Archivo de la categoría: Ramón del Valle-Inclán

La lámpara maravillosa (Ramón Del Valle-Inclán)

La lámpara maravillosa (Ramón del Valle-Inclán)

Dejando de lado el costumbrismo de Benito Pérez Galdós echo mano de la narrativa completa de Ramón del Valle Inclán (1866-1936) y así leo La lámpara maravillosa publicada por primera vez en 1916 y corregida en 1922. La edición de Espasa, al contrario que la de La Felguera que la ha publicado no hace mucho, no va acompañada de ilustraciones.

No me parece ésta una lectura fácil habida cuenta de la terminología que maneja el autor, lo cual no significa que no se pueda apreciar la belleza de muchos de los párrafos como cuando habla de la poesía, la pintura, o el arte en general.

El gnosticismo, el quietismo, la contemplación, la belleza mística, el sentido de unidad, la teología, el amor como fuente primaria y última son algunos de los elementos del texto, que se erige como un tratado espiritual en un Valle-Inclán inclinado hacia el esoterismo, el ocultismo y el espiritismo.

Aprovechando que recientemente La Felguera ha publicado Valle-Inclán noir (al que sí pienso (acud)ir), una vez que lea los ensayos recogidos en el mismo sobre estos temas, haré una relectura de La lámpara maravillosa.

La lámpara maravillosa en Biblioteca Cervantes Virtual.

Ramón del Valle-Inclán en Devaneos

Epitalamio

Epitalamio

Epitalamio (Ramón del Valle-Inclán)

Composición lírica escrita en honor de una boda. Así define Epitalamio el Diccionario de la Real Academia. Y es lo que hay. Ramón del Valle-Inclán (1866-1936) en esta novela o relato, con una prosa riquísima y abundantes referencias librescas: aparecen citados en el texto Baudelaire, Heine, Mefistófeles, Don Juan, Dante y otras expresiones que desconocía como ¡Augusta, por los manes de Homero!… Attilio Bonaparte, un príncipe mujeriego seduce -es un decir, porque la que lleva el mando es ella- a Augusta, casada, lujuriosa y adúltera y se ven a escondidas, solo en parte, porque en esos lances amorosos a veces está presente la hija de ella, Beatriz, lo cual da pie, como es de esperar, a hablar de la Divina Comedia, donde ella, Augusta, sería Francesca, más que la Turris ebúrnea, donde la narración se desgrana entre bromas y veras, caricias y escorzos, risas y muecas, con la expectativa inflamando el deseo y los cuerpos.
El final, a tenor del título, es el esperado y si nuestro Don Juan no se puede esposar con la madre, pues para eso está la joven Beatriz, para propiciar el amor entre su madre y su amante bandido casándose con este.
Epitalamio forma parte de la Narrativa completa de Valle-Inclán publicada por Espasa, incluida en su tomo I. Me ha resultado una buena manera de entrarle al autor.