En Las Ramonas (traducido del gallego por María Alonso Seisdedos), Ana Cabaleiro (Saídres, 1974) nos ofrece una novela que mezcla los elementos propios del folletín -con Ramona, Mona, como protagonista, fotógrafa gallega de Saídres que ve cómo su marido le pone los cuernos con una concejala local, para luego desentenderse de su compromiso y desaparecer, lo cual le permite abordar a la autora una situación de ruptura en el seno de la pareja que acelera la caída de Mona, quien toca fondo, tanto en lo sentimental como en lo económico; las cogorzas que se pilla al finalizar los bodorrios tampoco le ayudan, y se ve además alanceada en su amor propio cuando ha de retornar al hogar casero superados los cuarenta- con otros de tinte social, como la precariedad en la que se ven inmersos todos cuantos rodean a Mona y ésta va conociendo en sus continuos desplazamientos en coche por las carreteras gallegas con aplicaciones recientes como el BlaBlaCar, dado que se ha quedado sin puntos. Conoce entonces camareras, azafatas de congresos, que tratan de costearse los estudios, pero que tampoco las sacarán de la temporalidad ni de los contratos basura.
Por encima de su infausta situación Ramona se siente artista y no una fotógrafa del montón, obligada a ganarse los cuartos como una fotógrafa de bodas. Ella tiene ideas en la cabeza que quiere llevar a buen puerto, pero no es tarea fácil. Decidirá no obstante jugárselo todo a una carta.
El ciclo de la vida al que se hace mención al final de la novela también sería aplicable al devenir de la propia Mona; tras el nacimiento y la caída, pasando por el aro, aún hay posibilidad para la resurrección, ARCO mediante. La novela toma entonces otro derrotero para ahondar en el arte conceptual, en cómo expresarse a través de la fotografía y la imagen. Mona quiere establecer un diálogo entre el pasado y el presente, incluso con aquel futuro de antaño que ya ha sido hoy superado y esta idea narrativa se cifra en el tren, en las estaciones (décadas atrás inauguradas de punta en blanco por el Generalísimo) hoy abandonadas, y aunque su idea flamígera resulte un fiasco le dará pie para su resurrección, echando mano de esas estelas paternales convertidas a veces en rampas de lanzamiento.
Incide mucho la autora en lo topográfico, en describir la geografía local a través de la toponimia y en su paisanaje, que como Las Ramonas del titulo hunden sus raíces en el terruño y en el abrevadero de la historia. Cabaleiro se maneja con soltura y chispa en los diálogos, para afinar su discurso reivindicativo y nada autocomplaciente, y pone también el acento en la idea de familia, en esa feminidad luchadora, trabajadora, curtida, superviviente, encarnada en las ascendientes de Mona, en todo aquel sustrato que da vida, soporte y amparo al resto.
De Conatus. 2020. Traducción de María Alonso Seisdedos. 154 páginas