Archivo de la categoría: Relatos

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Una manada de ñus (Juan Bonilla 2013)


Juan Bonilla
2013
Editorial Pre-Textos
267 páginas

Vi hace años Nadie a conoce a nadie, película de Mateo Gil basada en el libro de Juan Bonilla (1966), que no leí, al igual que su libros de poesía ni de relatos. Juan Bonilla era un perfecto conocido escritor, no leído por mí (hasta la noche de ayer).

A fin de vencer ciertas reticencias que uno no sabe bien explicar por qué albergamos, me llevé a mi casa el último libro (de relatos) del escritor Jerezano publicado el mes pasado por la editorial Pre-Textos. Y lo fui leyendo al tuntún, sin orden ni concierto, comenzando la lectura por esos relatos cuyos títulos me resultaban más atractivos.

En algunos relatos hay un párrafo que se repite, que da nombre al título del libro: Una manada de ñus, una manada la cual deberá cruzar la charca de cocodrilos para llegar al otro lado y proveerse sustento y tranquilidad. En esa charca unos cuantos ñus morirán en las fauces de los cocodrilos, lo cual, mientras tanto, permitirá al resto, seguir avanzando y salvar sus vidas (de momento).

Buena parte de los relatos de Juan Bonilla remueven el caldo espeso de la memoria, para traer al presente los efluvios de su niñez y adolescencia.

El relato que más me ha gustado de los diez que componen el libro, ha sido, Sigue leyendo

Caminando sobre las aguas (Ignacio del Valle 2013)

Caminando sobre las aguas portada del libro de Ignacio del Valle
Ignacio del Valle
152 páginas
Páginas de Espuma
2013

Gracias a libros como Caminando sobre las aguas, del asturiano Ignacio del Valle, uno mantiene y acrecienta su fe y adicción hacia la literatura.

El libro de Ignacio es un libro de relatos, bien compensado porque si unos relatos son buenos los otros me parecen mejores y el resultado o intensidad que desprenden no guarda relación con la extensión de los mismos, porque le valen un par de páginas a Ignacio para conseguir una auténtica proeza en su relato Corazón, por ejemplo.

El comienzo del libro con Círculos, es trepidante, con ese cuerpo a cuerpo entre un francotirador y un fotógrafo: una cámara, un arma, la búsqueda de la gloria, con traiciones corporativas de por medio. Un relato muy intrigante y angustiante.
Con Jaques, nos vamos a Argentina y allí tenemos a una mujer en el televisor hablando de las torturas de todo tipo que sufrió, mientras un hijo di(s)puta una partida de ajedrez con su padre y el relato de la mujer se convierte en una sombra que rondará el tablero a medida que el pasado se precipite sobre el presente para librar una nueva batalla contra la desmemoria.
En Drómeda una niña visualiza un accidente de tráfico, y lo visto y sufrido poblará las pesadillas de la niña sin que sus padres se percaten de lo que el grillo esconde.
En Recuerdos de ballenas, Madrid es un infierno para el protagonista, de noche, sin dinero, sin amigos, sin el amor de una mujer que lo ha desterrado hacia la nada. Relato vibrante que desnuda la naturaleza humana dejándola en su vis más patética.
Marco Antonio de día, Tarzán de día o la belleza de la mortalidad.
La Revancha, el relato que menos me ha emocionado por su convencionalidad.
En La Grieta nos vamos al cielo y allí está García, una vida en el más allá que nos incita a disfrutar aún más el más aquí.
Caminando sobre las aguas, relato histórico, ambientando en Florencia y allí están los Medici, y la tragedia de no ser más que un doble con dignidad.
El extravío, un homenaje a todos los caballeros históricos, con un Quijote extenuado que quiere descansar en paz, y no pérdido por Flandes.
Corazón: cariño, el cielo puede esperar.
Muertes legendarias: el día a día de un héroe.
En Gott Mit Uns, se juntan dos sobrevivientes de La División Azul, un héroe y un tullido. A menudo el héroe no lo es, y el tullido lo es como muestra de su valor. Un encuentro que permitirá al protagonista exorcizar su pasado.
En Relatividad, el relato se va acelarando hasta un final trepidante, porque todas las historias de amor se repiten, y sí, sería bonito y constructivo poder echar la vista atrás, cambiar el pasado, si bien, los errores se repiten y los amores, relativos, incluso superlativos, se disuelven también en el caldo espeso del orgullo.
En Eternidad nos vamos al espacio, un espacio no habitado por querubines, ni Dioses, sino por un astronauta que en su empeño por surcar los cielos acabará flotando a la deriva, rumbo hacia la extinción final.

Comentar por encima algo de los relatos leídos, es tanto como no decir nada, ya que el contenido de los mismos da tantas pistas sobre su valoración y resultado, como puede hacerlo una sinópsis.

Lo interesante de este libro de relatos es constatar como todos estos temas variados y a priori atractivos, en manos de Ignacio del Valle, van cobrando forma, para deparar su lectura unos momentos especialmente agradables, ya que la prosa de Ignacio engancha, sumerge, apasiona, dado que maneja las palabras con tal habilidad y maestría que logra crear atmósferas, situaciones, personajes, de lo más enjundioso, y todos los relatos están marcados por la intensidad, por la inteligencia, por esa mirada particular, por ese golpe de gracia que convierte el relato en algo especial, embalsando unas emociones que solo llevar a término la lectura supone su drenaje gota a gota

Viaje por Italia: Alto Adige, Trento, Bolzano, Brunico, Bressanone

Uno de los viajes que queríamos hacer desde hacía tiempo era conocer el norte de Italia, más en concreto ese territorio llamado SüdTirol o Alto Adige, fronterizo con Austria.

Mirando vuelos de bajo coste, Ryanair permite volar hasta el aeropuerto de Bérgamo. Una vez allí con cualquier compañía de alquiler de coches tienes la posibilidad de moverte cómodamente en coche. Volamos pues desde Santander hasta Bérgamo (Orio al Serio) y llegamos a las 20h. Tras los trámites pertinentes para coger el coche, a las nueve, ya anocheciendo, nos pusimos en ruta rumbo a Brescia, donde haríamos noche. Dimos cuenta de unos cuantos envases de embutido de la tierra que llevábamos y eso nos permitió capear el temporal unos minutos. Porque a los niños la música no sé si los calma, pero la comida sí.

A la salida de la autopista unos carabinieri nos hicieron parar, pues el desconocimiento del auto hacía la conducción un tanto irregular y esto no les debió pasar desapercibido a los agentes de la ley. Al comentarles que el coche era de alquiler, nosotros españoles y ver a nuestra prole en los asientos de detrás dando guerra, nos dejaron continuar.

Hicimos noche en un hotel de carretera, Ai Ronchi Motorhotel. El hotel es tétrico. En el banco de la entrada había dos hombres bebiendo, aletargados, pero no lo suficiente como para inclinar sus testas a nuestro paso. Tras dar los datos en la recepción nos dieron la llave de la habitación. El hotel era perfecto para rodar una película de Dario Argento: una mezcla entre tétrico, cutre y fantasmagórico.

Los rigores del mes de julio hacían que la habitación fuera un horno. Abrir las ventanas no proporcionaba alivio alguno, salvo evitar la sensación de sofoco y asfixia. Si en el exterior hacía 30 grados, dentro habría un par de grados menos. Como no es recomendable irse a la cama sin cenar nada, demandamos información acerca de donde podíamos comer algo. A unos 100 metros del hotel había un edificio que resultó ser una cervecería casi centenaria (en 2015 celebrerá su centenario), Antica Birreria Alla Bornata. Además de tener una carta de cervezas maravillosa, daban de comer, y allí cayeron unas cuantas pizzas, bien elaboradas, tamaño txapela y baratas (menos de 7 euros por pizza).

Con el estómago aliviado, pero todavía con la sensación de estar viajando, nos fuimos a nuestro horno con camas a tratar de dormir algo, sin demasiadas expectativas, que no se cumplieron. Tras estar toda la noche dando vueltas sobre la cama, sudando, yendo al baño a ver si refrescaba algo, contando ovejitas, minutos y horas, mientras se oía con nitidez el ruido de los coches, camiones y motos al pasar, así como de los trenes que estaban al otro lado del hotel.
La albordada y una buena ducha tuvieron efectos balsámicos. Sigue leyendo

Espíritu peregrino

De vacaciones en Barro (Asturias), una tarde a la puerta de nuestra casa rural se asomó un hombre de unos treinta años pidiendo agua. Vimos que detrás suyo, en el suelo, había una gran mochila y deducimos que era peregrino. Le invitamos a entrar, pero permaneció fuera jadeando. Era francés, había comenzado El Camino del Norte en Hendaya, sólo, y todavía le quedaban unos cuantos cientos de kilómetros por andar. Le llenamos la cantimplora con agua natural pero comentó que del grifo también le iba bien. Preguntó por el albergue más próximo. Quería ir hasta el albergue de Nueva. Le quedaban unas cuantas horas de caminata. Le recomendamos que a su paso por Niembro se diera un baño en la Playa de Torimbia, que las vistas antes de descender hacia la playa son un espectáculo. Comentó que si no llegaba al albergue o estaba lleno dormiría en el suelo como otras noches. ¿Duro, no? le preguntamos. Soy peregrino, contestó. Lo dijo con el corazón. No buscaba comodidad alguna. Su rostro era el de alguien que sufre pero que al mismo tiempo gozaba, porque creía en lo que hacía y lo hacía con humildad. Había determinación en sus ojos. Un rato después, fuimos hacia Niembro con el coche y antes de llegar al pueblo lo vimos mirando un cartel por donde nacía un sendero. Momentos después El Camino lo había engullido.