Archivo de la categoría: Altamarea Ediciones

Por-que-Ucrania

Por qué Ucrania (Noam Chomsky)

Ya se ha cumplido un año de la invasión de Ucrania por Rusia. Para ir a los antecedentes de la invasión, resulta provechoso leer este libro que recoge ocho entrevistas a Noam Chomsky, uno de los mayores pensadores y activistas vivos. Entresaco algunos fragmentos.

El pacto era que Alemania podía ser unificada e incluso militarizada, lo que desde el punto de vista de Rusia era una concesión increíble. Vayamos a la historia moderna: en los últimos siglos, Alemania, ella sola, devastó más de una vez Rusia, que sobrevivió con dificultad. Llega Gorbachov y permite la reunificación alemana y, por si fuera poco, que entre en la OTAN, una alianza militar hostil a Rusia… Pero era un «te doy para que me des», un pacto de do ut des. La condición era que las fuerzas de la OTAN no se movieran «ni un centímetro hacia el este» («one inch to the East»). Aquella fue la promesa del secretario de Estado, James Baker, a Gorbachov, esto es, que no se iba a acercar a Berlín Este, a la Alemania del Este. No tenían la más mínima intención de ir más allá. Era una promesa verbal, nunca se puso nada por escrito. Y, de hecho, la OTAN se expandió inmediatamente hacia la Alemania del Este. Gorbachov no quedó, por supuesto, satisfecho, pero no había ningún acuerdo formal, solo un pacto verbal, entre caballeros, que fue violado de inmediato.

Luego, con Clinton, la OTAN se expandió, poco a poco, hasta las fronteras rusas. En 2008, la cosa siguió adelante con Bush hijo y, luego, con Obama. Se propuso a Ucrania y a Georgia que entraran en la OTAN.
Esto es una amenaza para Rusia, casi inconcebible para quienquiera que mande en Rusia: nadie, no importa quién, podría aceptarla. Ucrania, aunque no tuviéramos en cuenta las relaciones históricas, culturales, lingüísticas o de otro tipo, es un punto estratégico para los intereses geopolíticos y de seguridad de Rusia. Ucrania estaba destinada a causar graves problemas, que están ahora encima de la mesa y que, obviamente, explican lo que pasa hoy en aquella zona.

El funcionamiento actual es radicalmente antidemocrático. Así, las decisiones que controlan los programas sociales y políticos en general, las medidas económicas de Europa, las toman fundamentalmente grupos de no electos. La Troika no la ha elegido nadie, la Comisión Europea no es un órgano electo, no lo son el Banco Central Europeo ni, obviamente, el Fondo Monetario Internacional. Pero hay un margen para poder cambiar. Las cosas no tienen por qué ir siempre en esa dirección. Por ejemplo, el Parlamento Europeo, o una institución similar, podría convertirse en un sistema, en una institución que funcionara de verdad. Pero es algo que ha de ser construido, no es algo que suceda por sí mismo.

En 2008 G.W. Bush invitó a Ucrania a sumarse a la OTAN, y despertó al oso aletargado. Desde el punto de vista geoestratégico, Ucrania es un territorio fundamental para Rusia, y no hace falta hablar de la relación histórica entre los dos países ni de la población prorrusa que vive en Ucrania. Alemania y Francia vetaron la inconsciente invitación, oferta que nunca se retiró del todo. Ningún gobernante ruso la hubiera aceptado; Gorbachov, de ninguna de las maneras, pues ya se había manifestado claramente al respecto.

Si la crisis de Ucrania tuviera una solución pacífica sería un triunfo europeo, y rompería con la idea «atlantista» posbélica que tiene a Estados Unidos firmemente aferrado al puesto de mando. Se crearía también un precedente para una posterior independencia europea, e incluso para un acercamiento a la idea de Gorbachov. Además, con la «Nueva Ruta de la Seda» (Belt and Road Initiative) china que empuja desde el este, se abren nuevos y amplios escenarios en el nuevo orden mundial.

Podemos concluir que, para «debilitar a Rusia», Estados Unidos se dedica al grotesco experimento que hemos visto: evitar, con todos los medios a su alcance, que la vía diplomática pueda poner fin a la guerra y quedarse a mirar si Putin se sobrepone tranquilamente a la derrota o si usará la capacidad que tiene, por supuesto que la tiene, para destruir Ucrania y preparar el terreno para una guerra nuclear.

Los actos siempre tienen consecuencias. Los inocentes sufren, y lo hacen terriblemente, muchas veces. Estas preguntas no las puede eludir alguien que tenga una formación moral sólida, no pueden no hacerse siempre que consideramos si hemos de armar, y cómo, a los que resisten con valentía a una agresión homicida.

Hacer de Ucrania un Estado neutral debería ser la base de cualquier programa de paz constructivo, pero hay más. Debería intentar acercarse a una estructura federal que otorgue autonomía a la región del Donbás de acuerdo con las conclusiones básicas de los Acuerdos de Minsk II, o de lo que queda. Tampoco eso sería una novedad en los asuntos internacionales. En la historia, no existen dos casos idénticos y ningún ejemplo es perfecto, pero existen estructuras federales en Suiza y en Bélgica, entre otros. Es lo mínimo que debemos hacer. En este caso en concreto, debemos preguntarnos también cuán dispuestos estamos a asumir el riesgo de una guerra atómica, que significará no solo la desaparición de Ucrania, sino algo más, algo impensable.

Este conflicto nos enseña mucho sobre la cultura dominante porque el «grotesco experimento» se considera altamente elogiable, y porque cualquier esfuerzo por criticarlo se silencia o se castiga duramente con un impresionante torrente de mentiras y engaños.

altamarea. 2022. Traducción de Carlos Clavería Laguardia.

Cartilla de redención (Purificació Mascarell)

Cartilla de redención (Purificació Mascarell)

Purificació Mascarell
Cartilla de redención
Alta marea Ediciones
Año de publicación 2021
144 páginas

Cartilla de redención supone el sugerente debut en la ficción narrativa de Purificació Mascarell (Játiva, 1985). Son siete relatos: La córnea, La imperfección, El patio, Una historia inglesa, El alumno, Solo es agua, La visita. Algo más de 120 páginas.

Lo primero que me llama la atención del libro es la dedicatoria: A mis estudiantes, porque saben que todo podría ser de otras maneras.
Quizás porque la enseñanza es el contagio de una pasión.
Quizás porque nos es difícil, no solo a los jóvenes, entender la proteica realidad.
Quizás porque conviene abordar esta realidad desde distintos puntos de vista.
Quizás porque los errores son redimibles o abrigamos la esperanza.

Los relatos, en mayor o menor medida, abordan temas de actualidad, como puede ser una agresión física en un aula en La córnea; los efectos que pueden derivarse de la grabación de un vídeo sexual sin el conocimiento de los implicados, agravada la circunstancia audiovisual por la relación profesora-alumno en El alumno; el dar el visto bueno o no a esa oferta de ser el plan b (amatorio) de alguien en El patio (que deseo tenga más luces que sombras); las secuelas de una violación reciente en Solo es agua; la apropiación de la obra ajena que acaba convirtiéndose en propia y exitosa al tiempo que exige una confesión, un descargo en La imperfección; una presencia funnygamesca que romperá el limbo voluptuoso de una casa apartada cuando aparezca de la nada un quinqui que pondrá todo patas arriba en La visita; o un relato algo diferente al resto dotado de cierto aire misterioso, gótico, victoriano en Una historia inglesa.

Hay cierta exigencia intelectual que se verá correspondida cuando el lector sepa que transita por un paraje conocido, y a su manera reconfortante, cuando aparezcan en el texto referencia a a escritores, poetas, escultores, pintores, compositores: Max Ernst, Josef Hartwig, Otto Dix, Gabriel Fauré, Marisa Röesert, Elizabeth Taylor, Emilia Pardo Bazán, Satie, Lluís Vives, Christine Angot, Conan Doyle, Fiona MacCarthy, Elizabeth Siddal

La vindicación del feminismo que exige una toma de conciencia sobre una misma:

Recordamos cuando nos dio por jugar a la gūija y estudiamos el tablero en una casa abandonada cerca de las vías del tren adonde nos escabullíamos para dejar que los tíos nos sobaran a su antojo. Ellos, para calentarse; nosotras, para subir nuestra precaria autoestima. No había teoría feminista, ¿la conocen ahora las adolescentes?.

Leyendo el último relato La visita, parece que el intelecto y la sexualidad son rectas paralelas:

Tras años de relaciones intelectuales ya casi había olvidado el deleite de una boca fresca, unos dedos hábiles y un cuerpo presto.

Un alumno me recuerda a la secuencia de Días de vino y rosas cuando ella le dice a él que ojalá todo fuera como antes. Ella se lo dice a sí misma: cuánto quisiera volver para atrás. Y aquí no se trata del regreso a un pasado etílico en común, sino a esa vida muelle burguesa y cómoda que necesita ser espoleada con la infidelidad, para constatar luego que no hacía ninguna falta, para cosificar de paso al otro, y para evidenciar los distintas varas de medir según el sexo del infractor.

En definitiva, en Cartilla de redención, se dan cita temas de actualidad sobre los que la autora proyecta una mirada sagaz.

Y nada mejor para maridar la lectura de estos relatos que acompañarla de fartons y horchata bien fresquita, no granizada (que no solo fortifica las entrañas, sino que es buena también para los vértigos y los aturdimientos de cabeza), en uno de esos lugares con solera que tanto complacen al lector sibarita.

Como un rana en invierno (Daniela Padoan)

Como una rana en invierno. Tres mujeres en Auschwitz (Daniela Padoan)

Como una rana en invierno. Tres mujeres en Auschwitz, publicado por la editorial Altamarea es un libro de entrevistas a cargo de Daniela Padoan con traducción de Laura y Pablo Gastaldi. Entrevistas realizadas a Liliana Segre, Goti Bauer y Giuliana Tedeschi, las tres supervivientes de Auschwitz, ingresadas allá con 13, 19 y 31 años, donde permanecieron entre 12 y 14 meses, desde abril de 1944 hasta su liberación.

En las entrevistas, que vienen a ser como una conversación a cuatro voces hay elementos comunes, como el miedo compartido a ir en cualquier momento a las cámaras de gas, ubicados sus barracones frente a las chimeneas y el humo negro; el olor a carne quemada que respiraban todos los días. La necesidad de mantener su dignidad a pesar de que a su llegada les afeitasen la cabeza, les ducharan, viéndose obligadas a mostrar su desnudez a las otras presas, para luego vestir harapos, pares de zapatos que no casaban y tener que lidiar con la menstruación que se les retiraba a las pocas semanas de su llegada; una alimentación que las conducía a la delgadez extrema, al límite de sus fuerzas. Acciones que buscaban deshumanizarlas, convertirlas en objetos, en números, como los que les tatuaban en el brazo a la llegada, si superaban la selección y no iban directamente a las cámaras de gas, auxiliadas por los Sonderkommando cuya tarea quedó fielmente reflejada en El hijo de Saúl.

Comentan que reinaba la arbitrariedad, la ausencia de toda lógica, que conduce a la barbarie y la locura, y así veían cómo los SS enviaban a la cámara de gas a las presas por cualquier tontería, por lo que cada día era una ruleta rusa. En las entrevistas hablan de las leyes raciales que desde 1938 supondrán una soga en el cuello de los judíos italianos que los estrangulará económicamente, les imposibilitará el acceso al trabajo y los privará de sus bienes, para finalmente, todos aquellos que no pudieron huir (incluso aquellos abuelos que residían en asilos) ser enviados en trenes para el ganado que recorrieron miles de kilómetros por distintos países sin que llamaran la atención de nadie, hasta los campos de concentración como el de Auschwitz.

Una de ellas comenta cómo les engañaron los guías locales cuando trataron de huir por la montaña dejándola a ella y a sus familiares a merced de los alemanes. Otros vecinos, por cinco mil liras estaban dispuestos a denunciar a los judíos. Las autoridades locales ya habían hecho sus listados con los nombres, apellidos y direcciones postales de los judíos locales y cuando los alemanes toman Italia ya tenían todo el trabajo hecho. Las entrevistas, que no son muy extensas, no se centran demasiado en la estancia en los campos de concentración, y abarcan temas de sumo interés, como el regreso a casa una vez liberadas. Conocemos este periplo por obras maestras como La tregua de Primo Levi, al que se menciona una y otra vez. El título, Como una rana en invierno procede uno de sus poemas de Si esto es un hombre: Considerad si es una mujer/ quien no tiene cabellos ni nombre/ ni fuerzas para recordarlo,/ vacía la mirada y frío el regazo/ como una rana en invierno. Comentan que ellas tuvieron suerte porque al regresar tenían familiares y encontraron algo de amparo en ellos, mientras que otras compañeras polacas y húngaras, no tenían adonde regresar, porque sus bienes y pertenencias habían sido entregadas por los nazis a sus vecinos quienes veían recelosos su regreso, sintiéndolas como una presencia incómoda, situación desesperada que abocaría a muchas de estas mujeres al suicidio al poco de su liberación.

Liliana comenta que al ser liberada, con poco más de treinta kilos, en los meses anteriores a su llegada a casa cogería otros muchos kilos y cuando regresó, más que afecto y un hombro en el que llorar, alguien con quien confesarse y aliviar su pena, encontró censura, reprobación a su aspecto físico, a su forma de vestir, a sus maneras toscas, cuestionando qué tendría que haber hecho ella para sobrevivir, qué relaciones habría mantenido, con cuántos hombres, algo que a ella le resulta increíble escuchar porque el trato entre los nazis y las presas era inexistente y no iba más allá del maltrato físico, que estas delegaban en las Kapo, aquellas presas que se encargaban de la custodia de sus compañeras a las que desde la impunidad maltrataban y sometían a toda clase de vejaciones.

Como mujeres creen que su circunstancia era diferente a la de los hombres, que ellas tenían otra sensibilidad derivada en muchos casos del hecho de ser madres, que sufrían de otra manera la desnudez, los abusos y ultrajes que atentaban contra su feminidad, que superaron la situación en gran medida gracias a las relaciones fraternales que entre ellas surgieron, a las cosas y recuerdos que compartían en la intimidad y en el amontonamiento de cuerpos exánimes; aquella generosidad compartida que sería el motor de sus vidas, mientras que en el caso de los hombres no existen testimonios de nadie que dijera haber salvado el pellejo gracias a un compañero, pues como Levi afirma cada cual debía buscarse la vida y a veces en situaciones extremas era a costa de la de los demás.

Lo que a las tres supervivientes les preocupa es ver qué sucederá cuando ya no haya testigos, cuando todo quede solo en manos de los historiadores, del empuje de ciertas corrientes revisionistas o negacionistas que ponen estos testimonios en entredicho. Ahora, nos dicen, aún hay derecho a réplica y a desmentir lo que los negacionistas afirman, pero no saben qué sucederá cuando ya no quede ningún testigo. Pensaban que después del genocidio judío, de tanto sufrimiento y tantísimas vidas aniquiladas, la sociedad abriría los ojos espantada ante tanta barbarie y rectificaría. Luego comprobaron defraudadas que las décadas venideras solo traerían más guerras y nuevos genocidios.

Se plantean también las razones que les llevaron a no hacer públicos sus testimonios al poco de su liberación. Coinciden en que sus vivencias, para muchos eran increíbles, y para ellas, si decidían plasmarlo en un papel, inimaginables, como si hubiera una distancia casi insalvable entre lo que habían sufrido y la posibilidad de transmitirlo fielmente sobre el papel. Cuando deciden hacerlo, alzar la voz, ven que el espacio público ha sido copado por los hombres, que lo que Levi escribiera era ya la regla, su testimonio merecidamente universal. Piensan que su testimonio sería como el de otros muchos y muchas, pero a su vez ven que ningún testimonio tiene esa capacidad totalizadora que todo lo abarque y que cada testimonio por lo tanto suma y aporta algo distinto. Esta premisa es la que les lleva a convertirse en testigos públicos que desde entonces irán por toda Italia hablando en colegios, institutos y otros centros, acerca de su experiencia en los campos de concentración, venciendo el desinterés, el pasotismo que el genocidio judío genera en algunos.

Las sustanciosas entrevistas se cierran con el epílogo de Daniela Padoan, el cual ofrece una visión de conjunto, panorámica, poniendo de relieve la invisibilidad de la mujer en la Soah, reflexionando sobre el valor del testigo (Primo Levi tuvo muy claro a su paso por Auschwitz que quería sobrevivir para contar al mundo lo que había visto y sufrido en el campo de concentración; algo que no estaba en la mente de Liliana, Goti y Giuliana) y de los testimonios de sus tres entrevistadas, a las que creo que tenemos que agradecerles su valentía, su arrojo, pues a la dantesca tragedia experimentada durante su encierro vieron luego añadidas las infaustas consecuencias de su liberación, que condicionarían el resto de sus vidas así como las relaciones con sus descendientes, precisando el paso de muchos años para que por ejemplo sus hijas y nietas supieran las altas cotas de sufrimiento que sus madres y abuelas habían experimentando entonces y rumiado en silencio.

Lecturas periféricas

Trilogía de Auschwitz (Primo Levi)
Trieste (Daša Drndić)
Mi madre era de Mariúpol (Natascha Wodin)
No habrá muerte. Letras del Gulag y el Nazismo. De Borís Pasternak a Imre Kerstész (Toni Montesinos)