El actor interpreta su papel en una película y no vuelve a ver su interpretación en la pantalla, el escritor publica un libro y rara vez (re)lee lo escrito. El cantante compone una canción y treinta años después sigue cantando, día a día, esa misma canción: Ójala, Mediterráneo, Princesa… El cantante no se desprende de sus canciones, sino que vive de y gracias a ellas, hasta el final de sus días sobre los escenarios que van a dar a la mar.
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