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El plantador de tabaco John Barth Editorial Sexto Piso

El plantador de tabaco (John Barth 2013)

John Barth
1173 páginas
Editorial Sexto Piso
2013

El plantador de tabaco lo publicó en su día Cátedra. Luego dejó de editarlo y ahora de la mano de la editorial Sexto Piso, este año he tenido la ocasión de leerlo, con traducción y prólogo de Eduardo Lago.

El libro es un tocho de 1.173 páginas (que alberga en su interior seis páginas de insultos entre dos rameras). Un libro muy extenso empero muy divertido.

La historia se ambienta en el siglo XVII, y está escrito empleando el lenguaje de esa época, lo cual si se hace bien, como es el caso, tiene su gracia. Así, el autor, John Barth, imposta la voz, o su escritura, para contarnos una historia o una suma de múltiples historias empleando las voces del pasado.

El protagonista es Eben Cooke, el cual deja a su padre, y a su hermana, para sufrir toda suerte de aventuras y desventuras, secundado buena parte de su camino por su tutor, Henry Burlingame, el hombre de las mil caras, que le da a uno la impresión de estar viendo alguna misión imposible de Ethan Hunt, pues en el momento más inesperado el personaje se quita la máscara, y !tacháaaaaaaaaaan!, allí está de nuevo Burlingame.

Eben, es poeta, o siente que está llamado a tal fin y se ve consagrado como Poeta Laureado de Maryland, destinado a escribir la Marylandiada, un poema épico llamado a poner Maryland en los mapas. Tal propósito es bano, porque Eben las pasa putas casi todo el tiempo, recibiendo palizas, viendo su personalidad usurpada por su mayordomo, contrayendo enfermedades, en manos de piratas, pero siempre fiel a un principio vital: mantener la virginidad. Repito, mantener la virginidad.

En un momento de la historia donde el derecho de pernada era universal y donde la dignidad de las mujeres no entraba en consideración, la figura de Eben es la de un bicho raro: poeta y virgen.
Eben, convertido en un trotamundos, rumbo hacia la colonia de Maryland, vivirá toda clase de experiencias y siempre encontrará alguien a quien hacer partícipe de las mismas, porque el planteamiento del libro no es otro que narrar, contar historias, captar la atención del escuchante, presto a refocilarse con una buena historia, tanto como con una apetitosa vianda.

Y así, las páginas se van sucediendo, sumando anécdotas, historias, aventuras, chascarrillos, relatos lúbricos descacharrantes, donde a los plantadores de tabaco se suman los piratas, los indios, los leguleyos de tres al cuarto, los esclavistas, las rameras, los políticos ávidos de conspiraciones..

En ciertos momentos, como cuando se cuenta la historia de los primeros años de la Colonia de Maryland la lectura me ha resultado farragosa, si bien, en conjunto y ponderando todo lo leído, el resultado es de lo más satisfactorio. La historia es asaz divertida y emocionante, la prosa potente, las páginas están impregnadas de mucho ingenio y lucidez, la novela monumental.

La historia sí que podía haber tenido, empero, más fondo y calado. Hablaríamos de El plantador de tabaco como de una obra maestra, que no lo es, pero está muy por encima de la media.