Una sola palabra tuya bastará para sanarme, podría proclamar aquí a los cuatro vientos Luce, la protagonista de esta novela, como se dice durante la Eucaristía, refiriéndose al Señor. Luce, cuya madre Varienne es retrasada, y a quien cuelgan igual sambenito, pues todos cuanto la rodean dan por bueno aquello de «de tal palo, tal astilla«, así que retrasadas ambas.
El caso es que en el pueblo donde viven la madre y la hija como uña y carne aparece una docente, una tal Solange, que no entiende por qué Luce no debe tener derecho a una educación, por qué no va a tener su alumna la capacidad de aprender. Sea que la cosa sale rana, que Luce se empecine en no aprender, en mantener su ignorancia a toda costa, sin fisuras. O eso parece.
Jeanne Benameur (Ain M’lila, 1952), la autora de esta sucinta (apenas 70 páginas), intensa, delicada y desgarradora novela, nos reserva una sorpresa para el final.
Si el otro día descubría una editorial con un nombre cautivador, Témenos edicions, palabra de origen griego, traducida como «espacio sagrado«, aquí me hallo ante la editorial árdora, que como explican en su web, tal término hace mención a cierta luminosidad fosfórica perceptible ocasionalmente en el mar. Aquí el lenguaje también es luz y esperanza y las palabras son semillas, aquellas que Solange depositará en la mente de Luce, para que en el momento preciso florezcan y le permitan alzarse sobre sí misma, para nunca más ir hacia atrás, empezando por tomar conciencia de su propio nombre.
árdora ediciones. 2017. 80 páginas. Traducción de Pilar Vázquez.