Desde que leí La felicidad de los pececillos de Simon Leys andaba con ganas de ponerme con Los náufragos del Batavia. Anatomía de una masacre, editado por Acantilado con traducción de José Ramón Monreal.
Es interesante lo que cuenta Leys, pues llevaba años dándole vueltas a un libro que quería escribir sobre el naufragio del Batavia y al final se cumplió lo que se temía, que alguien escribiera el libro que él quería escribir. Fue Mike Dash, con su Batavia’s Graveyard. Leys pudo entonces tirar a la papelera sus notas o bien publicarlas. Leys escribe. «Y ahora, al publicar las pocas páginas que siguen, mi único deseo es que ellas puedan inspiraros el deseo de leer su libro«.
Esto tiene truco, porque sin duda el libro de Dash será interesante, pero las notas de Leys lo son también en grado sumo, notas con formato de libro, que se leen en un periquete, y que sin ánimo de gravedad, resultan cundidas.
El naufragio, ocurrido en 1629 en las proximidades del continente Australiano, es la excusa perfecta para que aflore lo peor de la naturaleza humana, conduciendo a un puñado de hombres a la oscuridad, sin retorno. Leyendo Trafalgar de Galdós uno ve que el espíritu humano brilla (para devenir tiniebla) parecido en parejos trances.
Cuando los escasos supervivientes del naufragio llegan a la costa, Cornelisz impondrá el régimen del terror y de la barbarie desmedida. Una locura que se alimenta a sí misma y se manifiesta en toda clase de actos abyectos, tales como asesinatos, violaciones, ejecuciones gratuitas, provocando daño y dolor sin medida a cuantos le rodean.
Parece que el destino quiera que unos pocos supervivientes que serán confinados a una isla próxima con la idea de que mueran allá por inanición, encuentren en la naturaleza aquello que precisan para sobrevivir: agua dulce y alimento, ya sean aves, animales terrestres o peces.
Esto revierte la suerte de Corneslisz y recibe finalmente su merecido, la muerte, muy magra cosecha para todo el mal sembrado.
Leys demuestra en cada texto, ya sea en La felicidad de los pececillos o En la muerte de Napoleón, que no necesita un gran recorrido para narrar una historia, que su estilo se ciñe a lo concreto, preñada eso sí la amena narración (de corte ensayístico) de inteligentes reflexiones, para desentrañar la naturaleza humana, sus luces y sombras.
Acantilado. 88 páginas. 2001. Traducción de José Ramón Monreal
Simon Leys en Devaneos