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Unos centímetros de mar

La patria de los suicidas (Pascual Martínez)
Pascual Martínez
La patria de los suicidas
Siruela
2021
335 páginas
El Logroñés Pascual Martínez (estudiante en el I.E.S Escultor Daniel como un servidor) debuta en el género de la novela negra (antes había publicado otra novela, El morador eterno) con la entretenidísima La patria de los suicidas, título que me recuerda a otro, La playa de los ahogados, no solo en el título.
Novela de 334 páginas que he leído prácticamente del tirón. Primero en la playa, luego en la piscina, (y de buena gana me hubiese llevado el ejemplar a la ducha como Bolaño) y más tarde antes y después de la siesta.
Pascual nos lleva a un pequeño pueblo cordobés, Iznájar. Allá es destinado (o desterrado) el sargento de la Guardia Civil Ernesto Pitana, al que apartan del medio a fin de no expedientarlo, tras la resolución de un caso de forma tan expeditiva como antiprocedimental.
En Iznájar hace un calor de cojones y los lugareños parecen tener más querencia de la cuenta a la actividad de poner término a sus vidas.
Pitana ha ganarse la confianza de sus compañeros, vencer las inevitables reticencias, ofrecer todos los sentidos alerta, pues a modo de plan de acogida se le ofrece un ahorcado en un olivar.
La pregunta que cabe hacerse es qué tienen de especial aquellas tierras para que tanta gente se suicide. Una teoría nos aboca a tramas del estilo de la serie Curon, con una dama del lago que anima, con cantos de sirena (que suenan a requiem) a los lugareños a suicidarse. También pueden ser por cuestiones genéticas le hace saber una investigadora a Pitana.
Una fotografía con varios adolescentes en ella, arrojará luz definitiva sobre el asunto.
Sutilmente el autor irá desvelando la trama, aportando datos, circunstancias, pruebas, con una solvente voz narradora cuyas metáforas, bien traídas a cuenta, provocan hilaridad. Pero no todo va a ser sufrir los rigores del calor para Pitana, pues también podrá disfrutar de los placeres del cuerpo, y clausurar así una ausencia que pensaba irreparable.
Como bien dice el refrán de aquellos polvos (aquí forzados) estos lodos. Actos pretéritos consumados en la adolescencia que tendrán consecuencias, fatales, funestas y letales, como se verá.
Un plausible debut en la novela negra el de Pascual Martínez.
A lomos del León Dormido
Una excursión muy interesante para los que vivimos en Logroño consiste en llegarse hasta el León Dormido, monte que se divisa desde Logroño perfectamente. Separan veinte kilómetros El León Dormido de la capital riojana y para llegar hasta la montaña, la caprichosa topografía fronteriza nos hará atravesar Oyón, perteneciente a Álava y más tarde Meano y La Población, pueblos navarros. La ascensión al León Dormido la emprendimos desde La Población. Ascensión que no da tregua hasta que llegas a la cima. Y que deja en la retina preciosos paisajes. El regreso lo hicimos por otro camino distinto, por una senda que se abre detrás de una roca a unos 150 metros descendiendo la cima. Descenso espectacular entre árboles. En un momento determinado hay una cadena en la roca a la que agarrarse para no caer al vacío.
Ruta circular de apenas cinco kilómetros y 400 metros de desnivel.
Y ya en ruta una magnífica decisión consiste en acercarse hasta las piscinas fluviales de Fresnedo, a veinte minutos de La Población. Área recreativa bien surtida de mesas de piedra, zonas de sombra, asadores (a pleno rendimiento), aparcamiento (bien poblado de autocaravanas, furgonetas y camper) canasta de baloncesto y piscina fluvial con la que mantener los calores a raya y la prole entretenida.