Dirección y guión: Mark Neveldine y Brian Taylor.
País: USA.
Año: 2006.
Duración: 87 min.
Género: Thriller, acción.
Interpretación: Jason Statham (Chev Chelios), Amy Smart (Eve), Jose Pablo Cantillo (Verona), Efren Ramirez (Kaylo), Dwight Yoakam (Doc Miles), Carlos Sanz (Carlito), Jay Xcala (Alex), Keone Young (Don Kim), Valerie Raw Miller (Chocolate), Glenn Howerton (Doctor Ankleson).
Producción: Tom Rosenberg, Gary Lucchesi, Richard Wright, Skip Williamson y Michael Davis.
Música: Paul Haslinger.
Fotografía: Adam Biddler
Crank, gustará a las hordas de jovenes palomiteros que «fliparán» con esta adrenalínica y paranoica producción a la extrema derecha de la vacuidad más absoluta, viendo las correrías de Chev Chelios, un matón al que le inoculan mientras duerme una sustancia que lo va a matar en pocas horas. Su única opción es no pararse, estar en movimiento continuamente y meterse para el cuerpo sustancias que hagan que su corazón se acelere: red bulls, cocaína.. siguiendo los consejos de su médico con el que se comunica vía móvil.
Pero no sólo de sustancias vive el hombre, también necesita cariño y sexo. Así que Chev tras ir a recoger a su novia Eve echan un polvazo en plena calle haciendo las delicias de los transeuntes. Chev acomete por delante, por detrás, haciendo que su corazón se encabrite (a Jason Statham, que interpreta a Chev lo veo en el cine porno en pocos años, sino prospera o se cansa del género de acción).
El cariño de Eve se manifiesta también en la mamada «revitalizadora» e inconclusa que ella le brinda, mientras él conduce. La película abunda en ráfagas de planos, toda clase de tomas, aprovechando la coyuntura de que Chev anda bastante percudío, y cuando su corazón languidece la imagen se vuelve borrosa, al igual que cuando se «chuta», los colores son más intensos, secundado por fotogramas deformantes «TonyScottinianos» que representan el estado anímico de Chev.
Los diálogos son burdos que no absurdos. Se podrían hacer apuestas a ver quien es el más estupido de todos los que aparecen. Quizá el género de acción vaya por aquí, por hacer películas alocadas y frenéticas, desbordantes de adrenalina, truculentas (no faltan en ésta, miembros amputados) y vacuas (sería dificil distinguir a los hombres de los perros sino es porque unos van a cuatro patas), donde la inteligencia de los humanos que en ellas aparecen sea un «atributo menor». De aquí al encefalograma plano, sólo hay un paso, con billete de ida. El Planeta de los simios está a la vuelta de la esquina.
Una cosa es la falta de pretensiones y la desinhibición a la hora de rodar y otra cosa es pensar que el espectador es un memo.