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La escala de los mapas (Belén Gopegui 1993)

La escala de los mapas Belén Gopegui portada libro

Belén Gopegui
1992
233 páginas
Anagrama

Belén Gopegui con 30 años vio publicada su primera novela La escala de los mapas, que recibió un sinfín de parabienes por parte de otros escritores como Francisco Umbral o Carmen Martín Gaite.

La historia que nos ofrece Gopegui es todo menos comercial, pues su lectura es como una travesía por el desierto o un ochomil, un campo minado donde hay que ir mirando bien el suelo a medida que vamos pisando, leyendo.

El protagonista es Sergio Prim enamorado de Brezo.
Él es geógrafo, ella también.
Sergio está enamorado de Brezo, bebe los vientos por ella, su pasión se ve alimentada al no verse correspondido. Ella le hablaba de sus amores, él encajaba los golpes de esos devaneos amorosos furtivos, fugitivos, ajenos. Porque siempre eran otros, otros, los amores: catarrros mal curados. Pero a veces los sueños se cumplen y los amores no correspondidos se tornan recíprocos y ante esa situación Sergio se devanará lo sesos tratando de conciliar los sentimientos hacia su amada con su obsesión por buscar ese hueco en el que esconderse del mundo exterior.

La idea que Sergio tiene del concepto de hueco lo entendemos mejor a través de estas palabras:

Libro del Tao (XI):

Treinta radios convergen en el centro de una rueda,
pero es su vacío
lo que hace útil al carro.

Se moldea la arcilla para hacer la vasija,
pero de su vacío
depende el uso de la vasija.

Se horadan puertas y ventanas en los muros de una casa,
y es el vacío
lo que permite habitarla.

Sergio parece un personaje vilamatiano, un ser humano entregado a la renuncia, al ensimismamiento, a la opacidad, alguien empeñado en desaparecer, en escurrir el bulto, en habitar las sombras, en vivir en la oscuridad, en ser el párpado que desaparece, el trozo de arena que la marea tapa en su sempiterno reflujo.

A Sergio le cuesta amar, entregarse, darse, quiere eso sí ocupar los huecos, los orificios femeninos, pero sin compromiso, de su amada Brezo, sin ataduras, sin responsabilidad. Le sobra todo aquello que va después del yo te quiero y yo también, amo y señor de un amor centrípeto, enajenado en su búsqueda de ese hueco perfecto, de ese refugio desde que el protegerse de la realidad que acecha, araña y acosa.

Leemos la historia de un ser excéntrico, a la deriva, que nos hace partícipe de su aventura, de su anti epopeya amorosa, de esa lucha interna por mantenerse fiel a su principios, de pelear a la contra en su desafío de una realidad que se cierne e inmoviliza, de hallar ese hueco-refugio, esa ola perfecta con la que todo surfista sueña, ese verso que da la gloria, esa novela que permita a su autora pasar a la posteridad.

La prosa de Gopegui en este libro logra una cosa: no deja indiferente. O te repele o bien te centrifuga y entonces estás pérdido. No hay pues escapatoria. Resta solo dejarse ir hasta el final, gozar de ese puñado de palabras que logran combinaciones prodigiosas, que obran ese milagro que le dan a uno razones para seguir leyendo.

Belén Gopegui | La conquista del aire

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La conquista del aire (Belén Gopegui)

Al fin. A Belén Gopegui quería leerla hacía ya años, pero por una razón u otra no llegaba el momento. En un comentario de un libro reseñado aquí se habló de La conquista del aire de Gopegui. Decidí leerlo y ahora comentarlo.
Cuando leo un libro de esta características me viene siempre en mente una viñeta del Roto, que dice «ya no hay clases sociales, solo hay niveles de consumo«, porque el libro de Gopegui es lo de que invitan a la reflexión, de los que nos hacen pensar o al menos creo que esta será la pretensión de la autora, más allá de convertir su libro en un mero pasatiempo que se consume al tiempo que se lee.

La relación que Carlos mantiene con Marta y Santiago se adentrará en un territorio inhóspito una vez que el primero les pida a sus dos amigos cuatro millones de pesetas (estamos en 1994 y sí, todavía no había entrado el euro en nuestras vidas). Dinero con el que Carlos podrá mantener en pie su empresa, evitando así echar el cierre.

Algo que en apariencia no debiera tener mucha importancia, ese préstamo, esa deuda a reembolsar, acaba teniéndola, tanto como para hacer estallar no solo amistades que uno creía solidificadas en la rutina, el conocimiento mutuo y el poso de los años, sino las relaciones afectivas, porque algo cambiará en la relación que Carlos mantiene con Ainhoa, Santiago con Sol y Marta con Guillermo.

Es fácil darlo todo cuando no se tiene nada, defender el bien común, universal, anteponer el bienestar ajeno al propio, crecer en el sacrificio, en la renuncia, hacer todo eso cuando uno es joven, valiente, arrogante, inocente y se siente libre. Pero esos jóvenes, Carlos, Marta y Santiago, han crecido y ahora superan los treinta, y tienen sus carreras universitarias terminadas, y se han dejado los codos preparando oposiciones, o han apostado por el emprendimiento personal, o son capaces de moverse bien en cualquier agua, con su ideología convertida en un cazadora reversible y van afianzándose en el escalafón social, progresando, atesorando bienes, propiedades, dinero en sus cuentas corrientes, relaciones en su balances afectivos, y ahora la renuncia (prestar en este caso 4 kilos) les escuece, ya no es un acto reflejo, sino algo que sopesar con calma, conciliar lo que dicta el corazón y el cerebro, conceder ese dinero a regañadientes, sin convicción, a la fuerza, porque la ausencia de ese dinero los hace débiles, frágiles, sometidos a la intemperie de lo contingente ellos que tienen cada vez más cosas atadas. Sigue leyendo

El origen del mundo (Pierre Michon 1996)

El origen del mundo portada libro Pierre Michon

Vaya racha llevo. El céntimetro de mar de Ignacio Ferrando se me hizo kilométrico, por lo que este daba de sí, o mejor, por lo que no daba de sí.

Ahora me acabo de leer El origen del mundo, y se me ha hecho igual de farragosa su lectura y eso que son solo 83 páginas (y 32 líneas por página).
No es el libro de Pierre Michon (publicado en Francia en 1996 y aquí en enero de 2012), similar a otro que también habla sobre el origen del mundo, El infinito en la palma de la mano de Gioconda Belli, que ese sí me gustó.

Es indudable que el título tiene lo suyo: es pomposo. La portada también. Pero al final hable Michon del origen del mundo, o del origen de las especies, no me ha gustado nada

El libro va de un joven, sin cumplir los 20, al que destinan al pueblo de Castelnau, en 1961. El joven se enamora de la estanquera a la que se quiere pasar por la piedra, y no encuentra la ocasión (tengo todavía reciente Antigua luz, y tanto arrebato juvenil empacha). El pueblo vive anclado en el pasado y Michon nos describe el acercamiento entre el joven y la mujer objeto de su pasión, a cuyo hijo da clase, en pos de una consumación que es casi como un truco de magia. Luego las últimas páginas las dedica a hablarnos de las carpas, otras anteriores de las cavernas, a volverse cansino con los sabios de las barbas puntiagudas, la carne supernumeraria (no la de lo sabios, entiéndase), y la Venus Calipigia (la de las hermosas nalgas).

El libro me lo leí mientras velaba a un enfermo. Pero yo tuve la sensación de que la anestesia me la habían puesto a mí, porque me era imposible concentrarme en la lectura y como no tenía marcapáginas, cada vez que retomaba la lectura, tenía la sensación de estar releyendo, así que la tortura fue doble o triple.

Michon tiene muchas cosas en la cabeza, pero al pasarlas en el papel o se vuelve uno más práctico y diáfano o aquello es como un cubo de rubik, del cual yo nunca pasar de las dos caras: no digo más..

Ahí dejo un párrafo para el recuerdo, antes de olvidarme del libro.


«Y a todo eso le ponía yo malas notas cuando me entraba la ventolera, inmutaba todo eso por la tangente». A la índole irritada y de contención dolorosa de mi forma de ser la colmaba (pag 75)»

Mr Gwyn (Alessandro Baricco 2012)

Mr Gwyn Alessandro Baricco AnagramaAlessandro Baricco se hizo famoso con su libro Seda. Sí, un libro sedoso, breve y molto carino. Pero Baricco además de libros sedosos, superó el efecto mimosin y se dedicó a otros géneros. Así por ejemplo practicó el ensayo con Next, hablando sobre la Globalización o Los Bárbaros, ensayo sobre la mutación, un muy buen libro, de obligada lectura, osaría a decir, a cuenta de los nativos digitales, de los bárbaros, esos que prefieren lo superficial, navegar en la red, conectarse y desconectarse, establecer relaciones, más que el conocimiento vertical a la antigua usanza.

A lo que vamos.
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