Archivo de la categoría: reseña

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Un crimen japonés (Daniel Guebel)

Un crimen japonés cifra bien la ambición de Daniel Guebel, a lo largo y ancho de más de quinientas páginas, en las que el autor nos llevará al Japón medieval, y lo que comienza como una novela, con un hilo tan sugerente como es que el hijo del muerto quiera saber la identidad del asesino del progenitor (aviso: despeje el lector su mente de previsibles novelas negras o históricas, porque Guebel gusta de mezclar géneros), derive luego hacia el ensayo, merced al afán totalizador de Guebel, que quiere describir al detalle aquel mundo antiguo japonés, acarreando consigo un buen número de palabras japonesas que en mi caso voy olvidando a medida que leo, pero que a pesar de todo logran mantener viva la curiosidad, pues en aquel pasado tan remoto hay instilaciones del futuro, como sucede con la presencia de autómatas, tan bien elaborados que cuesta diferenciarlos de los seres reales y así Yutaka Tanaka, el hijo huérfano de padre, en busca de su venganza reclamará información al poderoso Ashikaga Takauji (fundador y primer shōgun del shogunato Ashikaga, entre 1338 y 1358), enamorándose de paso de la mujer de este: la Dama Ashikaga. Y así habrá sexo, y violencia y mucho humor y una venganza que parece ser el motor de la historia, pero que no sirve para rematarla, pues parece que será la propia naturaleza la que pondrá punto y final a Ashikaga, y dejará inconcluso el final de Yataka, ya que opera aquí, más la prosa juguetona y chispeante del autor y su desbordante imaginación en los diálogos, y en la construcción de las historias, en esta suerte de alocado teatrillo, tan, tan godible, que en la resolución de las mismas.

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Libres (Ana Santamaría)

Doce relatos editados por Comba conforman Libres, el primer libro de Ana Santamaría (Burgos, 1970).

Libres, Fetiche, Miluji te, Días aplazados, Delirio de perfil, Se llamaba Hansel, Juegos de sirena, Extorsión, Sed de cielo, Otra cultura, Misterios gozosos, La ley de Nora.

Ana maneja con soltura distintas temáticas. Pienso en la maternidad deseada y rogada (Misterios gozosos), la soledad (La ley de Nora, Libres), la voluptuosidad (Sed de cielo), la naturaleza de la comunicación y del deseo (Miluji te), las asechanzas de la modernidad (Extorsión), la búsqueda de la libertad y sus restricciones (Se llamaba Hansel, Juegos de sirena), la ausencia (Fetiche), la asunción de roles tóxicos (Otra cultura), el desamor (Días aplazados), la vida abierta como una flor carnívora (Delirio de perfil).

Las variedad de los temas, la singularidad de las voces -masculinas y femeninas- la mirada dirigida hacia temas poco trillados, como la soledad de un oso polar en un minizoo, o en qué consiste ser una madrina, o esa mujer que moviliza a todo el pueblo para conseguir el milagro del embarazo, o las relaciones parejiles que prometen mucho y pronto se quedan en nada, o aquellas existencias abocadas al borde de la locura por algo tan simple y cotidiano como las reiteradas llamadas telefónicas fruto de un malentendido, o los juegos de niños que tienen consecuencias impredecibles, o la necesidad de justificarse uno mismo (epistolarmente) acciones deplorables, o la manera en la que nos agarramos al mechón de pelo de nuestra amada porque es la manera que tenemos de ceñirnos al presente.

El lenguaje cuidado y preciso de Ana cincela los personajes de los relatos, que tienen vida propia y resultan por tanto muy vívidos y creíbles. Sus pasiones, deseos, obsesiones, soledades y frustraciones son las nuestras. Así los relatos leídos calan y alguno me produce incluso asombro, como Miluji te, en donde las palabras tratan de dar voz al misterio, a lo incomprensible, a aquello que siempre buscamos en la escritura: lo que no se ve o aquello que estando a la vista nadie mira con detenimiento hasta que nos es desvelado.

Reseña de «Últimas noticias de la humanidad» en la Revista Kopek

Revista Kopek

Reseña de Últimas noticias de la humanidad en la Revista Literaria Kopek

No debe extrañarnos que el caudal casi infinito de lecturas, atestiguado en su blog personal, se haya decantado en un estilo atípico, donde se mezcla un registro elevado, con uso de abundantes palabras poco utilizadas, de registro culto, con expresiones comunes y coloquiales. esta mezcla genera un efecto que, tal vez, y como reza la cita de Quignard, nos hace pensar y nos saca de nuestra rutinaria cotidianeidad.

Aquí no podemos dejar de mencionar Muerte en reversa o Saturno devorado por sus hijos.

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Barrancos (Pablo Matilla)

Las dos piedras de la cubierta bien podrían ser la encarnación de un padre e hijo irreconciliables. El título, Barrancos, el apellido de ambos, también podrían ser, recurriendo al diccionario, la «Dificultad o estorbo en lo que se intenta o ejecuta. Asimismo un «Despeñadero o precipicio».

Si nacer es un error, acontece la culpa de estar en el mundo. Así lo siente el joven Barrancos desde joven, el cual en la adolescencia ya había renunciado a obtener el reconocimiento de su padre, para darse cuenta de que lo único que podía hacer era luchar con él. Su padre le achacaba al hijo la muerte de su mujer, la madre de Barrancos.
Leo: La culpa lo carcomía y era el combustible necesario para seguir castigándose un día más.

Somos tan retorcidos que, a menudo, hemos de esperar que acaezca la muerte para poner las cosas en orden, juntar las piezas del pasado y buscarle el sentido a tanto sufrimiento e incomprensión. Porque el joven Barrancos no sabía nada del pasado de su padre. El cuál se recluyó en casa, un porvenir alimentado con sus periódicos, su leche y sus mendrugos.

El hijo acude donde el padre regularmente en busca de dinero, que el padre le acaba concediendo, para que el joven siga bebiendo, desnortándose, abismándose en los barrancos de la culpa. Cada encuentro filial es un discusión, un desencuentro. Si hay posibilidad de redención, para ambos, será cuando al joven se le brinde al joven la posibilidad de conocer su historia familiar. Para ello habrá de realizar un viaje, un regreso a la raíz, hasta el pueblo de Aljarán, próximo a la raya.

Es así como el pasado se desvela. Porque si revelar es luchar contra la luz, como le diría su padre muchas veces. Ir a Aljarán es para Barrancos luchar contra el olvido, darse la posibilidad de recuperar a su padre, a su abuela, a su abuelo, en las palabras del Viejo aldeano.

Son cuestiones como la culpa, la incomprensión, el olvido, los traumas familiares, las que sustancian la cruda novela de Pablo Matilla (La sabiduría de quebrar huesos), la cual a pesar de tanto sufrimiento como leemos, nos deja un resquicio para la esperanza, porque está claro que las cosas pueden cambiar, que la vida no es solo un sartal de cuentas infelices, y que a veces, es posible romper el círculo vicioso de la desdicha, tratar de enmendarse, de superar el pasado de familiar, para mejorarlo, para abrazarse a la idea de que uno puede ser «un buen padre».

Sea.

Témenos Edicions. 2023. 240 páginas.