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El destino de la palabra

El destino de la palabra (Adan Kovacsics)

El destino de la palabra de Adan Kovacsics (de quien había leído sus traducciones de los ensayos de Béla Hamvas, también publicados en Ediciones del Subsuelo) es un interesante y proteico ensayo que ofrece tres perspectivas. El título del libro, El destino de la palabra (que es también el título del primer capítulo), parece profético. Nos podemos preguntar hacia dónde va hoy la palabra. Podemos pensar que a ninguna parte, toda vez que esta pierde su contenido y su capacidad de sugerencia; una vez que ha sido expoliada y vaciada. Algo que me recuerda a lo que decía también Javier Marías, acerca de algunas palabras que hoy ya no significan nada, de tal manera que algunos discursos son puro aire, de huecos que son.

Para Adan, el destino de la palabra es desaparecer. Afirma que llegará un momento en que no se entenderá nada de Shakespeare, no se entenderá nada de Sofoclés. Que es en los tópicos donde empieza a configurarse el carácter de mercancía de los conceptos y de las palabras. Y avisa: El vaciamiento de la palabra se relaciona, tanto en la obra de Karl Kraus como en la de Ósip Mandelstam, con el advenimiento de los totalitarismos. Qué es la palabra, podemos preguntarnos. La palabra es encantamiento, es revelación, responde Adan. La palabra era revelación. Luego fue verdad. Después fue hipótesis. Y Adan maneja la lógica: Un relato no es información, lo cual quiere decir también que la información no es relato. La verdad no es un producto, la verdad no se fábrica, la verdad se escucha. Lo que no se tiene en cuenta es que se trata esencialmente del lenguaje del capitalismo, el de la saturación, el de la repetición hasta el hartazgo, el de la desaparición de la palabra. El lenguaje es expresión. El lenguaje, dice Kraus, actúa en el pensamiento como la imaginación en los fenómenos.

El segundo capítulo lleva por título El lenguaje de la información, y como se afirma antes, no es relato, más bien es un desierto, un erial. Lo vemos cuando cogemos cualquier periódico y leemos: Ha descendido un 65 por ciento la facturación del puerto. Tiempo de lectura: 2 minutos. El 66 por ciento de las personas está cansada. Quemar grasa con 1 minuto de ejercicio. Reduce un 7 por ciento el colesterol. Nos faltan dos profesores y medio. La calle más larga de España mide 19 kilómetros. Aumenta un 28 por ciento anual la gonorrea. El tercer planeta más rápido del planeta vivía en La Rioja…

Y cierra el libro el capítulo El Tiempo, donde Adan compila un buen número de reflexiones sobre el Tiempo, eso que nadie sabe lo que es pero cuyos efectos son devastadores. Y de la misma manera que la oración es la puerta, la ventana, o la gatera para hablar con Dios, también las palabras son el imposible cepo para atrapar el Tiempo, el papel el continente en blanco donde fijar los recuerdos, los de un padre y su infausta relación con su hijo Gyuri, tras la muerte de Margit, esposa y madre; toda música. El hijo que se le aparece al padre para preguntarle quién lo mato. El padre que reflexiona sobre el Tiempo y mezcla los recuerdos en un barrio de Budapest con su presencia en la selva, donde vive, siguiendo el vuelo de los tucanes y la crecida del río. Donde se manifiesta lo imposible de muchas relaciones, a pesar de ser filiales. El imperativo de ser otro, de convertirse en Saturno, llegado el caso.

El destino de la palabra
Adan Kovacsics
Ediciones del Subsuelo
2025
96 páginas