El anticuario Lucien N, cae en la muerte (mejor: en los muertos) como Narciso en su reflejo. Cadáveres que obtiene de tumbas así profanadas, en París, sin importarle la edad (niños o ancianas) o el sexo de los difuntos, en los que explorará sus orificios y articulaciones, derramándose en ellos. Cuerpos en descomposición, bómbices, luego carroña. Amoríos sin correspondencia en su casa refrigerada. Volcado Lucien en una voluptuosidad escatológica, registrada en su diario. Actividad la suya, no exenta de riesgos. Los cuerpos, ya desechados, los lanza al Sena. Se desplaza luego a Nápoles, el paraíso del necrófilo. Cumple el dictado de su pasión, constata que el cuerpo vivo, no le seduce ni logra extasiarlo. Gabrielle Wittkop hace con un motivo tan repulsivo y reprobable, un ejercicio de estilo, de delicada, seductora, arrebatada escritura.
Cabaret Voltaire. Traducción de Lydia Vázquez Jiménez. 2022. 128 páginas