Archivo de la categoría: Gallo Nero ediciones

La casa de una escritora en Gales

La casa de una escritora en Gales (Jan Morris)

Me he pasado una semana por Gales. Ha sido un viaje gozoso. Lo singular del caso es que no ha sido un viaje físico sino literario, donde he estado muy bien acompañado con la escritora Jan Morris (1926-2020). Gracias a su sugerente prosa, pródiga en matices, no solo he conocido los rincones de la casa de esta escritora en Gales (que data del siglo XVIII y estaba destinada, en su origen, al ganado), Trefan Morys, que viene a ser un museo de la memoria, pues cada libro adquirido por Jan, cada escultura, cada rincón de la cosa tiene una historia. Una casa que también puede ser un Museo de ciencias naturales, pues en este tipo de casas tan antiguas, con tantas rendijas, la flora y la fauna campan a sus anchas, no siempre para el gusto de Jan, como se aprecia en las palabras que dedica a los murciélagos.

El texto me ha permitido conocer mejor la idiosincrasia de los galeses, en su pugna contra los ingleses por mantener sus costumbres, su historia, su identidad, comenzando por su idioma: el cymraeg, una lengua celta. Las páginas de Jan dedicadas a lo gaélico resultan muy vívidas e interesantes, pues permitan conocer mejor qué es aquello que Jan quiere preservar y reivindicar.

El texto resulta también autobiográfico pues Jan nos cuenta cosas de su vida como periodista. Estuvo presente la primera vez que se ascendió al Everest, en 1954. Entonces era James Morris y dio cuenta de ello en un libro suyo titulado La coronación del Everest, publicado en 1958. Sus múltiples viajes han dado lugar a obras como Trieste o Venecia. Comenta la autora su amor por los gatos (ahí Ibsen), por su mujer (Elizabeth Tuckniss), por los coches, por su bien surtida biblioteca de más de 7000 libros. Pero aquí prima lo íntimo, lo confesional, aquello que la mirada abarca y recorre; una topografía que nos será desvelada poco a poco. Un espacio donde la poesía abraza los mitos y la naturaleza humana se desvive por ser parte del ecosistema del que forma parte.

Como con Florencia del Campo, también me alegro de Que tenga una casa Jan.
Un libro muy bello.

La casa de una escritora en Gales
Jan Morris
Traducción de Blanca Gago
Gallo Nero
2023
126 páginas

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Breve elogio de la errancia (Akira Mizubayashi)

Akira Mizubayashi hace en este ensayo un breve elogio de la errancia. El género ensayístico no deja de ser a su vez otra forma de errancia y tanteo.

Akira recurre al cine, la música, la literatura, a figuras como Kurosawa, Masaki Kobayashi, Natsume Soseki, Rousseau, Diderot, Rilke, Beethoven, Mozart…, para hablarnos de aquello que él entiende como errancia, apelando a la singularidad humana, y recuperando en su memoria momentos en los que determinadas personas ya sean profesores, alumnos o figuras familiares como su padre deciden enfrentarse al sistema, no como kamikazes dispuestos a inmolarse, sino como ciudadanos que se quieren libres y desoyen los dictados de regímenes totalitarios, y escuchan música a escondidas dentro de un armario, o aquel que está más dispuesto a acudir a una fuente termal que a preservar la foto del emperador en un colegio, como le tienen encomendado, o el soldado que está dispuesto a mejorar las condiciones de sus compañeros a pesar de las represalias, o el profesor (el propio Akira) que no está dispuesto a ejercer su posición de poder, como otros Gran profesores, para achantar y pisotear a otros compañeros.

Akira es consciente de que somos víctimas de un determinismo, en tanto que no elegimos dónde nacemos, tampoco a nuestros padres ni nuestra genealogía ni el país de nuestros orígenes étnicos o raciales, tampoco la época ni la fecha de nacimiento ni siquiera la lengua, a priori. Akira quiere huir de todo eso (con el escaso margen de actuación con el que cuenta), y lo hace sin moverse físicamente salvo sus breves estancias en Francia (esto me recuerda a lo que comentaba Hesse a su amigo Thomas Mann en su Correspondencia cuando el primero, al no poder salir de Alemania llevó a cabo una especie de exilio interior que fue su particular lucha contra el régimen totalitario nazi), y lo consigue en parte al adoptar otra lengua, la lengua francesa que pasa a ser para él la lengua paterna suya.

El libro ofrece detallados y sustanciosos comentarios sobre la obra de Kurosawa y en concreto de películas como Los siete samuráis en la que según Akira, su homónimo logra introducir en el imaginario político japonés cierta idea de República. Algo inaudito, ya que la idea de cuerpo estado-moral, es reemplazada por un cuerpo político que nace de la voluntad común de los individuos reunidos.

Akira traza las diferencias entre la cultura japonesa y la cultura francesa, y recurre para ello al significado de la palabra Okaerinasaï, para pasar a detallar lo difícil que le supone a cualquiera que no sea japonés formar parte de la cultura nipona, ya que los seres venidos de otra parte no tienen cabida en la misma. Si en Europa la sociedad política se presenta como el resultado de una decisión comunitaria y colectiva, como un conjunto de individuos reunidos, en Japón la comunidad nacional es más bien de esencia étnica en la medida en que está caracterizada por la permanencia y la pureza imaginarias de la sangre, nos dice Akira. Habla también de cómo la mentalidad nipona está marcada por lo presentista, solo interesa el ahora, y así se manifiesta por ejemplo esta fugacidad en la literatura a través de los haikus, sumado esto a un conformismo que mantiene en el poder a unos dirigentes que parecen empeñados en desmantelar los principios que inspiraron la Revolución Francesa de 1789, un pueblo que vuelve a votar a los mismos que propiciaron y evadieron cualquier responsabilidad en la catástrofe de Fukushima.

Akira se muestra desconcertado porque ve a su pueblo aletargado, con las conciencias adormecidas, entregado y dispuesto a integrar una “mayoría” sin oponer la menor resistencia ni espíritu crítico alguno. Y quizás de ese malestar surge este estupendo, errabundo y valeroso ensayo.

Gallo Nero. 2019. 143 páginas. Traducción de Mercedes Fernández Cuesta

Otras errancias | Primera silva de sombra

Estantería libros

Lecturas y editoriales

He puesto los enlaces a las editoriales que han publicado los libros que he leído estos últimos años. Una lista que no deja de crecer y que ya supera la centena de editoriales.

Acantilado
Adriana Hidalgo
Alba
Alfabia
Alfaguara
Alianza
Altamarea ediciones
Alrevés
Anagrama
Ápeiron
Ardicia
Árdora
Ariel
Atalanta
Austral
Automática
Avant editorial
Baile del Sol
Bala perdida
Balduque
Barataria
Barrett
Base
Belvedere
Berenice
Blackie Books
Boria
Bruguera
Caballo de Troya
Cabaret Voltaire
Candaya
Carmot Press
Carpe Noctem
Cátedra
Círculo de lectores
Comba
Cuatro Ediciones
Debolsillo
Demipage
De Conatus
e.d.a
Ediciones Casiopea
Destino
Ediciones del Viento
Ediciones La Palma
Ediciones La piedra lunar
Edhasa
El Desvelo
Eneida
Errata Naturae
Espuela de Plata
Eterna Cadencia
Eutelequia
Fragmenta>
Fórcola
Franz Ediciones
Fulgencio Pimentel
Gadir
Galaxia Gutenberg
Gallo Nero
Gatopardo
Gredos
Grijalbo
Hermida
Hoja de Lata
Hueders
Huerga & Fierro
Hurtado & Ortega
Impedimenta
Jekyll & Jill
Kalandraka
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La Discreta
La línea del horizonte
La Navaja Suiza
La uña rota
Las afueras
Lengua de trapo
Libros de Ítaca
Libros del Asteroide
Los Aciertos
Los libros del lince
Lumen
Lupercalia
Malas Tierras
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Pengüin
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Periférica
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Pre-Textos
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RBA
Reino de Cordelia
Sajalín
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Seix Barral
Sexto Piso
Siruela
Sloper
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Tandaia
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Trama
Tránsito
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Trifoldi
Trifolium
Tropo
Tusquets
Turner
WunderKammer

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fisiología del flâneur (Louis Huart)

Lo que dijo Pascal sobre el hombre, que no sabía estar solo en una habitación, lo que dijo Baudelaire en relación al tedio, ese gran problema del hombre moderno. ¿Cómo lidiar con el tedio, con ese eterno retorno?. Surge ahí un superviviente, el flâneur, aquel que no se aburre jamás, aquel que se basta a sí mismo y encuentra en todo lo que tiene delante algo con lo que alimentar su inteligencia.

En este ensayo de 1845 Louis Huart con humor y sagacidad, trata de definir las características del flâneur (en sus albores), aquello que lo diferencian del pasmarote, del mirón extranjero, del trotacalles, haciendo hincapié en aquello que denota al perfecto flâneur, así como sus alegrías y desgracias.

En las Iluminaciones de Walter Benjamin se hacía referencia al flâneur con anécdotas muy divertidas, como una en la que se decía que el flâneur salía a pasear o a ser paseado por una tortuga, que era la que marcaba su deambular por las calles de París.

Sin el flâneur, los pasajes no existirían, dice Huart, pasajes que son como las venas de la gran ciudad de París, pasajes a los que Walter Benjamin dedicó un libro ineludible, tratando éste de tomarle el pulso y captar la esencia de la ciudad parisina.

Deambular por este ensayo tan jocoso, portátil e irónico, entre risas y carcajadas me ha resultado sumamente placentero.

El hombre atareado mira sin ver, el ocioso ve sin mirar, el flâneur ve y mira. Y se ensimisma y divaga, pues como nada le aburre, cualquier trozo de tela le propone mil temas de reflexión, insospechados para un espectador cualquiera, y le proporciona la posibilidad de un largo viaje por el mundo imaginario, el mundo brillante, el mejor y sobre todo más bello de los mundos posibles.

Gallo Nero. 2018. Traducción de Delfín Gómez Marcos. 107 páginas.