Hoy casualmente cogí el diccionario para leer el significado de la palabra sibarita y me entero de algo muy interesante.
Los «sibaritas» de verdad, los naturales de la ciudad italiana de Síbaris sólo llegaban a conciliar el sueño si dormían sobre colchones de pétalos de rosas. A tanto llegaba su «delicadeza» que había un vecino, de nombre Mintríadades, que se quejaba frecuentemente de molestas irritaciones en su piel producidas porque alguno de los pétalos de su colchón estaba arrugado.
Hoy con los colchones de latex no nos podemos quejar, pero dormir sobre colchones de pétalos de rosa tiene que ser una gozada. Está claro que cuando la época de los romanos, los que vivían bien, vivían mejor que ahora. No tenían que destinar parte de su tiempo a contestar correos, atender móviles, comprar en los centros comerciales y vaciar el buzón de publicidad…el tiempo lo aprovechaban para la oratoria, el pensamiento la reflexión o los placeres carnales, con la máxima de «Lo mismo me dará dar como ser dado,
que no pienso dejar ná de ná pa los gusanos». Esto lo dice el Kutxi Romero, que no los romanos, en su canción «Venas con humo y palabras», pero que bien se puede aplicar a los Romanos en esos años de liberalidad sexual.
No conocían tampoco el stress, el mobing, ni el mando a distancia era una apéndice de su mano.
En la biblioteca, mientras leía la palabra «sibarita», a mi lado, un hombre de unos cuarenta años daba cabezadas sobre un libro de «matemática financiera», mientras el adolescente que tenía frente a mi, jugaba a la consola, sin sonido para no molestar.
El día que hagan funcionar una «máquina del tiempo», me pido un viaje de ida y vuelta a los tiempos del Gran Imperio Romano.
Como curiosidad decir que si aquí tenemos a Fulano, Mengano y Zutano en Italia los análogos son Tizio, Caio y Sempronio