Me pasé el otro día por Alcampo y descubrí el rincón del gourmet. Vi el aceite y a poco se me sale el corazón del pecho ante el hallazgo. Había allí aceite de oliva virgen extra de casi todas las denominaciones de origen nacionales: Baena, Montes de Granada, Estepa, que son las tres que se ven en la foto comenzando por la izquierda.
Así que ni corto ni perezoso cogí unas cuantas, las que más me llamaron la atención. Y ahora viene la segunda fase: la cata. Lo evidente es que el aceite, al igual que pasó con el vino, cada día viene mejor presentado y embotellado. Se hace mención al tipo de aceituna: hojiblanca, picual, arbequina, verdial, cornicabra, etc
Esto influye en el consumidor, que ve el aceite como un producto elegante, más allá de sus propiedades alimenticias y sanitarias.
El precio también va en consonancia, pues algunas de estas botellas, de 0,75 l, rondan los diez euros, o como La Boella sale a 10 euros el medio litro (y que en su web habla así del aceite que vemos el segundo comenzando por la derecha LA BOELLA PREMIUM, Aceite de oliva virgen extra seleccionado de nuestra mejor cosecha, realizada a mediados de Noviembre, justo cuando nuestras aceitunas están cambiando de color verde a negro, pasando por el rosado. Aceite de perfil equilibrado y complejo, frutado de oliva maduro identificable en nariz y boca, con gran diversidad de aromas vegetales secundarios, sobretodo manzana y platano. También aparecen matices a otras frutas maduras como almendra, tomate, hinojo y alcachofa. Presenta notas retronasales a kiwi, piel de plátano y manzana verde. La sensación en boca es almendrada y ligeramente destaca su dulzor, con una astringencia final que no interfiere en su perfil. En su conjunto resulta un aceite muy equilibrado y harmónico , así viene en la web, cuando es armónico, sin hache, con un marcado toque de dulzor característico de la variedad..), pero el placer que proporciona su consumo no tiene precio. Regar el pan con este oro líquido y deleitarnos con su gama de sabores; desde tomillo a pimiento, pasando por avellana, es todavía hoy uno de los placeres a los que podemos aferrarnos.