Cuando alguien regresa de vacaciones y te quiere poner al hilo de cómo han sido las mismas hay dos opciones. Una consiste en dejarte el móvil e irte enseñando todas las fotos que ha ido haciendo al tiempo que va aportando algunas palabras, a modo de relato, sobre su fungible experiencia vacacional. Otra opción consiste en pasar de los móviles, buscar la mirada del interlocutor, y contarle un relato. Y hacerlo sin imágenes, sin fotografías, aunque esto suponga constreñirse (o liberarse) a la imaginación.
En Contra Florencia, Mario Colleoni opta por esta segunda opción. Colleoni nos lleva a Florencia, y este subyugante texto -cuyo principio rector parece ser la búsqueda de la belleza, esa misma belleza que nos hiere tanto como conmueve- no se adorna con imagen alguna, tampoco hay ningún índice onomástico. Nada por tanto que distraiga nuestra atención de las palabras que leemos. Colleoni se entusiasma con las cosas que escribe, con las personas que irá conociendo y que le permiten materializar su sueño. Hete aquí este espléndido ensayo. La Florencia de Colleoni no es la Florencia masificada y devastada por las hordas turísticas, no. En estos ensayos Colleoni opta por albergar otra mirada distinta, ofrecer recursos nuevos, dar brillo a lo menos conocido, lo oculto, lo olvidado, para reivindicar por ejemplo la figura de personas como Vernon Lee, Andrea del Sarto, Franciabigio, Vincenzo Peruggia o Papini.
El suyo es un entusiasmo que se transmite, que cala, direi, y como decía anteriormente la falta de imágenes, lo fía todo a la imaginación, y lo que Colleoni pretende, y creo que logra es proporcionar al lector una emoción estética de calado en su discurso confesional sobre el arte, sean cuadros, esculturas, refectorios o jardines.
La lectura se vería completa, cerrando así el círculo, acudiendo a Florencia con este libro en el bolsillo, a fin de contrastar y/o afianzar lo leído, de poder apostillar también nuestros propios pensamientos en las notas finales.
Ahí queda pues como proyecto.
La línea del horizonte ediciones. 2019. 192 páginas