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Conversación (Gonzalo Hidalgo Bayal 2011)

Gonzalo Hidalgo Bayal
Editorial Tusquets
2011
páginas 238

Con esta llevo 2.001 entradas. Toda una odisea en el espacio web, sideral.

Leer a Gonzalo Hidalgo Bayal siempre es un placer, literario. Afirmo esto después de haber leído Amad a la dama, Paradoja del interventor, Campo de amapolas blancas, Sed de Sal y Conversación, libro de relatos del extremeño publicado en 2011, que compré hace dos años en la Feria del Libro de Logroño por cinco euros y no me había dignado todavía a leer. Perdón.

Conversación es el primer libro de relatos que leo de Gonzalo. No sé si tiene publicados más. Si sus novelas son espléndidas y recomendables, este libro de relatos lo es también.

Conversación lo forman cinco relatos, algunos con la dimensiones propias de una nouvelle, no sólo en extensión, sino en recorrido y aliento, como ocurre en los relatos Aquiles y la tortuga, Monólogo del enemigo y Reparación.

Si hay libros que desincentivan la lectura, otros como el presente, me animan a seguir leyendo, a seguir devorando libros, a seguir gozando de la página (en este caso) impresa, a disfrutar del lenguaje, del léxico, de los juegos de palabras que se gasta Gonzalo, maestro de la palabra, quien juega con ellas, juegos fonéticos, taxonómicos, extrayendo de ellas tal jugo, tanta carnaza, que leer sus relatos es quedar ahíto, saciado, tras haber gozado previamente con deleite, alborozo y expectación con sus tramas fantásticas y verosímiles, atemporales, en los márgenes de las modas pasajeras, lo que impregna todos estos relatos de cierto clasicismo, donde se respiran aires kafkianos como en el relato Reparación, donde Gonzalo juega con el concepto de los dobles, de la perfección numérica, de la obsesión derivada de una vida contemplativa y solitaria, o de ese ensayo sobre el odio, su génesis y consecuencias y el envés de la misma, la bondad, en el Monólogo del enemigo, o sobre la empresa filosófica de Petrus un alumno brillante que deja la filosofía por la empresa, y a quien su palindrómico amigo de la facultad, Saúl Olúas, no puede menos que visitar, a fin de conocer su más que interesante y adictiva historia, en el paradójico y maravilloso (sin lugar a duda mi favorito del libro) relato Aquiles y la tortuga.

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Los dos relatos más cortos son los dos primeros, el primero Kalé heméra (leer aquí), donde el protagonista, un profesor de griego no puede menos que confesar aquello que lo socava día a día y Corzo, una vibrante intriga rural a costa de una heredad, y las leyendas urbanas que el paso del tiempo y el lenguaje van transformando lentamente.

En todos los relatos esta presente la conversación que da título al libro, ya sea a modo de diálogo, monólogo o soliloquio, y todos ellos son una celebración del lenguaje, un éxtasis de la palabra, una comunión, diría que perfecta, entre significante y significado, porque Gonzalo durante unas horas arrancará al dichoso lector que acometa estos relatos de la realidad y lo zambullirá en otro mundo: vegetal, urbano, mental, claustrofóbico, un mundo, digo, exuberante y enjundioso, del que vuelves renacido a la par que exultante. ¿Exagero?.
Junto a Longares y Landero, Bayal es hoy uno de mis prosistas (vivos) favoritos, así que no es de extrañar, que reseñando sus libros, repare, en que me pongo hiperbólico y me falten adjetivos y loas, pero el lenguaje, sus limitaciones y las mías, me impiden ir aún más lejos de lo que me gustaría en la recomendación de los libros de Gonzalo.

Paradoja del interventor

Paradoja del interventor (Gonzalo Hidalgo Bayal 2006)

Gonzalo Hidalgo Bayal
Tusquets
232 páginas
2006

El blog que el escritor extremeño Gonzalo Hidalgo Bayal tiene en marcha desde 2005 es una delicia. A Bayal llegué por una reseña que leí de este libro en Babelia. Y me alegro de haberla leído. Cuando Gonzalo Hidalgo Bayal publicó esto no era muy conocido, ni vendía millares de libros, así que haber llegado a él es cómo encontrar un tesoro. De este libro google arroja una dos mil resultados. No está mal.

Un hombre en la edad del desguace baja en una estación a llenar una botella de agua y cuando sale de la cafetería, el tren ha partido, sin él. Ese instante supone un antes y un después en su vida, que no es otra cosa que una bajada a los infiernos, un camino sin retorno. Sutilmente, el extraño al que todos acabarán conociendo como El interventor, aunque apenas intervenga en nada, irá mutando, desvistiéndose de sus hábitos y costumbres, de su vida pasada, para ir conformando otra identidad, en un ambiente hostil, inhóspito, de noches gélidas y pocos abrazos, donde es evidente lo fácil y sencillo que es perder el norte y acabar desbarrando, perdido en un pueblo innominado, con una galería de curiosos personajes como Cristo, el trapense mondarín, el barquillero, la puta adolescente, la churrera, el afilador, el guardabarreras y el camarero ciclista, entre otros. Todos ellos nos harán pasar unos ratos inolvidables, donde prima el humor, el sarcasmo, la desesperanza y una realidad cruda y descarnada que pone los pelos de punta.

Esta sencilla en apariencia historia se enriquece en cada página con la mirada que el autor pone sobre las cosas, dándoles una nueva luz, con material de sobra con el que aprovisionarnos y luego reflexionar en calma.

Paradoja del interventor me ha descubierto a un escritor imprescindible como Bayal y me ha deparado una de las lecturas más agradables de los últimos años.