantas canciones y grupos os podáis imaginar.
¿Es este un libro generacional?. En absoluto. Hay que ir más allá de nombrar unas cuantas tribus urbanas, y desplegar todos los clichés imaginables sobre el papel, para hacer de esta novela algo de peso. Este es un libro nini, ni divierte ni interesa ni emociona.
Hay muchos personajes, de cartón piedra todos ellos, todos ellos intercambiables (más allá de que uno tenga novia, el otro solo quiera follar, el otro esté rayado y el otro sea más tímido que los demás), como si el autor no se viera capaz (esto son conjeturas) de sostener el peso de una historia tan simple, banal y epidérmica, sobre una o unas pocas voces, por lo que peso de la trama (que consiste en ir pasando las horas con nocturnidad y modorrez), se desmenuza en un conjunto de voces, que tristemente suenan todas igualmente monocordes, como en un coro muy bien afinado que sonara como una única voz.
No hay digresión, ni altibajos, ni destellos, ni humor (¿dónde se ha metido el Mike del blog?), ni salidas de tono, bueno sí. Los pijos son unos subnormales y el autor no se esfuerza en ir mucho más allá del arquetipo, de la etiqueta, de nombrar a una tribu y dejar los puntos suspensivos para que cada uno ponga de su parte los prejuicios y rellene el espacio en blanco con frases hechas.
Si la historia hubiera ido de jóvenes que la palman de un coma etílico, o que ponen bombas en el Senado, o que queman cajeros o que apalizan a algun skinhead, o que se prenden fuego a lo bonzo en primaveras ibéricas, o que de tanto follar (porque en esta novela se habla mucho de follar pero se folla todavía menos que en el País Vasco) acaban cogiendo una enfermedad venérea, o ciegos de tanto masturbarse (!cuánta lefa malgastada, escupe, bastarda!), o que les da un derrame cerebral al leer poesía en los bordillos de las aceras, entonces, una novela así me hubiera resultado al menos interesante, pero ver (leer) como durante seis horas todos ellos y ellas, beben y beben y vuelven a beber, de bar en bar, viendo culos, diseccionando miraditas, fumando porros y escuchando canciones, apalancados en el tedio, convierte su noche, la de todos ellos en una noche más, y la lectura de este mediocre libro, en otra lectura más, fungible.
Y después de este momento Kit Kat (amargo), y de estos brotes verdes nostálgicos musicales, volveré a la lectura de El bandido, de Robert Walser, donde tampoco pasa nada, pero donde a su vez todo es una pasada. Hete ahí el ingenio de un genio.