Archivo de la categoría: Diego Luis Sanromán

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Hormigón (Anselm Jappe)

No confundir, al compartir el mismo título, la novela de Bernhard con el ensayo de Anselm Jappe, publicado por Pepitas con traducción de Diego Luis Sanromán.

El hormigón es el enemigo público número uno para Jappe, a pesar de lo cual mantiene muy buena prensa, como se ve. La cruzada está hoy en contra de los plásticos.

Hace tres años un viaducto se vino abajo en Génova. El 15 de agosto de 2018. Murieron 43 personas. Había sido construido en 1967. El conocido como puente Morandi, era un puente de hormigón armado. El hormigón tiene fecha de caducidad, pero el derrumbe del puente genovés puede entenderse y explicarse, a lomos del optimismo, como una anomalía. Para Jappe este acontecimiento es el cordel del que tirar para hilar sus pensamientos acerca del urbanismo y la construcción. En el centro sitúa el hormigón, elemento constructivo que se ha hecho universal en un contexto capitalista e inscrito en la lógica del valor.

El valor capitalista ha abolido todas las particularidades locales, todas las tradiciones, y se impone como la única ley hasta en los últimos rincones del planeta, en los que anteriormente la vida social respondía a leyes muy diferentes dependiendo de las regiones; del mismo modo, el hormigón ha extendido su monótono reino por el mundo entero, homogeneizando todos los lugares con su presencia junto la gelatina del trabajo abstracto está hecha de piedra caliza y escombros.

La construcción no precisaba antes de arquitectos, sino de artesanos. Construcción local que echaba mano de los recursos naturales presentes en el lugar. De esta manera las construcciones eran un espejo, una señal de identidad. El hormigón permite construir barato, sin que nadie se pregunte sobre el coste ecológico del uso y abuso del hormigón a nivel planetario, el impacto que su uso tiene en cuanto a la detraccion de recursos (ríos dragados), contaminación atmosférica, respuesta frente a las inundaciones. El hormigón lima las diferencias, franquicia el paisaje. Si a eso le sumamos el empeño en el empleo del cristal, las largas avenidas, las calles sin balcones, ni trazados sinuosos, los sueños totalitarios se ven así cumplidos. La transparencia permite el control total del ciudadano (me viene en mientes la lectura de Rendición de Ray Loriga) que no tiene ya dónde esconderse, tampoco dónde reunirse, cuando uno se deja llevar por los proyectos de Le Corbusier o Haussmann.

Apela Jappe al sentido común, pero la inercia hoy es demasiado fuerte, una inercia convertida en bola de nieve que genera por parte de los administrados un uso indiscriminado del aire acondicionado, y la calefacción, aumentando así las emisiones y dañando el medio ambiente, que cada vez más deteriorado (y recalentado o gélido), hace todavía más necesario el uso de aires artificiales y calefactores. Un bucle, como se ve.

En cuanto al hormigón, a pesar de que se puede reciclar apenas se hace. Desgraciadamente los países que más usan el hormigón como China son los que menos reciclan, al contrario de Japón que llega a reciclar un 90% del hormigón. China recicla el 10% el hormigón y produce 2000 millones de toneladas de residuos de la construcción.

Uno de los aspectos más interesantes del ensayo son las palabras dedicadas a los arquitectos estrella, como por ejemplo Zara Hadid, responsable de la construcción de la estación de tren de alta velocidad de Afragola, en el barrio más desfavorecido de Nápoles. Comenta el autor que algunos de estos arquitectos tienen por principio no querer conocer el sitio en el que se implantará su construcción; esta debe existir como un objeto puro, independiente de todo contexto. No ha de extrañarnos luego que la obra no case con el lugar, que nos parezca algo ajeno, implantado, artificial, sobrante, y que para nada dé respuesta a las necesidades y deseos de los ciudadanos y usuarios.

Resulta estimulante leer a Jappe.

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Pornmutaciones (Diego Luis Sanromán)

Tengo en gran aprecio dos pequeñas palabras: No sé. Son pequeñas, pero tienen alas, decía Szymborska. En estos doce relatos (y un glosario nada elemental que hacen trece) de Diego Luis Sanromán publicados recientemente en Stirner aparecen varias veces, por boca de sus personajes, esas dos palabras aladas. Está bien. Sabemos que la única certeza es la incertidumbre en todo.

Hay que echarle dos cojones para escribir (Diego) y publicar (Adriano) relatos tan libérrimos como estos; insertos en esa clase de literatura que no encuentra fácil acomodo en las autopistas de la información y el ocio a granel.

Salvando las distancias leía a Sanromán y me venían flashes de la película La región salvaje, ecos de lecturas como Carnicería de Vivero (ahí también se mentaba un Diluvio universal), Fragmenta de Pastor, El vuelo de los charcos de Eduardo Iglesias, Alma/Click de Javier Moreno, etcétera.

Las Pornmutaciones del título ya nos sitúan en un escenario donde brotan por doquier las pollas, los coños (aquí, heridas), la lefa (no escuchaba esta palabra desde que en su día oía a Iniesta cantar aquello de: ¡tanta lefa para nada! ¡escupe bastarda). Pero al contrario del porno donde la realidad se constriñe y centra en un parte de la anatomía de los actores; polla, coño, ano, boca y ahí se queda la cámara, registrando, un buen número de minutos mientras los actores se vacían, en estos textos, proteicos, texturizados y seminales de Sanromán vuela la imaginación y quizás también la libido, en todas las direcciones, lanzando anzuelos, que al menos por mi parte, cobran su presa.

Está bien describir la realidad, pero está aún mejor dinamitarla desde dentro, darle espesura y sustancia, emplear la materia que segrega la inteligencia y la imaginación para literaturizar, aquí, el porno, trascendiéndolo, aupándolo desde la reflexión sobre el mismo. Click & Peep es una buena muestra de ello. Ahí se suceden varias escenas sexuales. El guion de las películas porno nos lleva a pensar que casi sería mejor que las películas fuesen mudas, pues nada se dice, o solo se dicen chorradas, dejándolo todo en manos de los gorjeos, ronroneos, gemidos, gritos, falsos todos ellos. Los diálogos, es un decir, son en inglés, y verlos traducidos permite poner el acento en ellos para confirmar lo anterior, y las palabras elevan el tono, pues lo visto, es lo visto mil veces y se demuestra que las palabras del narrador activan lo que las imágenes no logran cuando el porno es sinónimo de sopor, tedio y aburrimiento en cascada (o en corrida, en el mejor de los casos).

Aún me estoy recuperando de la lectura de Edén: cirugía mecánica (¿cómo clasificar este relato que parece una lección de anatomía robótica?). Lo proteico que decía antes se explicita en lo variopinto de las tramas. El soliloquio del asesino es brutal, busca remover las tripas y lo logra. Borrador de un informe es pasar a limpio las fantasías sensuales y juguetear con ellas, o darle vueltas sin parar como a un cubo de Rubik. Mi cabeza como el sol de la mañana, es un preámbulo (o prefacio, o incluso prepucio, si nos dejamos llevar por las anal-o(r)gías) suave para lo que se nos avecina, para ir metiendo las manos en harina, o en cabeza ajena. Todas las familias feroces nos aboca a un estado ruinoso, el del incesto ¿apocalíptico?. Es usted el Mago de los Vértigos, es territorio también para la fantasía sexual, para armar todos los deseos como un puzle en el cerebro que se deshace como la nieve y quema como ella en pos del santo grial de la autofelación.

Sanromán va en busca del humor y lo encuentra en el relato más breve, Sabes y en Tenebris Iptineus donde una cópula acaba resultando (con)fusión. Prima ahí la irrealidad embutida en una atmósfera muy bien conseguida, con los apuntes de un camarerooliscónpoeta. Producciones Nova Líbido presenta y Somewhere, someday, son dos divertidísimos relatos que abordan con mucha guasa el mundo historicista del porno como un producto industrial, cada día más consumido y demandado (una demanda cada vez más exigente en sus apetencias, superado el grado de saturación tal en el que nada parece impresionar al curtido espectador), abordando la mala suerte de muchos de sus actores y actrices cuando el porno se entrevera con lo criminal.

En suma, un doble feliz descubrimiento, el de una editorial y el de un autor, que bien podría afirmar que son la polla, pero no lo haré, a fin de que google no catalogue (si no lo ha hecho ya) esta blog como pornográfica.

Stirner. 2019. 134 páginas.