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Un plan sangriento (Graeme Macrae Burnet)

Un plan sangriento. El caso de Roderick Macrae (Graeme Macrae Burnet)

Un plan sangriento de Graeme Macrae Burnet (Kilmarnock, 1967) lo concebía como novela negra, ya saben, un crimen, aquí tres, un asesino al que poner cara, unos hechos y motivaciones a esclarecer, una inocencia o culpabilidad que determinar.
El autor no nos hurta que estamos ante un falso true crime, tampoco los crímenes acaecidos en la Escocia de 1869, en un villorrio de Las Tierras Altas por parte de un joven de 17 años quien se declara autor confeso de los crímenes. Lo meten en la trena y allá empieza a escribir una suerte de relato de lo que pasó. Todo ese relato consume prácticamente dos tercios de la novela y nos permite conocer las causas, las motivaciones que pudieron empujar a Roderick Macrae a actuar así.
Graeme describe gráficamente el día a día de Roderick su situación familiar, con su madre muerta un par de años antes y un padre desnortado, apesadumbrado, asaeteado por la mala baba del alguacil local que junto al factor le hacen la vida imposible, ya sea impidiéndole coger las ovas marinas con las que fertilizar sus campos, que verá también achicados para finalmente ser desahuciado. Todo esto lleva a Roderick albergar en su situación grandes cantidades de ira y rencor que creerá aliviados fiándolo todo en las manos de la venganza, animado por las palabras de su hermana Jetta que comunicada con el más allá le permite conocer a esta el destino de sus vecinos.
Por tanto aquí no se trata de poner cara al asesino, que se nos ofrece desde el primer momento, sino de determinar si este está loco o no, si fue responsable de sus actos o no, si hubo demencia o no. En función de ello morirá ahorcado o lo internarán en un psiquiátrico.
A la narración del asesino le suceden el juicio, con las intervenciones del abogado defensor y del fiscal, el veredicto del jurado popular y el epílogo.
Graeme narra con soltura y eficacia (aunque uno acaba un pelín saturado de tanto comoquiera, tantos pagos y tanto empero) y, ofrece una sugestiva variante dentro de la novela negra, tratando de ahondar en la mente del asesino, algo siempre difícil e improductivo, como se verá.

Leía unas 40 páginas de la novela de la 165 a la 205 en un bar en el que el televisor vomitaba noticias con tropezones que hablaban del asesinato y posterior descuartizamiento de una joven de 18 años en Madrid y del reparto de su cuerpo por parte del asesino, un admirador de Lecter, en distintos contenedores. Esto sucede hoy, en el año 2019, no en 1869. Y eso que vivimos en el mejor de los mundos posibles y todo eso. Ya.

Impedimenta. 2019. 383 páginas. Traducción de Alicia Frieyro