Hay quien vive para los medios y quien vive de espaldas a ellos. Así con 500 millones de usarios serían cuatro los que sabrían el nombre del fundador de Facebook de no haberse rodado una película donde se explica la génesis del proyecto. Algo similar podemos decir de Napster que puso patas arriba y luego reventó la industria musical, o de otros artefactos que hay en internet como Google, Flickr, etc. Quien está detrás son informáticos y por lo general no gustan de salir en los medios.
En el caso del creador de Facebook, Mark Zuckerberg, parece que el ánimo de lucro no era una de sus prioridades, sino hacer algo que los demás hacían pero mal, lograr nada menos que conectar a 500 milllones de personas, hacer del mundo el salón de tu casa, hacer que fluya la información, las fotos, las noticias de un lado al otro del globo de forma instantánea, sin que dé fallos, sin que el servidor se caiga.
Acabo de ver La red social, de David Fincher y me ha encantado. Había leído ya críticas muy favorables. El caso es que hace tres meses por nada del mundo me habría parado a verla pues saber más de Facebook era algo que no me atraía en absoluto. De hecho no tengo Facebook, ni tengo ningún interés en darme de alta. En alguna ocasión cuando he echado la vista atrás y me he preguntado qué habrá sido de algunos compañeros de escuela, miro en internet haber si tienen perfil en facebook, pero no he tenido suerte de momento.
La película si se hubiera centrado solo en la creación de Facebook podría haber resultado muy simplona. Lo que hay detrás es mucho más. Los protagonistas son jóvenes de apenas 20 años, que con 1900 dólares que pone uno de ellos, Eduardo, y muchas horas de programación, toneladas de talento y mentalidad visionaria, ponen en marcha una página que en sus inicios permite seleccionar cual de las dos mujeres que aparecen en pantalla está más buena. Luego el creador de Facebook se rebota con su exnovia y se sirve de internet para ponerla a parir, algo que le reconcomerá para siempre. A medida que Facebook va creciendo surgen las luchas de poder, las envidias, las zancadillas, la codicia y lo peor de todo la soledad.
Puedes conectar a 500 millones de personas, tener cientos de miles de personas agregadas en tu perfil, gente que dice ser tu amiga, pero si al abrir la puerta de tu casa, solo te espera un pórtatil con la pantalla alzada a modo de saludo, entonces ser el billonario más joven del planeta quizá sea una mierda y anheles entonces tener a alguien con quien charlar o echarte unas risas más que cientos de miles de amigos virtuales.
La película tiene un ritmo endiablado, unos diálogos brillantes, unos actores formidables, que hacen de La Red Social una película cuyo visonado no debiera soslayarse. Es buena, muy buena. En esta era digital, donde la gente entra en Facebook con la familiaridad y frecuencia con la que va al baño, esta película permite entender algo mejor el mundo en que vivimos. Las redes sociales no son una moda, están aquí para quedarse. Basta ver como hoy en día muchas revoluciones sociales tienen su semilla en internet, donde la Red es la mecha y Wikileaks ese ojo cósmico al que no se le escapa, gracias a Dios, nada.