El otro día me atoré viendo fotos de la Expo Zaragoza 2008. Unas amigas habían ido a pasar el día desde Logroño y cuando regresaron nos hicieron partícipes de lo que habían visto o registrado en sus cámaras digitales. Fue tal su atocinamiento que a duras penas lograban distinguir un pabellón de otro, a no ser que tuvieran una foto de la entrada, donde dice que país, es porque sino luego no había manera de sacar nada en claro.
Vi un alud de fotos de un acuario, otras tantas de planchas de plástico pintadas de verde que simulaban una selva. Del pabellón de La Rioja dijeron que era una mierda, porque no había nada dentro, ni si quiera unas botella de vino tinto de la tierra con la que enjuagar las gargantas y sofocar los calores.
Fueron en junio pero ya hacía un calor de mil demonios así que veremos que pasa en julio y agosto porque en Zaragoza esos meses son infernales de calor.
De las fotos que vi no me gustó ninguna. Vi edificios, muchas construcciones diversas, diversas instalaciones, suelos curiosos pero, por ningún lado vi el espíritu de la exposición, que dicen versa sobre el agua.
He estado en Terra Mítica y creo que esto es algo parecido. Me pasó cuando estuve en la Expo de Sevilla. Había colas interminables, mucho calor y las satisfaciones que me depararon la visita fueron nimias en contrastada con las ilusiones que me había hecho.
Zaragoza no queda lejos de Logroño pero lo cierto es que tras ver las fotos, las marabuntas de gente como rebaños, el atocinamiento de echar fotos a todo lo que se mueve (es un decir porque los edificios no se movían), casi que me quedo mejor en casa a la fresca al lado del ventilador, y si algún día mi economía me lo permite ya viajaré a Austria, Alemania, Italia o cualquier otro país, Asiático, Africano, Americano u Europeo porque esto de la Expo no me convence para nada.
Es un ardid comercial como otro cualquiera, otro hijo bastardo más de la era del hiperconsumismo, donde dicen que tenemos que ver, de manera somera para al final no sacar nada en claro. Muchos irán y a muchos les encantará y su paso por la Expo cambiará su vidas, que me lo cuenten, lo mismo me animo y caigo del burro y me voy a Zaragoza, pero de momento «Lo dudo«…