Vi hace unos pocos días la película La soledad y me pareció maravillosa. Una historia muy natural, fresca, real, dura, conmovedora. Como la vida misma que suele decirse. Los actores parecen que no actuan y que su tragedia es real. Se tocan muchos temas, todos ellos marcados por la soledad y la mala suerte, pero hay que tirar para adelante y no dejarse vencer. Las actrices en especial Almarcha (Adela) y Petra Martínez (la madre) están soberbia. Ayer en los Goya esta película se llevó dos premios importantes, mejor director y mejor película pero me sorprende que si una película es considerada por los de la academia tan buena, no hayan nominado a sus actrices, las cuales atesoran méritos de sobra para haberse llevado el de mejor actriz principal y de reparto. Si la ven quizá les resulte tediosa o aburrida, pero a mí me puso el corazón en un puño y éste en la garganta, desde el comienzo, con una emoción contenida que hace difícil tragar la saliva. Es esta clase de películas las que al verlas te reconfortan, porque más allá de que el cine sea la fábrica de sueños o una puerta para evadirse de la realidad, a veces hay que poner los pies en el suelo y afianzar nuestra soledad, en la que desgraciadamente no estamos solos. Que la academia haya sabido apreciar las virtudes de esta sencilla película más allá de las melifluas El orfanato, Rec o las tradicionales Las trece rosas es de agradecer. Otra película que me ha parecido buena es Bajo las estrellas, si bien no creo que el papel de Enma Suárez sea merecedor de una nominación. Alberto San Juan sin embargo está sembrado.
La soledad de los Goya
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