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Claudio López de Lamadrid

Claudio López Lamadrid

Desde estos devaneos librescos y allá donde sea que ahora te encuentres, Claudio, quiero agradecerte que durante estos años haya tenido la ocasión, como lector, de leer novelas estupendas de tu editorial como Divorcio en el aire, Temporada de huracanes, Fosa Común, La dimensión desconocida o la más reciente Permafrost.

Recomiendo leer este sentido artículo de Rodrigo Fresán sobre Claudio, in memoriam.

André Kertesz

Sumun 2018

Entre los libros publicados y reeditados en el 2018 (de años anteriores hay muchos estupendos como Grita, El amor es más frío que la muerte, Invierno, La mucama de Omicunlé, La saga fuga de J. B., Un tiempo para callar, El mago, Iluminaciones, El Horla, Vidas escritas, Las retrasadas, Una comedia ligera, Huracán en Jamaica, El pie de la letra…), aquellos cuya lectura más he disfrutado y que van a engrosar el Sumun 2018, de estos Devaneos librescos míos, son estos:

www.devaneos.com Sumun 2018
sumun3

1-Escarcha (Ernesto Pérez Zuñiga)
2-Ordesa (Manuel Vilas)
3-Lectura fácil (Cristina Morales)
4-Biblioteca bizarra (Eduardo Halfon)
5-La paciencia de los árboles (María Sotomayor)
6-Memorias. Mi vida con Marina (Anastasía Tsvietáieva)
7-El silencio y los crujidos. Tríptico de la soledad (Jon Bilbao)
8-Llega el rey cuando quiere (Pierre Michon)
9-Maupassant y el otro (Alberto Savinio)
10-El reino (Gonçalo M. Tavares)
11-Impón tu suerte (Enrique Vila-Matas)
12-Predicciones catastróficas (José María Pérez Álvárez)
13-Permafrost (Eva Baltasar)

Felices fiestas y mejores lecturas.

Permafrost

Permafrost (Eva Baltasar)

I

Recibo un soplo de un amigo por correo electrónico: Una recomendación: Permafrost, de Eva Baltasar. Me ha entusiasmado.

II

Ayer, 16 de noviembre, día de las librerías, paso por una de ellas, voy -con anteojeras- hacia la B. Veo tres ejemplares de Permafrost, voy a la caja, lo pago (16,06 €), llego a casa y lo empiezo. De entrada, una cita de Bernhard: Nacer es una desgracia, decía, y mientras vivimos perpetuamos esa desgracia, que me recuerda a otra de Goytisolo, Tu nacimiento fue un error: repáralo.

III

La narradora es una suicida soltera y lesbiana. Decía Menchu Gutiérrez en una entrevista que la creación literaria, y el misterio, que era su motor, se dedicaba a extraer palabras de una materia silenciosa, quizás sea ese Permafrost, pienso, esa tierra permanentemente congelada que da título a la novela.

Eva Baltasar (Barcelona, 1978) escribe con un taladro neumático en las manos y por mucha capa congelada que haya su escritura va en vertical hasta hacerme sentir el relámpago en vena y la tormenta en los carrillos.

IV

Miro hacia atrás, y además de algún otro libro reciente como Ordesa, que ha acariciado y rasguñado las fibras de mi ser, pienso en otra estupenda novela de hace 10 años, Naturaleza infiel de Cristina Grande, con la que Permafrost guarda mucho parecido en cuanto al estilo (gran traducción al castellano de Nicole d´Amonville Alegría), a esa mirada de la narradora cargada de humor, lucidez, vitalidad e ironía, no de sarcasmo, a quien la vida en lugar de permitirle una salida digna, la por ella deseada, se ve asediada y cercada por esta vida salvaje y nuestra, mediada por la familia y sus afectos/defectos/desperfectos.

V

Concluyo con un endecasílabo.

Permafrost es cojonuda, pásalo.

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El mago (César Aira)

Si el Mago de la novela fuese un personaje de la Marvel éste sería un superhéroe afanado en hacer un mundo mejor, contrapesado en sus quehaceres por otro superhéroe maligno de parejos poderes. No es el caso.

Si el Mago de la novela fuese algo parecido a un Dios, pues su magia es milagrera, no un artificio, sino un don natural muy poco explotado por él, no rondaría por Moñito de Seda sino que acudiría a un Got Talent en el Monte Olimpo y a las primeras de cambio le invitarían a cruzar la pasarela que lo conduciría de nuevo a su casa, porque daría muy poco juego y todo su potencial -por su forma de ser y de (no) actuar- se quedaría en agua de borrajas.

Nuestro Mago, el mejor Mago del mundo, que no es Mago, sino un ente mágico capaz de todo, no hace nada, pues como aquellos que afirman que si se va al pasado es mejor no tocar nada, porque todo cambiaría, el Mago se devana los sesos sin éxito buscándole alguna utilidad práctica y crematística a su don. Se amolda a ser un mago del montón para no destacar, copia lo que otros hacen, sin emplear los artificios de esos, pero lleva ya dos décadas ahí en la brecha y quiere dar el salto.

Lo invitan entonces a una convención de magos en Panamá y pasa lo esperado. El Mago se ahoga en un vaso de agua, todo se le hace cuesta arriba, reina el absurdo, su mente infinita no lo socorre en detalles mínimos que lo ayudarían. No sabemos cómo opera su mente, su conciencia, y ahí está lo jugoso de la novela, pariendo Aira unas situaciones que mezclan lo absurdo con lo patético y lo fantástico, metiendo de matute alguna puya contra los políticos saqueadores, magos también en lo suyo, capaces de hacer magia con el dinero ajeno, desapareciéndolo ante los ojos de la ciudadanía.

En las postrimerías del relato hay una observación muy interesante que tiene que ver con la literatura, con lo que es un libro malo o bueno, el hecho de que la gente no escriba por superstición, porque cree que hay que hacerlo bien. Ese creo que es el gran truco de magia de César Aira (Coronel Pringles, 1949) en esta novela: el querer hacernos ver que escribir es fácil, que lo puede hacer cualquiera, que se trata de poner una palabra detrás de la otra, de ir sumando frases, que no tiene ningún misterio. Lo tiene, pero si alguien tiene el inmenso talento de Aira, la literatura entonces (como acontece aquí) es magia y goce, y si ésta no transforma el mundo, al menos enriquecerá y sustanciará nuestra realidad, que ya es mucho.

Literatura Mondadori. 2002. 143 páginas.