El mundo al revés. Se supone que cuando alguien la caga, debe pagar por ello. Así uno sabrá lo que está mal o bien hecho. En el mundo de las altas finanzas, parece que el orden se pervierte, así que esos ejecutivos que viven al margen de la ley, sin rendir cuentas a nadie, en situaciones de crisis como esta, en la que hay que hacer recortes de plantilla y las pérdidas se cuentan por miles de millones de euros o dólares, en esa situación, ellos, los Consejeros ejecutivos se van por la puerta grande. Como han suscrito claúsulas exclusivas, ahora que se les debería caer la cara de vergüenza por su nefasta gestión, su «mea culpa» particular consiste, en echarse al bolsillo unos cuantos millones de euros, en concepto de indemnización. Noticias recientes tenemos de otros ejecutivos que para celebrar que el gobierno americano les salva de la quema, se van a celebrarlo gastándose cientos de millones en una noche. Ante situaciones como estas, que no tienen mucha publicidad, no es de extrañar que a alguien se le cruce el cable. Mientras el currela de turno es el primero que se va a la puta calle, cobrando una indemnización irrisoria, de un puñado de días por año trabajado, estos ejecutivos se llevan millones, en concepto de indemnización, como gratificación por haber hundido una empresa. Lo mejor del caso, es que como sucede con los futbolistas, no quiere decir nada el hecho de que en un equipo les vaya mal, porque seguro que hay que equipos dispuestos a pagar fortunas por tener sus servicios. Con estos pájaros de guante blanco, sucede lo mismo.
¿Quién dijo que los hijos tenían que ser futbolistas?. De eso nada, yo quiero que sean Consejeros ejecutivos, de una gran multinacional, para que hablen de cara a cara, con Dios, a bordo de sus jet privados.