Me han debido dar el cambiazo al sacar este libro en la biblioteca -miraré las cámaras de grabación para confirmar este extremo- porque los adjetivos que le dedican en la contraportada del libro a la prosa que gasta en estos relatos Pron, a saber, sobriedad, ironía, originalidad y elegancia, en esta ocasión y en estos relatos no los comparto. Puede ser también que alguien -otro lector malintencionado- haya tomado posesión de mi cuerpo y me haya hecho poner el acento en relatos en los que sufro su prosa anodina, funcionarial, cansina (como en el relato Umeak kontatu zuena). Más que original hubiera preferido algo más radical, pues hacer un relato con formato de notas a pie de páginas (con una letra demasiado minúscula), o manejar los paréntesis, como el que maneja un emoticón, no acabo de verlo, o La repetición, el relato más largo, 40 páginas, creo que estira demasiado un idea mínima, o en Este es el futuro que tanto temías en el pasado, donde Pron se convierte en personaje del relato (autoficción de la que también tiraba Mairal en La uruguaya, con críticas de por medio) que echa mano de otros para suplantarlo, jugando con la idea del doble (algo que me recuerda a lo que leía en Homo Lubitz, donde un director de cine hacía lo propio), mientras va por ahí de gira literaria (que me recuerda también al Pose de Olmos). Sí he apreciado la vivacidad de Un divorcio de 1974 y los devaneos metaliterarios de Salon des refusés, relato que se hace en directo, en el que iremos viendo cómo se toman esas decisiones que se supone es narrar, Piglia dixit. En esta ocasión -y no acabo de entenderlo, pues las dos novelas que había leído de Pron las había disfrutado mucho, lo que me ha fulminado ha sido el aburrimiento. Me ha ganado el tedio por K.O así que fuerzas no albergo para proferir nada más.
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Muy buen año de lecturas. 2016
Este año que finaliza ha sido muy bueno en cuanto al número de lecturas y a la satisfacción que me han deparado la mayoría de ellas. He leído unos cuantos libros que deseaba leer hacía tiempo, libros soberbios, entre otros, como Rayuela, Ulises, La Regenta, La colmena, Historia secreta del mundo, El comienzo de la primavera, Los siete locos, Fedón, Relatos autobiográficos de Bernhard, Días felices en el infierno, La resistencia íntima, Peregrinos de la belleza, La isla, Los ingrávidos, Mujer de rojo sobre fondo gris, Ruido de fondo, Una ambición en el desierto, La noche feroz, Una historia aburrida, El banquete, Sostiene Pereira, Herzog; alguno crucial como el Gorgias y también alguno como Crimen y Castigo, que lo leeré entre este año y comienzos del próximo.
He leído, si no me fallan las cuentas, libros de 66 editoriales distintas, de autores y autoras de distintos países. La mayoría han sido novelas, pero también he leído ensayos, diálogos, poesía y cómics. He descubierto a escritores en los que pienso seguir abundando: Emmanuel Bove, Albert Cossery, Natalia Ginzburg, Roberto Arlt, Thomas Mann, Matilde Serao, Antón P. Chéjov, Fiódor Dostoievski, Álvaro Cunqueiro, Pío Baroja, Stuparich, Szymborska, Cortázar, Borges, Cela, Savinio, Ernesto Pérez Zúñiga…
De todos los libros leídos este año, unos me han gustado más que otros y esto se ve claramente leyendo las reseñas, así que el que tenga tiempo y ganas, ya tiene con lo que matar su tiempo.
Quien siga esta blog creo que ya estará al tanto de mis gustos y de mis disgustos literarios. En cuanto a lo que se ha publicado este año, estos son los libros que más he disfrutado y que gustosamente leería de nuevo: Nemo (Gonzalo Hidalgo Bayal; Tusquets Editores), Nembrot (José María Pérez Álvarez; Editorial Trifolium), Fosa común (Javier Pastor; Literatura Random House), La manzana de Nietzsche (Juan Carlos Chirinos; Ediciones La Palma), Hombres felices (Felipe R. Navarro; Editorial Páginas de Espuma), De profesión, lector (Bernard Pivot; traducción de Amaya García Gallego; Trama editorial), No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles (Patricio Pron; Literatura Random House), No cantaremos en tierra de extraños (Ernesto Pérez Zúñiga; Galaxia Gutenberg), Un padre extranjero (Eduardo Berti; Editorial Impedimenta), El ojo castaño de nuestro amor (Mircea Cărtărescu; traducción de Marian Ochoa de Uribe; Editorial Impedimenta), Magistral (Rubén Martín Giráldez; Jekyll & Jill Editores), El sistema (Ricardo Menéndez Salmón; Seix Barral Editorial), El vientre de Nápoles (Matilde Serao; Gallo Nero Ediciones)
!Felices fiestas y lecturas!
No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles (Patricio Pron)
Patricio Pron
Mondadori
2016
348 páginas
Como ya hizo Patricio Pron en la muy notable El comienzo de la primavera, en esta novela de título fatigante –No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles– reflexiona acerca de cómo gestionamos la memoria. Si en aquella novela un profesor universitario, un tal Martínez se trasladaba hasta Alemania empeñado en encontrar respuestas a los actos deleznables perpetrados por los alemanes afines al régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial, focalizadas todas las preguntas en la figura de Hollenbach, un huidizo filósofo, aquí el fascismo, en este caso italiano, está de nuevo presente. Un fascismo en su vis literaria, perpetrado por un grupo de literatos, que mediante el futurismo ambicionan convertir la vida en arte, lo estético en político, una política fascista que a efectos prácticos producirá sufrimiento y muerte, entendida ésta como un acto higiénico.
Parte de la narración es el sumatorio de entrevistas que un tal Linden realiza entre 1977 y 1978 a algunos de los asistentes al Congreso de Escritores fascistas europeos que se lleva a cabo en abril de 1945. Un cordel del que Linden va tirando hasta llegar al meollo del asunto; conocer la vida de uno aquellos escritores, Borrello.
Si todo lo que han referido los escritores fascistas en sus declaraciones a Linden (perteneciente a un grupo terrorista de extrema izquierda, que sería encarcelado, y se vería envuelto en la investigación que trató de dilucidar el el secuestro y asesinato de Aldo Moro) es palabrería, cháchara ideológica, huera e insustancial, sin embargo cuando la narración desgrana la existencia de Borrello, los momentos en los que éste se encuentra huido en la montaña, en octubre de 1944, y salva la vida a un partisano, un tal Linden (el padre del entrevistador), a quien cura sus heridas y luego alimenta, vemos como lla ideología fascista se pliega a la acción buenista. El otro, el enemigo (configurado así por el Lenguaje), pasa entonces a ser un humano a quien ayudar y salvar.
La narración, tras darnos a conocer la obra de Borrello -plasmada en poemas, obras de teatro, relatos, volúmenes con cartas de rechazo de sus publicaciones y un buen surtido de obras experimentales, que acabarán empleando lo escrito como soporte y materia prima para sus propósitos, ejerciendo entonces más de director que narrador, convertido el autor en obra- finaliza en 2014, donde la narración la retoma el nieto de Linden, en un escenario milanés donde hay movimientos okupas, huelgas y algaradas y violencia en las calles con la autoridad poniendo orden con zumo de porra y los belicosos manifestantes mostrando los dientes. Ahí está el joven T. ante su momento decisivo, ese que permite aunar las convicciones con las acciones, ese momento que es pura acción y que tiene más de explosión que de postración; un momento primordial que cierra y repliega una novela caleidoscópica y brillante, pródiga en hallazgos, que ofrece interesantes elementos ensayísticos de reflexión, no sólo sobre lo que entendemos por creación literaria, sino sobre todo aquello que nos atañe: el sentimiento de culpa, el peso de la memoria, las emboscadas del lenguaje, el empleo de la violencia (re)generacional reactiva como un ejercicio defensivo, la lucha contra los totalitarismos reconvertidos en imperativos económicos, el deseo adolescente de partir de uno mismo, etc.
Leyendo la novela tengo la sensación de que Pron emplea la literatura para poner orden, para ralentizar un mundo que vemos desde la ventanilla de un tren que va por vía rápida, una novela que actúa ante las limaduras de la historia como un imán, con el empeño de buscar un significado, de querer saber, de querer entender, y quizás ese empeño de Pron esté presente en todos sus libros, y así todos sus libros sean el mismo libro; abrumadores e inteligentes.
Detrás del volcán (Malcom Lowry)
Malcom Lowry
Gallo Nero ediciones
115 páginas
2013
Prólogo de Patricio Pron
Traducción: Raquel Morillo
Este libro es un conjunto de epístolas. La más larga es la que Malcom Lowry dirige a su editor Jonathan Cape, quien tras haber dejado en manos de un lector la valoración de su novela Bajo el volcán, sugiere a Lowry unos cambios en la misma de cara a su publicación.
Hay también una carta de la mujer de Lowry, Margerie, que me resulta muy ilustrativa en tanto en cuanto cifra muy bien la pasión creadora de todo escritor y en la que dice:
Te aseguro que solo una persona cuya total existencia es su obra, alguien que ha dominado y controlado el volcán que hay en su interior, a costa de un sufrimiento que ni siquiera yo comprendo del todo, podría haber escrito un libro así.
Lowry en una extensa carta defiende su obra con valentía, capítulo a capítulo, ponderando las virtudes de su novela, el sentido de cada capítulo, cada uno de ellos una unidad en sí mismo, las distintas capas de significación que atesoran, las múltiples relecturas que exigiría su novela, que permitirían leerla un número indefinido de veces sin agotarla y sale al paso de las acusaciones de que ciertos momentos de la novela resulten tediosos o de la escasa entidad de sus personajes; un tedio que le permite a Lowry reflexionar sobre el uso básico del tiempo, y cómo se maneja de distinta manera en el cine y en la literatura, toda vez que Lowry cree que su obra no requiere ningún montaje, dado que tal como ha sido entregada por él, su novela está ya dirigida y montada.
Es muy interesante ver a un escritor defender con argumentos de peso su obra, la cual le llevó 12 años escribir y que le supuso el rechazo a ser publicada por parte de una docena de editoriales, y comprobar la distancia, a veces insalvable, que media entre lo que el escritor vierte en una novela y lo poco que a veces captamos los lectores, ante obras complejas como ésta de Lowry, de la que el autor afirma que debe ser releída más de una vez, lo cual tampoco aseguraría la absoluta comprensión de todos sus detalles por el lector.
Como decía William Gass en el prólogo que escribió para Los Reconocimientos de Wiliam Gaddis, Lowry afirma también que su novela debe leerse en bucle, esto es, acabar la novela para ir a su comienzo y enriquecer lo leído con otra relectura.