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Estrómboli

Estrómboli (Jon Bilbao)

Jon Bilbao
Impedimenta
2016
270 páginas

Ocho relatos conforman el último libro de Jon Bilbao, editado por Impedimenta, que lleva por título Estrómboli. Más que Estrómboli, que no niego que es un título muy sugerente, le habría ido mejor otro más ajustado al contenido de los relatos, tipo Daños colaterales, Acto, consecuencia, o similares.

Digo esto porque en estos relatos hay seres humanos llevados a situaciones, no límite (o sí), pero sí que se salen de lo habitual, de la aplastante monotonía y del tedio de las rutinas. Y esas decisiones que adoptan tienen consecuencias, a veces irreparables. Con esos mimbres trabaja y a ratos me fascina Jon Bilbao.

En el primer relato, Crónica distanciada de mi último verano, un acto a priori intrascendente, como encontrar a un fulano olisqueando las bragas de tu novia en las lavadoras comunes de un inmueble, deriva hacia algo brutal, dado que el olisqueador es un belicoso motorista de malas compañías y la víctima es un pardillo que trata de demostrarse a sí mismo que no es un cobarde, eligiendo a tal fin, la empresa equivocada. Un relato que trasciende la violencia de género para quedarse a violencia a secas donde la esgrima verbal se reemplaza por los moquetones a dos manos, por ambas partes. Y un final de traca. Uno de los mejores relatos del libro.

En El peso de tu hijo en oro, de nuevo, las fatales consecuencias de nuestros actos, e incluso de nuestros no actos, porque a menudo pagamos incluso por lo que no hemos hecho, donde la sombra de la (presunta) culpa, nos atormenta y desquicia. Y donde la muerte de un hijo, rompe algo que deja al padre convertido en algo parecido a un remiendo, y a dos amigos al borde del precipicio, por mucho que el tiempo lo cure todo, o queramos creerlo. Es este mi relato preferido.

En Siempre hay algo peor, un tipo normal se mete en zambras turbias, que deparan un buen relato de suspense, mucho humor negro, un gran personaje, Samuel Nixon y un final parejil, tan precipitado, abierto y misterioso, que no acabo de verlo.

Una boda en invierno, es un relato hilarante, donde me troncho con los diálogos y personajes que acuden a la boda. Humor, sexo y suspense que maridan muy bien. Otro de los mejores relatos de libro.

Desgraciadamente a partir de aquí ya hemos coronado, el libro ha dado lo mejor de sí y los relatos que se suceden distan bastante de los anteriores.

Como en un idioma desconocido, me resulta el relato más flojo, con una historia que desvela los entresijos de una empresa nuclear, el robo de material, lo que significa encontrarte fuera de lugar y en este caso la pugna entre el poder político y empresarial.

Avicularia avicularia podría haber sido un gran relato de terror. En parte lo es. Pocas cosas nos dan tanto asco como las arañas. El protagonista acude a un programa de televisión y como andan mal de pasta en casa, decide zamparse una araña en directo «Atrapó la araña y se la llevó a la boca. Sintió las aterciopeladas patas sobre los labios, la barbilla y la nariz. Era grande. Se metió una parte en la boca. Las patas se plegaron como las varillas de un paraguas«. El día después, un fulano normal ha pasado a ser el tipo que se zampó una araña en directo. Esa decisión mejora su economía pero lo destroza, como si esa araña formase ya parte de él y no hubiera purgante capaz de erradicarla, máxime cuando se trata de algo ya mental. Lo que sucede después es lo que el relato apenas explota, más allá de los temores y miedos del sujeto. El final hilarante, no es tal.

El castigo más deseado y Estrómboli que cierran el libro nos presentan de nuevo a parejas que se hieren, se quieren, se aman, se dejan, se tiran los tejos, se tiran los trastos a la cabeza, se ponen los cuernos, y el corazón se enloquece ante tantas posibilidades, que haga uno lo que haga, al final alguien siempre saldrá dañado. En el castigo más deseado, de nuevo hay un niño muerto tiempo atrás, un padre herido y su deseo de venganza, que viene a ser la otra cara de la moneda de El peso de tu hijo en oro, pues el deseo de venganza aquí es mayor que el deseo de perdonar y de asumir que para poder sobrevivir a veces la única manera es perdonar u obtener el perdón ajeno.

Jon maneja con soltura el humor negro, el suspense, los diálogos hilarantes, las situaciones absurdas, las metáforas poderosas y es capaz de tensar la realidad para hacer que nos formulemos muchas preguntas, ante las situaciones límite que nos plantea. Dijo el filósofo que éramos nosotros y nuestras circunstancias. Sobre esas circunstancias, sobre nuestras acciones, acertadas o no, es sobre lo que Jon reflexiona, pergeñando un libro importante, valioso.

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Golpes de gracia (Joxemari Iturralde)

Joxemari Iturralde
Malpaso
2016
162 páginas

A pesar de que en la portada vemos a un fulano con guantes de boxeo y la narración versa sobre la vida y milagros de dos de ellos, Paulino Uzcudun e Isidoro Gaztañaga, la historia puede gustar a quienes no les atraiga el boxeo. Eso en teoría, porque la narración es bastante plana y el tonillo coloquial va bien para referir historias amarrado a una kupela, pero sobre el papel, creo que hay que exigirse más y no hacer del texto poco más que una crónica periodística.

Los protagonistas, Paulino e Isidoro son vascos, púgiles y jóvenes. Les va bien en el boxeo, tras dejar su ocupación como aizkolaris, ganan combates, pierden algunos, cogen fama, las mujeres quieren llevarlos de la lona al colchón y así la narración encadena las múltiples aventuras amorosas que ambos tienen. Mujeres, que dan nombre a los capítulos, para quienes tener un boxeador en su cama es como cobrarse una buena pieza de caza.

Los combates se suceden fuera de nuestras fronteras y los púgiles conocerán así los Estados Unidos, Cuba y otros países europeos y no será ya su fama sólo local.

La medianía y simpleza de los dos boxeadores se cifra en beber, trasnochar, alternar, derrochar y subir al ring cuando toca a soltar mamporros. A pesar de llevar esas vidas disipadas, Uzcudun sería tres veces campeón de Europa.

Comienza la narración en los años 20 del pasado siglo y acaba con la Guerra civil ya finalizada, con Paulino convertido en un aterrador fascista y en un miserable, en palabras del doctor Goiti, quien puso a Paulino en el camino del éxito cuando este empezaba, y un Isidoro criando malvas, porque hay desaires amorosos que los cornudos no solucionan a golpes, sino a tiros.

Así las cosas, el combate entre Paulino e Isidoro (afín a la República), esas dos Españas limando sus diferencias a mamporros, nunca llegaría a materializarse.

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La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de de la proximidad (Josep Maria Esquirol)

Josep Maria Esquirol
2015
Acantilado
178 páginas

Al igual que otros filósofos como Javier Gomá, Emilio Lledó o José Luis Pardo, Josep María Esquirol es dueño de un estilo narrativo que hace devenir la lectura de este ensayo en un ejercicio intelectual gozoso.

La filosofía de la proximidad, se centra en lo cercano, en la experiencia, en la cotidianidad, en actividades que nos permitan no disgregarnos, no abrazarnos al nihilismo, no perder por tanto el hilo de nuestras existencias, y seguir aferrados a ellas, sea a través del cobijo del hogar, del amparo del lenguaje, de la amistad, etc.

Esquirol recurre para plasmar su ideario a obras literarias y filosóficas (Albert Camus, Thomas Mann, Nietzsche, Pascal, Heidegger, Foucault, San Agustín, Platón, Deleuze, Arendt, Lévinas, Patočka, etc), películas, todo aquello, en definitiva, que permita que las ideas abstractas tomen cuerpo, y sean en cierto modo contrastables con nuestra propia experiencia.

Además de apuntes etimológicos que permiten, si es el caso, conocer el origen de ciertos términos sobre los que el autor trabaja, hay aspectos esbozados como la alineación tecnológica y la pérdida de la intimidad, en ese estar conectado todo el tiempo, al margen del ritmo que marcan las estaciones, del compás del día y la noche, y que tan necesario es para nuestro bienestar.

«ahora está en marcha una nueva forma de alienación, más eficaz que nunca, en la que todo el mundo se sumerge sin prevención alguna. La red fascina y absorbe y no queda nada o muy poco de íntimo; todo se externaliza, sale fuera para exhibirse , y ya no habrá retorno. Ésta es precisamente la definición de alineación: lo que sale y ya no vuelve»

Podemos llegar a pensar que hemos superado lo que en su día afirmó Pascal:

«Toda la desdicha de los hombres se debe a un sola cosa, la de no saber permanecer en reposo en una habitación «.

Hagan la prueba. Si se dejan caer por un centro de salud cualquier día de estos, verán como 9 de cada 10 personas esperan a ser atendidos manejando un móvil, aislándose del resto, y huyendo de sí mismos.

Se cuestiona todo lo que tiene que ver con esta sociedad de la información, donde la avalancha de datos, apenas deja tiempo para la interpretación, para el análisis, más allá de dar la conformidad en muchos casos con un «es interesante», no preocupándose en ahondar más, marcado lo presente por lo efímero, la superficialidad (sin desatender lo paradójico que resulta que por ejemplo la piel sea a su vez superficie y profundidad o que lo esencial esté en la superficie y no lo veamos) y a ratos por la banalidad. Una sociedad de la información que nos puede abocar al nihilismo, no el de la nada, sino el nihilismo de lo mismo (de una realidad que es toda igual). Un dominio de la actualidad, una cultura organizada que en palabras de Adorno «corta a los hombres el acceso a la última posibilidad de la experiencia de sí mismos«.

Nos muestra el autor en definitiva los retos, las amenazas, a los que nos enfrentamos en nuestro día a día, las fuerzas centrífugas que pugnan por disgregarnos, por desligarnos, apuesta a su vez Esquirol por disfrutar de unas vidas sencillas, bien vividas, quientesenciando nuestras existencias, valorando (y anteponiendo al futuro) nuestra memoria (memoria y esperanza como distintas formas de resistencia al mundo objetivo de la muerte) particular, pues como decía Rousseau «Quita la memoria y desaparecerá el amor» o para decirlo con Cicerón «La vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos«. Resistir es cuidarse y cuidar y para ello la filosofía, también se erige como un acto de resistencia.

Brillante, fecundo, luminoso e íntimo ensayo el que nos ofrece Josep María Esquirol.

Giani Stuparich

Un año de escuela en Trieste (Giani Stuparich)

Giani Stuparich
Editorial Minúscula
2010
94 páginas
Traducción: Francesc Miratvilles Salvador

A comienzos del siglo XX en Trieste, una joven, Edda Marty, decide matricularse para cursar el que será el último año del liceo clásico, antes de su ingreso en la universidad, en una clase únicamente poblada por varones.

Jóvenes estudiantes que se declaran seguidores de escritores como Carducci, Pascoli, D´Annunzio, o que incluso recuperan fuerzas leyendo fuera de la escuela a Tácito, Dante, Maquiavelo, a la par que preocupados por la situación política, abordan en sus conversaciones el problema adriático o el irredentismo.

En una clase en la que hasta el momento todos los jóvenes comparten el paraíso de la postinfancia, la llegada de Edda, su presencia femenina, obliga a cada uno de ellos a actuar.

El que se lleva la mejor o peor parte es el joven Antero, que cae fulminado ante Edda. Se prenda de ella. Se enamora. Es algo mutuo, y surgen los besos, interminables, los días de excitación febril, de reencuentros con el corazón encabritado, de separaciones breves y desgarradoras. Stuparich plasma con minuciosidad ese estado casi de enajenación que supone el enamoramiento, máxime si es la primera vez.

El enamoramiento es decir adiós al mundo de ensueño. Edda y Antero en su vivir anhelante ganan unas cosas pero pierdan otras por el camino. Amar duele. El firme que pisan deja de ser firme, el horizonte se cubre de nubarrones. El amor amamanta los celos, nubla el entendimiento, dispara el egoísmo. Saca lo mejor y lo peor de cada cual.

La tragedia se ceba con Edda, que ve como su hermana mayor regresará a casa a morir. Una tragedia que pone a Edda en la picota, toda vez, que esta no quiere oficiar ningún ritual religioso ligado a la muerte de su hermana. Ahí la sociedad, «los otros», son implacables, no admiten la discrepancia, el pensar distinto, tener iniciativa, en suma, tener ideas propias.

Si Edda no tiene ya bastante con sus sentimientos convulsos hacia Antero, otro joven de clase trata de suicidarse sin éxito, y postula que sólo Edda puede salvarle de la persistente llamada de la Parca, la única que puede oficiar como esa ancla que lo fije a tierra, su razón de seguir vivo, en definitiva.
El pobre Antero se deja llevar por los celos, por construcciones mentales donde su novia, o exnovia, se entrega al goce con todos los varones, al tiempo que a él lo orilla.

El paso de Edda, ha sido el paso de un vendaval, que ha desmantelado las certezas de todos sus compañeros de pupitre, iluminando zonas de su interior que desconocían albergar. Saben ahora que el monstruo de la madurez está ahí, agazapado. Saben que la vida es una pugna, una lucha, que fuerzas de todo tipo obrarán sobre ellos, que tras dejar la escuela, ese juguete para niños, vendrá la VIDA con mayúsculas.

Un obra breve deliciosa, delicada, tormentosa, apasionante, introspectiva, donde Giani Stuparich (1891-1961) quien ejerció como docente, capta a la perfección los vientos que arrecian en el corazón de esos jóvenes alumnos.