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Episodios nacionales. Primera serie. Guerra de la Independencia (Benito Pérez Galdós)

Concluida la lectura de la Primera serie de los Episodios nacionales de Galdós, ambientados en la Guerra de la Independencia, a la que el confinamiento ha dado alas, traigo aquí el compendio de dichas lecturas.
Galdós escribió esta primera serie con poco más de treinta años y en un plazo de tiempo de tan solo dos años. Son más de 2.000 páginas, lo cual demuestra la fecundidad del autor. Ha sido una lectura muy provechosa. Con Galdós pasa como con Cervantes, todos hablan de ellos sin haberlos leído.

TRAFALGAR

La voz cantante de la narración la lleva Gabriel, que en su senectud y frisando los 70 años rememora aquello que le aconteció cuando tenía tan solo 14 años y era un niño, así su amor no correspondido hacia Rosita, inalcanzable por su condición social y belleza, quien encontrará el amor del brazo del joven Rafael Malespina.

El joven Gabriel trabaja como mozo para el matrimonio formado por don Alonso y doña Francisca. Alonso y su buen amigo Marcial (conocido como el Medio-hombre) fantasean con enrolarse de nuevo y a fe que lo consiguen, saliendo a hurtadillas de su casa para formar parte de la gran batalla naval, junto a Gabriel, Rafael Malespina y su padre.

El título de la novela, Trafalgar, hace mención a la batalla naval que tuvo lugar en octubre de 1805 entre la Marina de España aliada con la francesa, al albur del Convenio de Aranjuez de 1801, (Napoleón se había proclamado emperador un año antes, en 1904) contra la flota británica de Nelson, Collingwood, resultando España perdedora, con un sinfín de navíos hundidos como el de la portada, el Santísima Trinidad, conocido como El Escorial de los mares (con capacidad para más de 1.000 personas). Batalla a la que también se la conoció como La del 21 (haciendo mención al día en el que aconteció). Sigue leyendo

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La batalla de los Arapiles (Benito Pérez Galdós)

Dos años después de haber comenzado la escritura de los episodios nacionales, en marzo de 1875, Benito Pérez Galdós concluyó su décimo episodio, la batalla de los Arapiles, clausurando así la primera serie centrada en la Guerra de la Independencia.

La batalla de los Arapiles, con dos ejércitos en Liza, el británico y el francés, acontece en las formaciones geográficas conocidas como los Arapiles, el grande y el pequeño. Montañas próximas a Salamanca. Al frente de los británicos Wellington, quien más tarde participaría en la batalla de Waterloo.

Como ya es habitual, Gabriel de Araceli, nuestro protagonista, se verá envuelto en toda suerte de peripecias bélicas. Luchando aquí codo a codo con los ingleses y escoceses contra los imperiales. Incluso logrará hacerse con una bandera francesa que luego le acarreará grandes reconocimientos. Perdiendo el conocimiento y salvando el pellejo (de nuevo) milagrosamente.

Lo que alienta otra vez la narración es el amor, al parecer imposible, entre Gabriel e Inés. Pero quiera que para acabar esta primera serie Galdós decidiera proporcionarles un final feliz a ambos, matrimonio mediante, limando incluso asperezas entre la Condesa y Santorcaz, los mal avenidos progenitores de Inés, que se dan en el perdón mutuo antes de que Santorcaz muera.

Aquí la épica de la batalla no es tal, los ejércitos son brochetas de carne ensartadas, atravesadas por bayonetas, reventadas por un arcabuz, pisoteadas por un caballo. Lo que deja el campo de batalla para el espectador inerme son imágenes dantescas, como tienen ocasión de comprobar Inés y su madre cuando van al inframundo buscando a Gabriel.

Siguieron ellas y Tribaldos y recorrieron el campo de batalla, que la luz del naciente día les permitió ver en todo su horror; vieron los cuerpos tendidos y revueltos, conservando —en sus fisonomías la expresión de rabia y espanto con que les sorprendiera la muerte. Miles de ojos sin brillo y sin luz, como los ojos de las estatuas de mármol, miraban al cielo sin verlo. Las manos se agarrotaban en los fusiles y en las empuñaduras de los sables, como si fueran a alzarse para disparar y acuchillar de nuevo. Los caballos alzaban sus patas tiesas y mostraban los blancos dientes con lúgubre sonrisa. Las dos desconsoladas mujeres vieron todo esto, y examinaron los cuerpos uno a uno; vieron los charcos, las zanjas, los surcos hechos por las ruedas y los hoyos que tantos millares de pies abrieran en el bailoteo de la lucha; vieron las flores del campo machacadas, y las mariposas que alzaban el vuelo con sus alas teñidas de sangre.

La nota alegre y festiva en la narración viene de la mano de una inglesa, a la que llaman miss Fly. Respetada tanto por los ingleses como por los británicos como por los españoles podrá moverse a sus anchas, visitando iglesias, ermitas, haciendo sus bocetos. Quiera la narración que la joven, bella e intrépida viajera inglesa acabe acompañando a Gabriel cuando éste se ofrece a los británicos como espía, para infiltrarse en Salamanca y poder describir desde el interior la situación de la ciudad, bajo el dominio francés. Si en otros episodios como en Gerona, Cádiz, o Zaragoza, lo que se narraba era el asedio que los españoles sufrían por parte de los franceses, aquí la situación es la inversa, al ser los franceses los que toman poder de Salamanca y son los ingleses los que intentan liberarla para la causa española.

Voy a extrañar a Gabriel, después de más de dos meses siguiendo sus divertidísimas andanzas, quien se despide de nosotros los lectores con estas palabras de esperanza.

Si os halláis postergados por la fortuna, si encontráis ante vuestros ojos montañas escarpadas, inaccesibles alturas, y no tenéis escalas ni cuerdas, pero sí manos vigorosas; si os halláis imposibilitados para realizar en el mundo los generosos impulsos del pensamiento y las leyes del corazón, acordaos de Gabriel Araceli, que nació sin nada y lo tuvo todo.

Benito Pérez Galdós
Episodios Nacionales
Primera Serie: La guerra de la Independencia

1- Trafalgar
2- La corte de Carlos IV
3- El 19 de marzo y el 2 de mayo
4- Bailén
5- Napoleón en Chamartín
6- Zaragoza
7- Gerona
8- Cádiz
9- Juan Martín El Empecinado

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Juan Martín el Empecinado (Benito Pérez Galdós)

Juan Martín el Empecinado es el noveno episodio nacional correspondiente a la primera serie de la Guerra de la Independencia. Benito Pérez Galdós la escribió en diciembre de 1874. Si los episodios anteriores tomaban sus títulos de ciudades como Cádiz, Gerona o Zaragoza, en la que los españoles defendieron heroicamente las mismas del asedio francés, o de fechas clave como El 2 de mayo o la batalla de Trafalgar en esta ocasión la novela toma el nombre de Juan Martín, más conocido como El Empecinado.

Tres tipos ofrece el caudillaje en España, que son: el guerrillero, el contrabandista, el ladrón de caminos. El aspecto es el mismo: sólo el sentido moral les diferencia. Cualquiera de esos tipos puede ser uno de los otros dos sin que lo externo varíe, con tal que un grano de sentido moral (permítaseme la frase) caiga de más o de menos en la ampolleta de la conciencia.

El Empecinado cae del lado de los guerrilleros, que en Mayo de 1808 había salido de Aranda con un ejército de dos hombres y que en Setiembre de 1811 mandaba tres mil. Las andanzas del guerrillero y sus secuaces se desarrollan en la provincia de Guadalajara, en poblaciones como Sacedón o Cifuentes. Por obra de Benito, nuestro protagonista, otra vez Gabriel de Araceli, agraciado con el don de la oportunidad se sitúa en las filas del empecinado, y así podremos ver cómo transcurría la vida de estos guerrilleros.

Las guerrillas, que son la verdadera guerra nacional; del levantamiento del pueblo en los campos, de aquellos ejércitos espontáneos, nacidos en la tierra como la hierba nativa, cuya misteriosa simiente no arrojaron las manos del hombre; voy a hablar de aquella organización militar hecha por milagroso instinto a espaldas del Estado, de aquella anarquía reglamentada, que reproducía los tiempos primitivos.

El Empecinado se hace respetar, pero no está libre de luchas intestinas como las que tendrá que librar con figuras como el mosén Antón Trijueque. No lleva bien éste estar bajo las órdenes de nadie y como la cabra tira al monte el desacato conducirá a Trijueque a las tropas francesas, cambiando de bando, convertido en un Judas. Como es habitual en Galdós la novela tiene un ritmo endiablado, se suceden un sinfín de peripecias, como la de ese niño de dos años –y sin destetar- que los guerrilleros llevan consigo, al que llaman el empecinadillo, al cual hay que buscar alimento mamario en cada pueblo al que llegan, y que más adelante será el salvador de Gabriel, cuando este caiga preso y el pipiolo bien dotado en las artes del choriceo le provea de una lima con la que Gabriel alcanzará la preciada libertad, con un objetivo, ir tras los pasos de Inés, que de nuevo aparece en la historia, como un imposible, situada ésta en la localidad de Cifuentes con D. Luis de Santorcaz también tras sus pasos y con la idea de llevársela con ella. Habrá un despacho entre Gabriel y Luis, cuando éste último acceda a liberar a Gabriel a cambio de que el joven cambie de dando, obteniendo un no rotundo a su proposición. Luis, al nulo abrigo del aposento carcelario, le referirá a Gabriel su biografía condensada, con el ánimo de si no ser aceptado, sí al menos obtener cierta comprensión hacia su conducta y actos.

Los guerrilleros llegan a los pueblos y la tropa está hambrienta, no reciben raciones, visten con harapos y lo que sucede es que si los franceses llegan a estos pueblos castellanos y arrasan con todo, vacían las bodegas y los figones, sustraen las escasas reservas, asesinan por doquier y ponen el broche incendiando los pueblos al marchar, cuando después llegan los guerrilleros, estos acuciados por el hambre, la sed, el frío, harán algo parecido, porque si no queda nada allá es porque los lugareños han sido muy accesibles a las demandas de los imperiales invasores y les han dado todo, lo cual implica tomar medidas, y vienen más muertes, ajusticiamientos, fusilamientos, ahorcamientos. De esta manera estas míseras gentes están entre dos frentes armados y con ambos saldrán perdiendo. De ninguno de los dos obtienen provecho alguno, tocados por la infausta mano negra de la guerra, la muerte, la destrucción.

El siguiente episodio es La batalla de los Arapiles, en 1812, desenlace de la Guerra de la Independencia. Sigamos avanzando por la renegrida piel de toro.

Benito Pérez Galdós
Episodios Nacionales
Primera Serie: La guerra de la Independencia

1- Trafalgar
2- La corte de Carlos IV
3- El 19 de marzo y el 2 de mayo
4- Bailén
5- Napoleón en Chamartín
6- Zaragoza
7- Gerona
8- Cádiz

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Cádiz (Benito Pérez Galdós)

Cádiz, escrita por Benito Pérez Galdós los meses de septiembre y octubre de 1874, es la octava novela de la primera serie “La guerra de la Independencia” de los Episodios Nacionales. Me ha resultado la más floja de las que llevo leídas. Caigo ahora en la cuenta de que Galdós es el autor que más he leído, pues con Cádiz, son ya diez títulos suyos cuya lectura he completado. Cifra que crecerá ostensiblemente cuando finalice la lectura de los episodios este año.

El problema aquí tiene que ver creo con las expectativas puestas en la novela. Recuerdo cuando leí El asedio de Pérez-Reverte, ambientada en Cádiz en fechas parecidas. Aquí al contrario de lo que sucedía en aquella novela o en otros episodios como Gerona o Zaragoza el asedio es algo anecdótico objeto de chufla, lo que daría hoy mucho juego a las charangas del carnaval gaditano.

Lo relevante es que las cortes se trasladan a Cádiz y aquí en 1812 se aprobará la primera constitución española. El poder pasará entonces al pueblo en el que residirá la soberanía nacional. Algo inaudito pues hasta entonces los reyes ostentaban el poder y el pueblo obedecía.

Prima en la novela el contenido folletinesco. El narrador es otra vez Gabriel, aquí más afortunado en cuanto a la consecución de ese amor que se le sustrae una y otra vez. En escena Amaranta y sus intrigas con Gabriel a su sombra. El condesito de Rumblar tiene una presencia episódica, sin apenas relieve. El objeto de la narración se centra en Lord Gray, británico muy particular, en unión con los españoles en lucha contra los invasores franceses. Todo apunta a que Lord Gay un tipo monolítico, sin fisuras, majestuoso en lo estético y en lo ético, buen conservador, inteligente, valeroso, galante, tiene todas las papeletas para ganarse el corazón de la joven Inés, algo que Gabriel no se tomará muy bien, llegando incluso, todo despechado, a tomar las armas en un duelo contra el inglés para conquistar el amor de su amada, una plaza nada fácil. El folletín se redondea con la presencia de otras dos zagalas: Presentación y Asunción, hijas de Doña María, tal que una de ellas caerá bajo el influjo amatorio del británico, al tiempo que le permite a Galdós reflexionar acerca de conceptos como el honor y el decoro.
Con el gracejo característico en la vivaz prosa de Galdós muy de refilón nos hace ver cómo va asumiendo el pueblo esto de la soberanía nacional y la democracia como hace el Diccionario manual, para el que la democracia es una especie de guardaropa en donde se amontonan confusamente medias, polainas, botas, zapatos, calzones y chupas, con fraques, levitas y chaquetas, casacas, sortúes y capotes ridículos, sombreros redondos y tricornios, manteos y unos monstruos de la naturaleza que se llaman abates. O la idea que de la misma tiene una mozalbete ceceante: es aquella forma de gobierno en que el pueblo, en uso de su soberanía, se rige por sí mismo, siendo todos los ciudadanos tan iguales ante la ley que ellos se imponen, como lo somos los desterrados hijos de Eva a los ojos de Dios.

Al amparo de la libertad de la imprenta surgen periódicos como El Revisor Político, El Telégrafo Americano, El Conciso, La Gaceta de la Regencia, El Robespierre Español, El Amigo de las Leyes, El Censor General, El Diario de la Tarde, La Abeja Española, El Duende de los Cafés y El Procurador general de la Nación y del Rey; algunos, absolutistas y enemigos de las reformas; los más, liberales y defensores de las nuevas leyes.

Se resuelve bien la historia esta vez para Gabriel, pues parece conseguir si no el fervor, sí al menos la compañía de Inés, dispuesta ella a seguirle y huir juntos. Comentar, para concluir, que Inés descubrirá la identidad de su verdadera madre y lo que ello le acarreará al tratar de sustraerse a la férula de Doña María y de la Marquesa de Leiva.

Benito Pérez Galdós
Episodios Nacionales
Primera Serie: La guerra de la Independencia

1- Trafalgar
2- La corte de Carlos IV
3- El 19 de marzo y el 2 de mayo
4- Bailén
5- Napoleón en Chamartín
6- Zaragoza
7- Gerona
8- Cádiz