Interesante ensayo de Adolfo García Martínez (Zardaín, Tineo, 1948) filósofo, sociólogo, antropólogo -autor de obras como Los vaqueiros de alzada de Asturias, La familia rural asturiana, Cruce de culturas, La cultura somedana, La vejez en los pueblos de Asturias, Los ritos de paso, etc; Diseñó el Ecomuseo del Pan de Villanueva de Oscos,-en el que Adolfo reflexiona sobre las aldeas, en este caso asturianas. Las alabanzas no revisten el aspecto de ensueños pastoriles, bucólicos, ni románticos, pues hablamos de un ensayo de corte científico, analítico, donde cada término, cada definición viene precisada por lo que otros estudiosos en la materia han dicho (lo que explicaría la abundante bibliografía, en un ensayo bastante breve); las alabanzas tienen que ver con valorar la tradición, con sustanciar el concepto de raíz e identidad, con lo que una aldea es y sobre cúal es su papel y qué puede aportar hoy la aldea a la sociedad, qué vale la pena mantener o cómo deben adaptarse estas aldeas a los inevitables cambios.
Permite entender este ensayo (aunque sea de una manera superficial) el cambio producido en el entorno rural de los años sesenta a esta parte, el despoblamiento, los desafíos ante los que se enfrentaban y ante muchos de los cuales han sucumbido los paisanos, vemos como la vida moderna, el progreso, el consumismo, y las nuevas tecnologías han infeccionado el hábitat rural, dinamitando el quid pro quo (donde los aldeanos se ayudaban, se intercambiaban favores, un trueque que dejaba fuera lo económico), sometidas ahora las labores agrícolas y ganaderas a conceptos que imperan en el mercado como eficiencia y eficacia y que van en contra muchas veces de los ritmos naturales, a fin de producir más productos agrícolas y engordar animales más rápido, sin tener en cuenta la calidad, pues prima más la cantidad, el abastecer los mercados.
Vemos como la cultura, las escuelas, enculturan aculturando, pues los niños adquieren conocimientos que no les sirven para su día a día, para sus labores agrícolas y ganaderas, en el caso de que decidieran seguir los pasos de sus ancestros, de tal manera que la cultura -en tanto les amplía horizontes- los desarraiga. Los pueblos se vacían de gente joven y de mujeres, luego no hay descendencia y sólo quedan ancianos, los terrenos dedicados a los pastos, al cultivo de patatas, maíz y similares se abandonan y su espacio es ocupado por bosques o matorrales. Esto se ve en las fotos que ilustran el texto, donde se ve notoriamente el cambio en el paisaje de distintas aldeas en fotos tomadas en los años 20 del siglo pasado y otras recientes.
Propuestas como el Premio al pueblo ejemplar de Asturias, en marcha desde 1990, tratan de visibilizar y valorar las actividades de aquellos pueblos que hayan destacado de modo notable en defensa y conservación de su entorno natural, ambiental, de su patrimonio histórico, cultural o artístico, en iniciativas de impulso económico y social o en la realización de obras comunales u otras manifestaciones de solidaridad extraordinaria.
El turismo rural puede ser tanto una oportunidad como una amenaza. Las decisiones adoptadas recomienda el autor que se tomen de abajo arriba pues muchas veces quien legisla no tiene ni idea de la problemática e idiosincrasia rural y muchas de las decisiones y proyectos emprendidos fracasan al ponerse en práctica porque no son válidos para los pueblos. El autor recomienda seguir el ejemplo francés, los cuales vieron como los pueblos se vaciaban pero tomaron medias pronto para que la gente volviera a ellos y no se despoblaran más.
Otro elemento importante es, atendiendo a la pirámide de las necesidades de Maslow, ver en qué medida el pueblo puede satisfacer las necesidades de relaciones sociales, éxito, reconocimiento y autorrealización de los más jóvenes, y como estos buscan en otra parte, en la ciudad, fuera del pueblo, otra forma de ganarse la vida, de ver mundo, de romper con lo que se viene haciendo en su familia durante generaciones, de ser ellos mismos (y no lo que se espera de ellos), muchas veces propiciado por sus propios padres que en su idea de que quieren para sus hijos lo mejor, creen que la vida en el pueblo no es lo mejor y no les impiden, incluso les animan a ganarse y vivir sus vidas en otra parte.
Como conclusiones el autor afirma que hay que reducir la burocracia y el papeleo, dado que a la gente de los pueblos se les ponen trabas de todo tipo para cualquier actividad que quieren llevar a cabo. Apuesta por ser capaces de que la tradición y la modernidad sean capaces de realimentarse y de que los pueblos se conviertan en una reserva de la sociedad, por lo que habría que luchar por salvarlos.