El placer intelectual que me deparó entonces la lectura de la Teoría de la prosa no ceja al acometer ahora las conferencias que dictó en 1990 Ricardo Piglia en la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) y transcribió recogidas bajo el título Las tres vanguardias publicado por Eterna Cadencia. Los escritores a los que Piglia somete a escrutinio son Walsh, Saer y Puig, narradores posteriores a Borges. Habla Piglia de tres vanguardias, no de poéticas, que hay muchas más, vanguardia que implica un distanciamiento con la situación establecida, también una tensión con lo creado.
Si uno decide coger el libro y leer en voz alta, pausadamente, creará y creerá en el efecto (y sabemos que lo importante de una lectura es el efecto que crea en el lector) de estar en el aula junto a Piglia, escuchando sus lecciones magistrales. Conviene haber leído El beso de la mujer araña, Boquitas pintadas, La ocasión, La mayor, Sombras sobre vidrio esmerilado, Operación Masacre, Cartas…, pues lo que se trata es de analizar las tres vanguardias asociadas a cada cual, desentrañando en qué consiste la máquina narrativa de cada uno de ellos; lo fragmentario, su mover bloques narrativos, las novelas formadas como una suma de relatos en Saer; el marco de Hollywood, el cine, las historias grabadas, la narración cinematográfica, los finales infelices, embutir la realidad en la narrativa, en Puig; el periodismo en Walsh, su activismo político, coger la realidad para crear algo ficticio que parezca verdadero y franquear la membrana entre realidad y ficción y llegar a contar ese punto ciego de la experiencia, mostrar lo que no se puede decir. Un Walsh que Piglia ve próximo a Brecht, en las Cinco dificultades para escribir la verdad. Hay que tener decía Brecht, el valor de escribirla, la perspicacia de descubrirla, el arte de hacerla manejable, la inteligencia de saber elegir a los destinatarios y la astucia de saber difundirla; Y Piglia trasciende lo nominal, abre el plano, para abordar la manera en la que se aborda un texto si quien lo hace es un lector o un escritor, buscando este último elementos que le sirvan para su propia producción literaria, yendo al detalle, a la manera en la que ve cómo resuelven otros las mismas situaciones que al escritor se le plantean al escribir. Para Piglia la novela va asociada al héroe, protagonista absoluto de la misma, que va en busca de algo que está fuera de lo real, tensión que alimenta la trama y da lugar a la mejor novela jamás escrita para Piglia, Moby Dick. El eje central, el sustrato de estos ensayos, la raíz en definitiva es Walter Benjamin y sus ensayos sobre el artista como productor, la relación entre la alta cultura y la cultura de masas y lo que conlleva: la fraseología hueca, el reino del estereotipo, el arte de segunda mano, en palabras de Saer. Hay más interrogantes ¿qué es la literatura?, ¿para qué sirve?, ¿qué hacer con ella?. Preguntas que nos invitan a participar activamente en la lectura.
Bajo el presupuesto de que educar es el contagio de un pasión, Piglia cumple aquí con creces, con agudeza y rigor su labor didáctica, porque después de leer estos ensayos uno quiere leer muchos de los libros aquí mentados y no leídos, rellenar esos huecos inexcusables, contrastar lo afirmado por Piglia con nuestro propio criterio y buscar en otros muchos libros aquella maquinaria narrativa del autor que los pone en marcha.
¿Qué autores españoles podemos situar hoy en la vanguardia? ¿En qué vanguardia?