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No-cosas

No-cosas (Byung-Chul Han)

Leo No-cosas de Byung-Chul Han y pienso en los años de mi mocedad, cuando trajinaba con el walkman, el discman, el tocadiscos, los casetes, las cintas de vídeo, los vinilos, los libros. Observaba las portadas, copiaba las letras, grababa canciones de la radio, registraba los episodios de Doctor en Alaska o de Aquellos maravillosos años en videocasetes. Llamaba desde las cabinas para conversar. No existían los audios que fragmentan y difieren la “conversación” y que deja de serlo como tal.

Aquellos objetos de mi adolescencia han sido desplazados o se han vuelto innecesarios con el streaming, con aplicaciones como Spotify, o con los libros electrónicos.

Describe muy bien todo esto Byung-Chul Han en su ensayo; cómo las cosas se convierten en no-cosas devoradas por lo virtual, porque la digitalización desmaterializa y descorporeiza el mundo.

Todos aquellos objetos eran un contenedor de nuestra experiencia y de nuestros recuerdos. Recuerdo cuándo compré los vinilos, lo que me deparó su escucha, la ilusión con la que grababa cintas de música de la radio que luego compartía con mis amigos.
Hoy se accede a ficheros, se comparten enlaces, listas de reproducción, se almacenan toneladas de datos de gigas con libros, fotos, discografías completas que van a parar a los discos duros de nuestros ordenadores y quedan ahí, presentes pero al margen, porque nada las ata a nosotros.
Son no-cosas que no sentimos porque no nos pertenecen.

La sociedad de la transparencia

La sociedad de la transparencia (Byung-Chul Han)

La sociedad de la transparencia. El ensayo de Byung-Chul Han engloba en sus capítulos la sociedad positiva, de la exposición, de la evidencia, porno, de la aceleración, íntima, de la información, de la revelación, del control.

Internet, las redes sociales, la sociedad digital evidencian la transparencia en la que la gente desnuda su identidad y se expone voluntariamente para someterse gustosamente al control y fiscalización de sus actos y pensamientos. Según el autor la hiperinformación y la hipercomunicación (que no inyectan ninguna luz en la oscuridad) dan testimonio de la falta de verdad, e incluso de la falta de ser. Hay que acabar con la distancia porque a la sociedad de la transparencia le parece una negatividad, pero la falta de lejanía no es la cercanía, la falta de distancia aniquila el espacio. Estamos en manos de un gran panóptico que todo lo vigila. Habitamos una sociedad de la transparencia que no crea comunidades, sino acumulaciones o pluralidades casuales de individuos aislados para sí, de egos, que persiguen un interés común.

Afirma Han que la red digital como medio de la transparencia no está sometido a ningún imperativo moral. Parece quedar cada vez menos espacio para lo oculto, lo velado, lo misterioso, lo inaccesible. Quizás por eso Nietzsche, defendía la apariencia, la máscara, el secreto, el enigma, el ardid y el juego.

Y como último apunte, en la Sociedad porno, Han recurre a Benjamin, quien dijo que la transparencia no es el medio de lo bello. Para Kant lo sublime va más allá de la imaginación. Incluso es obsceno el rostro desnudo, sin misterios, hecho transparente, reducido a su puro estar expuesto. La pornografía carece de interioridad, reconditez y misterio. Es obscena la transparencia que no encubre nada, ni mantiene oculto, y lo entrega todo a la mirada. Hoy, todas las imágenes mediáticas son más o menos pornográficas. Son a lo sumo, el objeto de un me gusta, les falta toda intensidad semiótica.

Si queremos formularnos unas cuantas cuestiones acerca de nuestra atracción por las redes, la necesidad de desnudar la intimidad a los demás, y ese anhelo insaciable de transparencia, creo que las palabras de Byung-Chul recogidas en este breve ensayo (96 páginas) nos serán muy oportunas.