Archivo de la categoría: Literatura Portuguesa

Alves & C.a

Alves & C.ª (Eça de Queiroz)

El hijo de Eça de Queiroz (o Queirós) recupera esta novela inédita de la famosa maleta de hierro de su padre. Guarda esta nouvelle similitudes con Los Maia (en cuya lectura ando inmerso); si bien ahí el desdichado cornudo decide suicidarse a las primeras de cambio, aquí el protagonista, Alves, se lo piensa mejor y tras ver a su mujer coqueteando en el sofá de su casa con su socio y compañero de trabajo un tal Machado, en lugar del suicidio opta por apartarla de su vera y devolverla a los brazos de su padre, sin sustraerse a la debida manutención. El asunto pasa por decidir qué debe hacer Alves. ¿Debe suicidarse, matar a Machado, medirse en duelo, con espada, con armas, matar a su mujer?. La narración en tono de comedia va calibrando las distintas opciones, sus pros y sus contras sin que en última instancia parezca que importe mucho lo que realmente siente Alves o cuáles son sus verdaderos sentimientos hacia su separada esposa.

Importa más la fachada, el qué dirán, evitar las habladurías. Mantener la compostura.

Los amigos de Alves y los de Machado consiguen encauzar una situación que podría ser letal, encarrilando la situación por el camino de la cordura, de la mesura con un final que se me antoja moralizante y que desbarata en cierta medida toda la tensión, toda la comicidad y toda la intriga previa.

A pesar de esto leer a Maupassant a Chéjov, o a Queiroz, en estas medias distancias, siempre es un deleite.

Rey Lear. 2007. Traducción de Juan Lázaro.

Literatura portuguesa en Devaneos | José Luís Peixoto, Fernando Pessoa, Vergílio Ferreira, Afonso Cruz, António Patrício, Álvaro do Carvalhal, Eça de Queiroz.

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Galveias (José Luís Peixoto)

Guardaba muy buen recuerdo de Libro, la primera y única novela que he leído de José Luís Peixoto y que le supuso el reconocimiento de José Saramago. No creo que este último estuviera muy satisfecho de esta última novela de Peixoto, la cual transcurre en Galveias, localidad alentejana donde nació el autor en 1974.
Precisamente la novela se ambienta en 1984, con la caída de un meteorito, que supone el macguffin -o cebo- de la novela, pues si pensamos que aquello tiene una trama de misterio, suspense o ciencia ficción, erramos. El meteorito cae y luego lo que viene y flota en el ambiente es una nube de azufre apocalíptica, que finalmente ofrece un final esperanzador, alumbramiento mediante.

No sé si es la prosa de Peixoto o la traducción, o ambas, pero hay ciertas cosas que al leerlas chirrían:

Con el rabo lleno de paseo, la perra volvía por la tarde para echarse una buena siesta […]. Incluso cuando dormía, con el hocico sobre el suelo, en postura de persona, era un presencia.

Sin distinción de carácter, de tamaño, de edad, de dinero en el bolsillo, de macho o hembra, el dolor los postró…

En la novela, Peixoto no tiene un estilo definido, así que pasa de lo vulgar a lo poético, de lo esmerado a lo zafio, y de paso mete en la narración a hombres primitivos cuya sexualidad se manifiesta a través del abuso sexual, el estupro o el puterío; no faltan los malos tratos, el alcoholismo, la cerrazón -así la joven docente se verá hostigada por los vecinos cuando ésta con su mejor voluntad trate de alfabetizar a los adultos con escaso éxito y muchos sinsabores-, las vejaciones a los animales -como esos perros eviscerados- y una manera de narrar tan desenvuelta y chabacana que pasa de lo realista al mal gusto reiteradamente.

Se suceden las historias de los habitantes de Galveias, y el caso es que sus andanzas resultan anodinas, insulsas, cansinas -donde las palabras parece que van al papel, azarosamente, tal como caen- historias humanas que tienen mucho de folletín y de culebrón, donde no falta el golpe de efecto o el postrero momento estelar con el que Peixoto trata de ganarse al lector, tocándole la fibra, recurriendo al resorte sentimentaloide.

Luego, esas historias se entrecruzan finalmente de tal manera que podemos hacernos una composición de lugar de la realidad Galveiasense. Esto diría una sinópsis, pero es falso. Lo que Peixoto refiere es lo mismo de siempre, aquello que acontece en Los Santos Lugares Comunes Rurales, a saber: eso de Pueblo pequeño, infierno grande, donde no faltan los malos rollos, las habladurías, el dedito acusador, las envidias, los enconos, el mal fario y ese odio cainita hacia el vecino, por mucho que luego cuando vayan a misa en romería y el cura los ahostie, pongan todos ellos caras de buenos y se den la paz como hermanos e hijos de Dios -y de puta, que diría Peixoto-.

En fin, una DECEPCIÓN mayúscula.

Literatura Random House. 2016. 244 páginas. Traducción de Pilar del Río y Antonio Sáez Delgado.

Adán y Eva en el paraíso

Adán y Eva en el Paraíso (Eça de Queirós)

Eça de Queirós
Periférica
Traducción: Juan Sebastián Cárdenas
2011
78 páginas

A pesar de los cuarenta versículos que la Biblia dedica a Adán y Eva, la vida de esta pareja primigenia siempre les lleva a los escritores a especular, a fantasear sobre cómo fue todo aquello. Giaconda Belli abordó este asunto en El infinito en la palma de la mano. Eça de Queirós (1845-1900) hace lo propio en Adán y Eva en el Paraíso.

Ambos libros comparten una imagen del Jardín de las Delicias parecido; el de un paraje ubérrimo donde la flora y la fauna se hermanan en feracidad y donde Adán, nuestro Padre venerable, alucina con lo que ve, al tiempo que se libera del acoso de dinosaurios residuales como el ictiosaurio y cuando se desespera y pasa hambre, porque las aves son inalcanzables, los peces inasibles y las liebres son más rápidas que él, mata un oso de chiripa con un cayado afilado que le dará una idea de lo que luego será una lanza que le permitirá cazar y matar, y alimentarse mejor, cuando ya con Eva a su lado descubran ambos el fuego arreando golpes a una piedra y descubriendo poco después las bondades de la carne al fuego chorreando grasilla y coman ambos de la fruta del Árbol Prohibido y les entre el juicio, les ilumine la razón y progresen en lo técnico, hasta que llega un momento en que Adán se plantee si todo esto ha valido la pena, si no hubiera sido mejor dedicarse al ocio y al recreo como hace su primo el orangután, sustraído éste a los afanes, pulsiones y problemas humanos. Grosso modo, esto nos cuenta Queirós en esta breve narración que comienza cual lectura de un anaquel, tal que así: «Adán, Padre de todos los hombres, fue creado el día 28 de octubre a las dos de la tarde…», en este cuento fantástico, descriptivo e hilarante de una prosa muy bella.

Nada había leído de Queirós hasta el momento. Después de esta lectura tan gozosa, creo que le ha llegado ya el momento a Los Maia. Creas o no creas, libros así te devuelven la fe en la literatura. No digo más.

Podéis ir, a leer, en paz.

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La hora del diablo (Fernando Pessoa)

Fernando Pessoa
Acantilado
Traducción de Roser Vilagrassa
2003
79 páginas

Desconocía esta vis cómica o humorística, de Fernando Pessoa (1888-1935) que no había encontrado ni en su poesía ni en su Libro del desasosiego.

Sea como fuere esta novela me ha encantado.

El título, La hora del diablo, editado por Acantilado con traducción de Roser Vilagrassa, ya da la pista. El protagonista es el diablo, no un diablo al uso, no un ente diabólico asociado a lo satánico, sino algo más terrenal, más humano valga la contradicción, dado que el diablo se nos presenta como la encarnación de la nada, un ente angelical, que está más asociado a aquello que le hace al humano fantasear, soñar. Ahí donde se sueña está el diablo, ahí donde surge la duda está el diablo, así se explicita la tentación diabólica. Un diablo que conoce a una mujer embarazada en una fiesta de disfraces, la cual quiere que sea la transmisora de su estirpe.

Este es el diablo de Pessoa, el cual se quejará de que los escritores, primero Milton y luego Goethe no le han hecho justicia en sus escritos. Un diablo que se ve a sí mismo como la otra cara de Dios; uno es el sol, el otro la luna, es más un complemento que un contrario. Un diablo que está cansado del rol que le han asignado y que envidia de los humanos su fugacidad, el calor humano al lar del hogar donde las familias rumian su presente, a su paso por la tierra. Todo lo cual vale más que la metafísica de los misterios a la que los dioses y los ángeles están condenados por esencia, se lamenta el diablo.

Felices los que duermen en su vida animal, que es un sistema peculiar de alma, velado con poesía e ilustrado con palabras.

La narración es poética y filosófica, y a pesar de su brevedad, apenas cuarenta páginas, es un texto jugoso, fértil (en todo lo tocante a lo que entendemos por religión y la idea que tenemos de Dios), abierto a muchas lecturas e interpretaciones, y un final, que se completa con otro posible final. Vale la pena leer también el apéndice Historia y alcance de «La hora del diablo» de Teresa Rita Lopes donde se abunda en la interpretación de la novela y la enriquece con otros textos de Pessoa en los que éste aborda temas parejos.