Archivo de la categoría: Editorial Comares

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Era una rosa (Emilio Gavilanes)

Era una rosa es un libro de poemas de Emilio Gavilanes, editado por Comares. Algunos poemas siguen la métrica del haiku. Otros son de métrica libre, pero siempre son tres versos. Se principia así, de esta manera tan bella:

Este desorden
de pétalos caídos
era una rosa
.

Otros poemas me traen ecos de haikus recogidos en El gran silencio:

Ermita en ruinas.
Un minúsculo insecto
se come al santo.

En Era una rosa:

Convento en ruinas.
En el dedo del Creador
Cagó un pajarito.

A su vez hay una especie de continuidad.

En El gran silencio:

El viento sigue
agitando las ramas
sin una hoja
.

En Era una rosa:

Sopló un gran viento.
Las hojas que cayeron
Ya están muy lejos.

Los poemas, en la brevedad que aquí el lenguaje les concede, son fogonazos, hallazgos visuales, retratos a vuela pluma a cuanto nos rodea, asedia y libera.

Una mirada escrutadora enfocada hacia la naturaleza y sus elementos: el sol, la luna, el viento, los árboles, las ramas, las hojas, el arco iris, los relámpagos, las aves, el ciclo del agua –agua de lluvia convertida en un charco sucio-; la presencia humana y sus artefactos que deja animales muertos en las cunetas, eviscerados, aflorando sus vívidos colores (la sangre que no se nombra); momentos prosaicos, como ese vecino al que vemos colgar la ropa y parece seguir dentro de ella, ancianas que toman conciencia de que sus muñecas –a pesar de su eterna infancia- son de su quinta, abuelos que murieron con veinte años. Son las contradicciones, el quiebro mental, la bisagra entre la res nullius (todo aquello intacto, ajeno a la propiedad) y la res derelictae (como ese molino de agua en ruinas, y ya independiente del agua que sigue fluyendo) que estos poemas sugieren y evocan para provocar la sonrisa cómplice ante el minucioso e inadvertido detalle que la escritura de Gavilanes desvela al lector.

Un: ¡Mira! (mirada azuzada por la sedimentación de la experiencia) sutil, suave, delicado, como el arrullo y balanceo de unas palabras que buscan su espacio en el verso y caen sobre el papel con la cadencia de los copos de nieve en el nido terroso.

Estantería libros

Lecturas y editoriales

He puesto los enlaces a las editoriales que han publicado los libros que he leído estos últimos años. Una lista que no deja de crecer y que ya supera la centena de editoriales.

Acantilado
Adriana Hidalgo
Alba
Alfabia
Alfaguara
Alianza
Altamarea ediciones
Alrevés
Anagrama
Ápeiron
Ardicia
Árdora
Ariel
Atalanta
Austral
Automática
Avant editorial
Baile del Sol
Bala perdida
Balduque
Barataria
Barrett
Base
Belvedere
Berenice
Blackie Books
Boria
Bruguera
Caballo de Troya
Cabaret Voltaire
Candaya
Carmot Press
Carpe Noctem
Cátedra
Círculo de lectores
Comba
Cuatro Ediciones
Debolsillo
Demipage
De Conatus
e.d.a
Ediciones Casiopea
Destino
Ediciones del Viento
Ediciones La Palma
Ediciones La piedra lunar
Edhasa
El Desvelo
Eneida
Errata Naturae
Espuela de Plata
Eterna Cadencia
Eutelequia
Fragmenta>
Fórcola
Franz Ediciones
Fulgencio Pimentel
Gadir
Galaxia Gutenberg
Gallo Nero
Gatopardo
Gredos
Grijalbo
Hermida
Hoja de Lata
Hueders
Huerga & Fierro
Hurtado & Ortega
Impedimenta
Jekyll & Jill
Kalandraka
KRK
La Discreta
La línea del horizonte
La Navaja Suiza
La uña rota
Las afueras
Lengua de trapo
Libros de Ítaca
Libros del Asteroide
Los Aciertos
Los libros del lince
Lumen
Lupercalia
Malas Tierras
Malpaso
Mármara ediciones
Minúscula
Muchnik
Nórdica
Olañeta editor
Paidos
Páginas de Espuma
Pálido fuego
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Paralelo Sur
Pasos perdidos
Pengüin
Península
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Periférica
Pez de Plata
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Playa de Ákaba
Pregunta Ediciones
Pre-Textos
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Talentura
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www.devaneos.com

Perla (Frédéric Brun)

Si ayer comentaba el libro de José Luís Peixoto, quien dedicaba su particular homenaje a su padre muerto en Te me moriste, Frédéric Brun (París, 1960) hace lo propio con Perla, su madre. Perla sobrevivió al campo de concentración de Birkenau y su hijo la recuerda después de su muerte, haciéndose un montón de preguntas sobre el paso de su madre por el mismo, muchas sin respuesta, sin llegar a entender cómo los nazis fueron capaces de aunar su gusto por la cultura con el exterminio a sus manos de millones de seres humanos que a sus ojos no eran otra cosa que, como recoge Daša en Trieste, una «carga«. No descubre Brun nada nuevo, pues sus preguntas ya se las han hecho muchos otros antes y durante todo este tiempo. De hecho el autor, sin buscar ninguna originalidad, recurre a las palabras recogidas en otros libros de Levi, de Semprún, quienes intentaron aportar en sus escritos algo de luz con sus testimonios, y como dice uno de los supervivientes, pasadas ya tantas décadas, víctimas del extrañamiento, pensar en aquello y calificar lo vivido como una «realidad inverosímil«.

Brun concibe su libro como un puente hacia su madre, un ir hacia ella y al mismo tiempo la posibilidad de evocarla, de recordarla, de aproximarse a su pasado, a su dolor, dado que en vida de ella, el silencio hizo de cortafuegos del pasado y quedaron muchas preguntas sin hacer. Una madre construida a retazos.

Como quiera Brun que su libro no sea triste, el recuerdo de la madre muerta se combinará con la llegada al mundo de su hijo, lo cual siempre es motivo de alegría y esperanza y el nacimiento a su vez de esa angustia que experimenta todo padre ante la posibilidad de morir y dejar a sus hijos truncados.

Editorial Comares. 2017. 104 páginas