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Carrefour

Con el 3×2 de Carrefour fui a uno de ellos, el que está saliendo de Logroño en dirección hacia Viana, para pertrecharme de unas cervezas acogidas a la promoción. Una vez en la sección de bebidas y tras ir varias veces arriba y abajo por el frontal de las birras, busqué a la encargada de la sección. Me salió al paso una joven regordeta. Le pregunté si sabía donde estaban las cervezas A.K. Damm. Me miró raro y se encogió de hombros. Lo repetí más despecio, haciendo una pausa detrás de la A y después de la K. Son de la misma marca que esta dije señalando unas latas Damm rojas, sólo que estas vienen en botellas de cristal. En el folleto que recibí en casa aparecen. Me miró de nuevo y me instó a que la siguiera, estiró el brazo media docena de veces por encima de las estanterías, para luego decirme que no tenía ningún folleto encima, pero que no le sonaba de nada esa marca, que no me podía ayudar.
No te preocupes respondí. No le dije que me había desplazado hasta allí para comprar sólo un buen montón de cervezas de esa marca, ni que me parecía extraño que habiendo en el catálogo solo una docena de cervezas acogidas al 3×2 y siendo ella la responsable de la sección no tuviera ni puta idea de lo que le estaba hablando.

Así que salí fuera, dejé el carro sin usar en su sitio y reflexioné sobre esos y esas que deben dar todos los días gracias a Dios, o a quien sea, de tener un puesto de trabajo siendo tan incompetentes en su tarea, mientras el desempleo se nutre de más de tres millones de personas.

Clásicos literarios

Pensaba que un libro se convertía en clásico cuando habían pasado varias décadas y el paso del tiempo lo conformaba como tal, reconocido y avalado por la crítica, escritores y lectores. Ahora veo como El Club Dumas de Arturo Pérez Reverte, se nos vende como un clásico, ¿lo es?. En mi opinión no, pero las editoriales usan estos ardides para publicitar sus nuevos productos o como en este caso para relanzar libros antiguos aprovechando el tirón de ventas que suponen las fechas Navideñas.

Publicidad en televisión

Hace años que no veo una película en televisión. Entre otras cosas porque si la película dura dos horas, al final con los anuncios dura tres. Lo mismo pasa con las series. La solución pasa por grabarlas en vídeo o dvd para luego verlas más tarde, pasando los anuncios. Ayer por la noche estuve viendo El internado, y en una de las pausas, metieron 16 minutos de publicidad. Demencial. Las cadenas, todas, hacen lo que les viene en gana, te cortan los programas cuando les apetece, no respetan los títulos de crédito de las películas, abusan de la publicidad y te cortan las series, a los dos minutos de comenzar, o cuando resta un minuto para que acaba un episodio, para emitir anuncios. Ver la televisión es consumir publicidad, o como dice el chiste, la televisión es eso que hay entre anuncio y anuncio.