Si preguntara a cualquiera de los amigos de mi cuadrilla con voz aflautada ¿cuántos sois? sabrían perfectamente a qué me estoy refiriendo sin añadir nada más.
Leyendo Logroño en sus bares de Jorge Alacid y espigando los distintos textos llego a Chocolatería Moreno y lo que comenta Jorge tiene un regusto conocido, pues allí celebrábamos dos décadas atrás -cuando la alopecia, los michelines, la presbicia, el coronavirus eran algo muy lejano- nuestros cumpleaños, a base de chocolate con churros. Algo tan sencillo como glorioso.
Y yendo aún más atrás en el tiempo, de chiquillo, también celebrábamos allí los cumpleaños con los amigos del colegio: chocolate, churros, cantar el feliz cumpleaños y pa’casa y tan felices.
Luego como comenta Jorge vendría ese invento del demonio llamado chiquipark, en donde un padre primerizo ve a su hijo desaparecer en un mar de bolas de goma y cree desfallecer, hasta que de pronto el hijo vuelve regurgitado de ese océano plástico y el corazón deja entonces de centrifugar, pero todavía demudado se pregunta ¿pero quién me mandó? cuando lo que querría oír de nuevo sería preguntar ¿cuántos sois? (aquello que escuchábamos siempre según franqueábamos la puerta) y tener veinte, cuarenta inviernos menos y todo el futuro por delante.
¿Cuántos sois?
Deja una respuesta