Muy grata me fue la lectura de La dimensión desconocida de Nona Fernández (Santiago de Chile, 1971). Chilean Electric es un libro anterior, escrito en 2015 y publicado en España por Minúscula editorial a finales de 2018.
Andaba leyendo Años de mayor cuantía de Tomás Sánchez y casualmente cuando éste hablaba en su libro de las sombras chinescas se me cruzó o me arrolló el sucinto libro de Nona, el cual curiosamente tiene mucho que ver con la luz, la luz eléctrica, pues el libro arranca con el episodio referido por la abuela de Nona a ésta, relativa al momento en el que en Santiago de Chile hubo por vez primera luz eléctrica, allá por 1883.
Dice Tomás que para que haya sombras chinescas, para ver algo en lo iluminado, tenemos que mantener lo demás oscurecido. Me pregunto si al igual que nuestra atención en un texto se fija en aquello que va tachado, la escritura que suscita nuestro interés no es también aquella que opera como una sombra chinesca, aquella que en la luz reinante, en la sobrexposición y abundancia de datos por doquier, aquella que logra oscurecer lo que sea necesario para poder así ver algo en la luz.
Iluminar con la letra la temible oscuridad, afirma Nona. Quizás este sea el fin último de todo escritor. Nona, como hacía en La dimensión desconocida dedica un espacio a hablar de la dictadura chilena, de los pacos, de sus excesos, los desaparecidos y nunca más hallados, y ahí aparece un ojo colgando del rostro de un niño, recuerdo que se quedará grabado ya por siempre en la memoria de Nona. También habla de Allende (Más pasión y más cariño). Se ve que no vale con asesinar a alguien, sino que la limpieza sigue después de muerto, borrando toda foto, toda voz, todo vestigio del mismo, en un afán titánico por abocarlo a su inexistencia absoluta.
El límite entre novela y ensayo (la electricidad como síntoma de progreso, que permite ver más y mejor y trabajar más horas, producir más, alimentar el cíclope consumista y a su vez abocarnos a la contaminación lumínica, que nos impide por ejemplo contemplar los cielos y sus estrellas), realidad y ficción se (con)funden y Nona descubre que lo que la abuela le cuenta sobre la iluminación de la Plaza de las Armas, debió de haberlo soñado, o leído en algún lado, pues ella nacería 25 años más tarde.
Nona ilumina la oscuridad, no solo la dictadura, también esas guerras libradas (con Perú) que solo arrojan cadáveres, o sobre aquellos que llegan a Chile, como los peruanos, a elaborar sus comidas, encargarse de sus hijos, que hacen en Santiago de Chile su particular Lima, su reducto. Esto es lo que ilumina Nona, aquello en lo que pone el foco, con una prosa luminosa y palpitante, que plasma bien lo vívido y circundante, aquello que ve, concierne y afecta a la autora, y a nosotros con ella, a través de su lectura.
Editorial Minúscula. 2019. 111 páginas