Archivo de la categoría: Editorial Barrett

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La intimidad (Rosa Moncayo Cazorla)

Toca fondo para mí
quiero verte resistir

Viva Suecia

Rosa Moncayo Cazorla
Editorial Barrett
Año de publicación: 2020
180 páginas

Intimidad: Zona espiritual íntima y reservada de una persona o de un grupo, especialmente de una familia.

En La intimidad, Rosa Moncayo (Palma de Mallorca, 1993) despoja la narración del mundo exterior y se centra en exclusiva en la vida de una pareja ¿Qué es una vida? Tal vez una suma de acciones, pensamientos, apetencias, errores, deseos, reincidencias, la proyección del sexo. Intimidad compartida por dos jóvenes, Gaspar y la narradora, ella enganchada a la cocaína, de párpado temblón. Pulsión destructiva que aboca al centro de la nada, noche oscura donde el amor es una luz negra. Centrifugando a la familia, las amistades devenidas en conocidos. Ajenos pues a todo lo circundante, la pareja habita en Madrid sin que la ciudad les roce, impermeables, a pesar de su juventud, al aliento fresco que supusiera el movimiento quincemeplazasoleado próximo a su domicilio cuando este surgió. La droga nubla la mente y pide exclusividad, el monopolio de un pensamiento recurrente, vómito que se alimenta de sí mismo. En la contraportada leemos que una joven pareja en plena espiral de drogas, obsesiones y autodestrucción decide dejar la ciudad y mudarse a una casa de campo para escapar del círculo social tóxico que la rodea ¿A qué círculo social se refiere, cuando la sociedad aquí de haberla es una sociedad de irresponsabilidad ilimitada solo a ellos dos como miembros? ¿Qué les depara una casa de campo? No les depara nada porque es como cambiar de maceta una flor de plástico indiferente a su destino artificial. El campo está ahí fuera, pero no entra en la narración ni en la vida de la pareja. El único punto de contacto entre su casa en el campo y la realidad que hay fuera es cuando Gaspar acude a la farmacia a comprar medicamentos para curar la gripe de ella. Nada más. Eso es el campo: lo ajeno, lo inapropiado, lo inasible. Algo más en lo que volcar su indiferencia al igual que con todo lo demás. Como un tren en vía muerta ella necesita algo que cambie la inercia que la aboca a la postración ¿Un hijo? ¿Otra relación? ¿Una ruptura? ¿Un corazón menos indolente en su latir?
La vida es ensayo, tentativa, prueba, error, y también flujo, movimiento, incertidumbre, azar, expectativa y literatura aquí empeñada en convertir una foto inanimada de arrítmico sentir en vídeo animoso. Aunque duela.

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Panza de burro (Andrea Abreu)

Estupendo debut el de Andrea Abreu con su novela Panza de burro editada por la sevillana Barrett.

Las protagonistas son dos niñas tinerfeñas de diez años. Vemos el mundo, a mediados de la primera década del siglo XXI (el mésinye, la novela en la televisión (Pasión de Gavilanes, La mujer en el espejo), el grupo Aventura, los primeros ciber, los Pokemon…), a través de sus ojos. La narradora está prendada de su amiga Isora, que la subyuga y eclipsa. Es esta la historia de una gran amistad, entreverada con deseos y picores amorosos. Ya saben, me vengo estregando.

La gran virtud de esta singular y audaz novela es el lenguaje (que da cobijo a la experiencia) que maneja Andrea: vivaz, luminoso, hilarante, electrizante; un léxico que se paladea (en la línea de Indiana, Melchor, Gallardo…) y sobre todo, el gran logro por parte de Andrea de esa vigorosa y fértil voz narrativa.

Como el boxeador que va trabajando a su adversario a base de golpes para dejarlo a punto de caramelo antes de soltarle el trompazo definitivo que lo lance a la lona, así opera Abreu en su relato; nos presenta a Isora y a su inseparable amiga, nos descacharramos con sus andanzas, juegos, diálogos, encontronazos, con su mirada virgen y desprejuiciada, con sus raptos de soledad y tristeza, ante las asechanzas de la malnacida brumasera en la que se cuecen los días en una masa espesa que confunde mar y cielo; nos esforzamos entonces al leer por tratar de recordar cómo éramos nosotros con diez años, medimos la distancia, la profundidad del abismo, buscamos algún parecido en aquel rostro infantil, y cuando el alma está ya emoliente, vienen dos giros, uno que tiene que ver con el cuestionamiento de la amistad, en el vestíbulo de la adolescencia y el aldabonazo final, del que aún ahora me ando restableciendo.

Pocas novelas leo de escritores tan jóvenes. Abreu es del 95, pero si son tan sobresalientes como ésta, que vengan en aluvión.

Barrett. 2020. 172 páginas. Prólogo y Editora por un libro: Sabina Urraca