Los Estados Unidos parecen una película del Oeste cuando uno lee que a un hombre negro de 23 años, el día que celebraba su despedida de soltero, a la salida de un club, a las 4 de la madrugada, le pegaron 50 balazos, porque el local estaba bajo sospecha y uno de los agentes creyó oir “saca la pistola”. Los agentes ni cortos ni perezosos comenzaron la balacera que se saldó con cincuenta balazos que impactaron sobre el joven, el cual no iba armado. Ni él ni otros dos jóvenes que iban con él, que resultaron heridos. Si hubiera ido armado, ¿se necesitan 50 balas para reducir a un sospechoso?, o la policia en estos casos tiene la orden de abatir o matar al “presunto” delincuente. Quizá se trate de otra variante del presidente y filósofo Bush, creador y adalid del “ataque preventivo”, que consistiría en: primeros disparamos y luego ya veremos si estábamos en lo cierto.
Los policias son profesionales que saben disparar o eso se presupone, así que en casos como estos no entiendo como no disparan a órganos no vitales, afinando la puntería y no masacrando al “presunto delincuente”. Parecido ocurre con las palizas que los agentes de la ley dan a los que trincan. Imágenes en las que se ven a media docena de policías pateando sin miramiento a personas indefensas que no pueden defenderse de las patadas y puñetazos de los que son objetos. ¿En Estados Unidos no hay “presunción de inocencia”?. Veremos que les pasa a estos agentes que reconocieron que se equivocaron, y mataron a un civil desarmado, dudo que alguno de ellos pise la cárcel. Cumplíamos con nuestro deber dirán, existían indicios que nos obligaron a actúar así apostillarán. En el país de las armas, muertes como esta, forman ya parte del paisaje polvoriento del Lejano Oeste.