Archivo de la categoría: Poesía

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Daniel, la herida hecha luz (Luis Alfonso Iglesias Huelga)

Hice el bachillerato en el IES Escultor Daniel sin que me picara entonces la curiosidad por saber quién había sido el escultor Daniel. Hoy, treinta años más tarde, y gracias a la iniciativa de la editorial Los Aciertos y de la Fundación Escultor Daniel, tenemos publicados dos libros. Uno, el libro ilustrado Daniel, el escultor; el otro, Daniel, la herida hecha luz, en donde Luis Alfonso Iglesias embellece con palabras las obras de Daniel: esculturas, dibujos, óleos y acuarelas.

Escultor Daniel

Si las obras de Daniel dicen mucho por sí mismas, creo que mirarlas a través o con el soporte de la palabra poética de Luis, logra encarecerlas. Es como poner letra a una bellísima melodía que anhela ser completada, colmada de sentido.

En tiempos tan romos y convulsos como el presente, en donde el ruido de fondo cada día es más vozarrón y está más próximo, palabras como amistad o gratitud son leños a los que aferrarse en el mar bravío del hoy.

Las esculturas y dibujos de Daniel emocionan; en sus bustos autobiográficos serenos y poderosos, o los realizados sobre el violinista Canepa o el literato Gonzalo de Berceo; en las mujeres voluptuosas de pechos estrábicos que se ofrecen sin ofrecerse, haciendo arte del cuerpo desnudo, obligándonos a hacer volar la imaginación hasta arribar a la piel o pista de aterrizaje de una espalda femenina; en las figuras filiales, ya sea la hija o el niño en los hombros del padre que encarna a la perfección la idea de la paternidad, del porvenir y lo insondable; en las parejas abrazadas que cifran el amor cuando al amar dejamos de ser para ser más; o los paisajes de Montmartre, soñando nosotros un París con aguaceros y sin infinitos.

Escultor Daniel

Maneja con acierto Luis las palabras. Bien para describir el arte escultórico o pictórico de Daniel, pero sin agotar la obra, sino azuzando nuestras ganas de mirar más y mejor, de poner toda nuestra inteligencia y conocimientos en la obra expuesta para nuestro deleite, porque el arte de Daniel, aquí tan bien apalabrado por Luis, deleita, mueve, remueve y conmueve.

¿Ilumina la luminosa obra de Daniel la tiranía de la sombra? Sí; Y nos permite salir de paso del cardumen de lo cotidiano.

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Sotierra (Roberto Vivero)

Siempre tenemos el recurso de viajar por un texto; en Sotierra nos vamos a la isla de Fuerteventura. El poemario de Roberto Vivero se inicia y concluye con dos imágenes en blanco y negro: un paisaje desértico en la primera; un molino de viento en la segunda. El libro tiene dos partes: Sotierra y Fuerte ventura de Alonso Quijano.

Sotierra, no sé a qué hace mención, más allá de la posible conjugación con el verbo soterrar. ¿Será el texto pues algo subterráneo, soterrado? ¿una realidad a desvelar, un rasguñar el éter con el filo acerado de las palabras?

La mirada va de la vulva del cosmos, del himen azulcielo, de las estrellas (el esperma duro del sol) a la tierra, al filo de los barrancos, a lo insondable de las calderas, volcanes y hoyas, al ras de la vigilia de la piedra, al espinazo de la lava, a la verticalidad de los tunos sangrantes, a la cumbre nevada del escanfraga, a los atolones de silencio.

Las palabras que alimentan los poemas son locales y una suerte de fauna, geografía y topografía: el malpaís, el huriamen, el guirre, la mareta, el pazote, el solajero, el gonfio, los tunos, el tofio, la puipana, la berrenda, la sirgada, el bardino (hosco tótem de terracota), el soco, la tabaiba, Vallebrón, Escanfraga o Tindaya. Me ha venido muy bien este diccionario online.

Y otras palabras a las que no hallo significado: bayuyo, canco, hilux, jandía.

Y si Sotierra es una geografía, un paisaje, una historia; en Fuerte ventura de Alonso Quijano hay un nosotros, un hogar, un ahora, el abrazo, el amor que explota, y también el insalvable abismo de tu mano en la distancia; pero si hablamos de Quijano el asunto se resuelve con molinos desvanecidos, y un presente: timpleo.

Los poemarios de Vivero siempre te dejan al límite de lo inteligible, y ahí reside el poder volcánico de sus poemas y sus coladas infernales, en el desempeño de un lenguaje fértil y tan pegado aquí al terruño.

Lo leo y creo haber sido soñado por el rumiar de cabras omnívoras.

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Dios y mundo (Johann Wolfgang von Goethe)

Para Goethe la poesía era la materia prima de la ciencia. Y aunque Goethe es hoy inmortal merced a sus poesías, siempre mostró interés por la ciencia, ya fuese por la naturaleza de los colores, la astrología, la botánica, la anatomía, etc. Y a tal fin, en su afán por divulgar la ciencia, empleó la poesía y una buena muestra de ello es este libro, Dios y mundo. Lo vemos claro si leemos, por ejemplo, La metamorfosis de las plantas, en la que Goethe se afana por explicar, muy poéticamente, el proceso que lleva a la semilla hasta su transformación en fruto. O cómo el minucioso análisis del cielo y las nubes, le lleva a crear poemas como Estrato, Cúmulo, Cirro, Nimbo o Atmósfera. O a dedicar una poesía En honor de Howard, el inglés que dio nombre a las nubes.
Siempre está presente la Naturaleza y la afirmación del poeta de que esta no tiene núcleo ni corteza, porque ella es todo a la vez. Las cuestiones filosóficas y teológicas también fueron del interés del poeta, aquí con poemas tan explícitos como El alma del mundo, Permanencia en el cambio o Uno y Todo. En las poesías la idea de la eternidad, del continuo movimiento, del hacedor, de la nada y el ser; la materialización del estudio de las ideas de Platón, Aristóteles, Leibniz…
El libro concluye con Los sabios y la gente, en donde Goethe se ciñe a aspectos más concretos y prácticos de la existencia. Son diálogos que la gente mantiene (preguntando), con los sabios (respondiendo); filósofos como Demócrito, Parménides, Anaxágoras, Diógenes, Crates, etc…

La gente

¡Explícame qué significa ser feliz!

Crates

El niño desnudo no duda de eso;
se aleja a saltos con su moneda
y conoce muy bien el lugar del pan,
me refiero a la panadería.

Dios y mundo
Johan Wolfgang von Goethe
Ápeiron Ediciones
Edición bilingüe
Traducción de Venancio Andreu Baldó y Roberto Vivero
Año de publicación: 2023
94 páginas

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Nueva muchas veces (Sara Martínez Navarro)

Este poemario de la cartagenera Sara Martínez Navarro (Esdrújula Ediciones) más que al Memento mori del latín clásico, parece obedecer al Todo fluye, somos y no somos de Heraclito, a esa identidad que tanto nos cuesta definir, pues va cambiando, y entonces ¿cómo volver a lo que se ha sido?.

Aquí, a los 38 años, y en el medio camino de la vida, Sara dice habitar una vida tranquila cercana a la emoción. Y la escritura le permite volver la mirada a casa, a la raíz, a la vida sin pretensiones que llevan sus padres, para hablar impacientes bajo un sol estrellado. Es un amor filial que me trae ecos de Felizidad de Olga Novo.
¿Y es ese el punto de llegada, el anhelado destino? cuando el estudio, el saber, la cultura, vemos que no es totalizadora, porque leo: Lo que ellos saben (sus padres) yo lo desconozco.

Escribir es dar cuenta de países y ciudades, de huidas y regresos (algunos tristes, desabridos, como el de Ulises, que parece llegar a una fiesta cuando la música ya ha dejado de sonar y no queda nadie), y la pasión por los mapas, quizás sea la manera de retener el mundo a la escala de los ojos.

Escribir es afirmar la vida en cada verso, recorrer los desfiladeros del lenguaje, hollar en las palabras, adorar los prefijos, dar cuenta del amor sin desvelarnos la palabra secreta.

Y leer a Sara es contemplar emocionado la belleza de la palabra en sazón.